Arte

Pedazos de arte. 'Trozos, tramas y trazos' en el IVAM

El arte no es solo un buen lienzo del Renacimiento o un cuadro impresionista de Monet. Tampoco es únicamente una melodía de Mozart o la trompeta de Miles Davis. El arte está hecho con 'Trozos, tramas y trazos', como bien expone el IVAM en su colección de collages, demostrando que no tiene por qué ser puramente bello, sino que su deber es lograr significado y significación. En Nomepierdoniuna hemos aprovechado esta ola de calor para pasar un rato agradable al cobijo de la buena temperatura que ofrece el IVAM y realizar este reportaje sobre una muestra imprescindible.
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Umberto Eco nos dice que todo texto es un “texto de textos”, que no es posible construir nada si no es sobre la tradición cultural.  Genette habla de la transtextualidad como “todo lo que pone en relación un determinado texto, de manera manifiesta o secreta con otros textos”. El collage es un arte plástico que permite asociar diversas imágenes en una misma obra, permitiendo lecturas en conjunto de todos los elementos que la componen, e individualizada para cada una de esas piezas. El collage también es un arte de su tiempo, por ello ha sido un habitual instrumento de acción política, crítica social y renovación artística desde su creación, hace ya cien años.

Para conmemorar este centenario, el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) reúne 103 piezas formando un recorrido histórico y plástico de la historia del collage, intentando ofrecer una nueva mirada ante un arte que no deja de sorprendernos. La exposición Trozos, tramas y trazos. El collage en la colección del IVAM estará abierta hasta el 26 de agosto en Valencia y puede visitarse, junto al resto del museo, por sólo 2 euros (1 € con Carnet Jove).

Concretamente, desde que en 1912 Picasso realizara Naturaleza muerta con silla de rejilla, en la cual pegó sobre el lienzo un trozo de hule; y secundado en sus inicios por Braque y Juan Gris. Este arte de la sobreposición, “de la discontinuidad, el montaje y el fragmento, lo cortado y lo pegado,la expresión plástica de una buena película de Godard, no ha dejado de influir en los diferentes campos de expresión artística, siempre con voluntad de renovación. Expresionismo, dadaísmo, fotomontaje, propaganda... han sido algunas de las contribuciones más claras que este arte ha permitido.

El IVAM, intentado crear una línea de lectura para visitar la exposición ha optado por un recorrido que atiende a la plasticidad y la intencionalidad de las obras. No podemos hablar de una división por sala, pues todo se encuentra ubicado en una, con las áreas divididas por colores, a la manera de un collage, que une diferentes materias en un mismo espacio. Para una mayor orientación y compresión de la exposición podemos consultar el catálogo que ponen a nuestra disposición.

Materia, Forma es la base que recoge las primeras obras de la visita. Su nombre ya lo indica y las piezas de preguerras de László Péri, László Moholy-Nagy y Kurt Schwitters, vienen acompañadas de las caóticas obras de Esteban Vicente, al gouache y carboncillo, realizadas a finales de los 40 y comienzos de los 50. Y sus esculturas de madera del periodo de la Transición española y que llega hasta finales de siglo. La modernidad está representada con las obras en la década de los 70 de Joaquim Llucià, Salvador Victoria, Gerardo Rueda y Antoni Tàpies, del cual encontramos “Gran paquet de palla”, uno de tantos trabajos a los que apetece meterle mano para notar la diversidad de elementos y texturas que los conforman.

László Moholy-Nagy, Esteban Vicente (cuadro y escultura) y Antoni Tàpies.

Una de las piezas más interesantes de esta sección es “Roedores” (1990) realizada por Darío Villalba, un collage de óleo sobre cartón con emulsión fotográfica formado por multitud de piezas, que permiten sumergirse por su recovecos en busca de cada uno de sus detalles. Por su parte, José Sanleón utiliza grandes piezas de lona, mientras que Sheila Girling manipula el habitual campo de trabajo de un pintor, el lienzo, para deconstruir el arte, ya en el siglo XXI.

Imagen, Figura confecciona otro espacio del recorrido. En ella las facciones del rostro humano y las fracturas de su cuerpos conforman lo collages de las ilustraciones para libros de John Heartfield o el “Retrato de André Breton creador del surrealismo” de Benajmín Palencia. George Grosz nos recuerda que es mejor seguir sonriendo con su “Keep smiling” (1932) y Wilhelm Freddie que es mejor ocultar el rostro. Antonio Saura ofrece dos “Cocktail Party” (1960 y 1975) y Lucebert desfigura el rostro en obras que aúnan acuarela, grafito y fotografía para reflejar al individuo en la sociedad de los 80. También el Equipo Crónica utilizó el collage como instrumento de contestación social, por ejemplo, en su obra “Sin título (El industrial)” de 1967.

Antnio Saura, John Heartfield y George Grosz.

Aquí nos encontramos con algunas de las figuras más importantes del pop-art. Jasper Johns con la magnífica “The critic sees” (1967), una estampación en relieve y collage sobre papel, sencilla pero incisiva. John Baldessari y Roy Lichtenstein, que cuenta con “Fish and sky” (1967), una serigrafía y fotomontaje sobre plástico laminado que te atrapa. Y no podía falta Richard Hamilton, que junto al resto de compañeros citados, supo seleccionar sus imágenes entre la vorágine icónica de la sociedad de masas y otorgarles una dimensión simbólica. Este es el caso de “Toaster” (1967).

Jasper John, Roy Lichtenstein y Richard Hamilton.

Son muchos los nombres y las obras que figuran en esta sección, sin duda la más interesante. Entre ellos podemos destacar los estudios de Luis Gordillo y Eduardo Arroyo. Las provocativas obras de Miquel Navarro, como “Asomando” (1994) y los interesantísimos trabajo de Carmen Calvo, donde podemos contemplar el mestizaje posmoderno entre pintura y fotografía, gestos gráficos y pintura. De esta autora son particularmente curiosas las obras “Ellas sientan al niño frente a un ventanal” y “Entre los muertos empapados por las nocturnas aguas” (2005). Y una de las piezas más impactantes de toda la exposición es la “Cabeza – Collage I” (2011) de José Manuel Ciria.

Miquel Navarro, Carmen Calvo y José Manuel Ciria.

Signo y Gesto de los autores de cada trabajo, que realizan una apropiación de cada uno de los objetos que componen sus obras para crear algo lleno de significado y significancia, ese tercer sentido del que tanto hablaba Barthes. Volvemos a ver trabajos de Kurt Schwitters que abarcan la primera treintena del siglo XX y van de la Unión Soviética hasta Alemania.  Destaca la pieza “Hoy” (1921) de Joaquín Torres-García: una reflexión sobre el tiempo, la palabra, el viaje, el recuerdo y la memoria.

Una cubierta de John Heartfield para la revista Der Dada (1920) e interesantes trabajos rusos, algunos de los cuales resuenan en la serie de televisión Mad Men, como el fotocollage y gouache sobre cartón, “Sin título (Arkitekt)” (1920) de Vaclav Zraly. Carteles propagandísticos y cubiertas de Grete Stern, Varvara Stepanova y Valentina Kulagina muestran el poderío compositivo constructivista ruso.

Manolo Gil convierte el signo y el gesto en algo literal y afín al rostro, y mediante collage sobre cartón, uniendo retazos geométricos de diferentes colores crea simpáticas caras en su “Estudio de Formas” (1957). Por su parte, Joan Josep Tharrats Antoni Tàpies colaboraron con la revista Suma y sigue del artecontemporáneo diseñando una portadas muy de la época (1964-64). Y Joan Brossa intenta la “Localització del gust” (1978) convirtiendo en una pieza artística cualquier definición gráfica acerca de las papilas gustativas que pudiéramos encontrar en una enciclopedia. También son destacables las obras de Alberto Greco: complejos trabajos de composición, materiales y significados. Y “El tarot imaginario” (1982-84) de Carmen Grau.

Joaquín Torres-García, Vaclav Zraly, Joan Josep Tharrats y Manolo Gil.

Memoria, Tradición y Experimentación son la combinación perfecta para algunas de las piezas más curiosas de la exposición. Una “Construcción 5” (1921) de László Péri crea un impresionante efecto tridimensional. Al que la acompaña la vanguardista “Photograph I” de Jaroslav Rössler, y los urbanísticos fotocollages de Karl Steiner y Jos Leonard. Kurt Schwitters se posiciona como uno de los mayores innovadores de este género, y del arte en general, al volver a estar presente, ahora con “Blue Spirale” (1930).

Aunque las dos piezas que destacan son “Building” y “Atom” (1930) de Paul Joostens, y los estudios y proyectos de Vaclav Zraly (1928-32), reflejos de una época donde la urbanización comenzaba a despuntar y la población acudía a las grandes urbes. También periodo de guerra y muerte la década de los treinta, como bien constatan Cas Oorthuys y Nicolás de Lekuona.

László Péri, Kurt Schwitters, Paul Joostens (díptico) y Nicolás de Lekuona.

Pero los trabajos más atrevidos y experimentales, que salen del “lienzo” para ofrecer algo más que táctil, sensitivo, son los de Marcel Duchamp, Joseph Cornell, Oscar Domínguez, Fausto Melotti y Eduardo Chillida, que aquí demuestran porque son algunos de los artistas más renombrados e influyentes. Sus obras es imposible describirlas, pues como todo buen collage, es imprescindible verlo in situ para sentirlo.

Y, terminamos con Relato y acción, repleta de cubiertas y bocetos de libros, revistas y  cárteles propagandísticos de la vanguardia soviética. La mayoría de ellos a cargo de Gustav Klucis, que, a la manera en que Hopper creo una visión de Norteamérica con sus cuadros, el artista soviet hace lo propio con su época y nación.

Joseph Cornell, Fausto Melotti y Óscar Domínguez.

Por la parte alemana, destacan la obra “Metropolis” de Paul Citroen y las diferentes piezas de John Heartfield, donde podemos ver el ascenso del tercer Reich de manera muy sarcástica. Además de los magníficos fotomontajes de Grete Stern en la serie “Sueño” (1949-50) y los de un valenciano que terminó exiliado a Berlín, Josep Renau. De este podemos ver dos originales de su famosa serie The American Way of Life (1957).

Y más fotomontajes por parte española, son las “Cabezas de pez y dedos” (1994) de Jorge Galindo o los materialismo de Pepe Calvo, y el inquietante “Rallador” (1975) de Joan Fontcuberta. Todos ellos junto al boceto para el cartel de los Juego Olímpicos de 1984 elaborado por John Baldessari, capaz de aunar a todas las razas en un momento de máximo esfuerzo, de explosión de vida.

Gustav Klucis, Pepe Calvo, Joan Fontcuberta y Josep Renau.

Son muchas las obras, y muy complejas. La mejor manera de apreciar un collage es tenerlo enfrente y reflexionar acerca de su construcción, de cada elemento que lo forma y la unión entre uno y otro. Como cada pieza se une a otra para formar un texto que nos invita a pensar el arte, a pensar la imagen que tenemos ante nuestros ojos. Para ello hay que acudir al IVAM y pasarnos el día, de tan caluroso verano, arropados por la brisa del aire acondicionado, contemplando estos trabajos.

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