Cine

Los descendientes (del relato y de la H/historia)

Las nominaciones a mejor película para los Oscars 2012 revelan una nueva estrategia de Hollywood para recuperar la identidad de su industria: poner el acento en la importancia de la historia y de la trama. En plena era de espectacularización del cine tirando de 3D, películas como 'Caballo de batalla' de Spielberg, 'La invención de Hugo' de Scorsese, 'The Artist' de Hazanavicius, 'Midnight in Paris' de Woody Allen, 'Moneyball' de Bennet Miller, 'El árbol de la vida' de Terrence Malick, 'Tan fuerte, tan cerca' de Stephen Daldry y, especialmente, 'Los descendientes' de Alexander Payne son las llamadas a recuperar la senda del mejor del cine clásico norteamericano.
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En un año en el que el cine norteamericano se ha escudado tras grandes superproducciones de consumo como el final de la saga Crepúsculo, Immortals, Sherlock Holmes, Piratas del caribe: en mareas misteriosas, El origen del planeta de los simios, etc. y toda una serie de largometrajes derivados del comic: X-Men: Primera generación, Thor, Capitán América, Linterna Verde, Ghost Rider: espíritu de venganza, Conan el Bárbaro, Los Pitufos, etc. buscando una (re)conciliación entre el relato y el entretenimiento, valiéndose del atractivo del 3D para llenar las salas, con una clara postura a favor de la espectacularización en contra de la profundidad de la trama; nos encontramos con unos Oscars dominados por la búsqueda de aquello de lo que Wim Wenders tanto se lamentaba ante su pérdida: la importancia de la historia en el cine norteamericano. La octogésimo cuarta gala de los premios de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas se celebrará el próximo domingo 26 de febrero.

Si atendemos a la lista de nominadas a mejor película vemos que todas las películas tienen una clara vocación narrativa, sin dejar de lado el uso de la tecnología actual para potenciar su relato, pero siendo este la base de su estructura. Son una serie de cineastas que se erigen ellos mismos como los descendientes de toda una Historia del cine que no dudan en evocar, construyendo sus películas con la vista puesta en el pasado. Steven Spielberg ha recurrido a ecos fordianos para narrar el comienzo de su Caballo de batalla, que se constituye como el burro de Au hasard Balthazar de Robert Bresson para ir tejiendo su trama y construyendo una épica historia (del cine). Scorsese nos sumerge en el universo de Méliès utilizando La invención de Hugo como vehículo para devolver la magia al cine de atracciones, y acercar posturas entre los orígenes de este dispositivo y su evolución a la práctica tridimensional, pero resaltando la importancia de una buena historia en pro de unos efectos esteticistas. Hazanavicius también vuelve a los orígenes del cine, con una apuesta arriesgada como es la de ofrecer una film mudo, en blanco y negro y en 1:37.1, The Artist, donde podemos encontrar las huellas del pasado más silente como el rescate en el último minuto de Griffith hasta los primeras palabras del sonoro, entre una serie de efectos tan característicos del periodo como el collage.

Al igual que estos cineastas, Woody Allen ha tenido que realizar un viaje al pasado, a París (Francia, presente en todas las películas citadas hasta el momento, sea a modo de producción o siendo lugar donde se ubica la historia). Woody Allen, cuyo último cine se aleja de los efectismos practicados entre los ochenta y noventa, principalmente, en obras como Zelig o Sombras y niebla, y torna su filmografía hacia la sencillez de una buena (y simple) comedia dramática, también nos habla en Midnight in Paris de aquel periodo añejo donde la importancia estaba en la creación, en la evocación y la pura artisticidad de la expresión. Por ello, para ir del presente

al pasado, y viceversa, no le hace falta más que un sencillo corte directo. Otra forma de relato norteamericana vuelve a cobrar presencia mediante Moneyball de Bennet Miller, la historia americana por excelencia, y cuyo guión firman Aaron Sorkin y Steve Zaillian, una película de superación, creer en uno mismo, ser fiel a tus principios para alcanzar el logro. Una trama que va creciendo poco a poco y devuelve el placer por el diálogo y la narración. También anclada en un cierto conservadurismo y panteísmo tan profundamente norteamericano es la obra magna de Terrence Malick, El árbol de la vida, tan cercana a The Artist, aunque no lo parezca, construyendo un relato mediante retazos puramente audiovisuales, sin diálogos, apenas frases sueltas, eso sí, una voz over nos va guiando, casi dogmatizando, durante el film, pero constituyéndose este casi como una película muda, a su manera, renovando el cine, devolviéndolo a su esencia, a la plasticidad de la imagen y la fuerza pictórica y tensión dramática para construir un relato de estas magnitudes.

Tampoco están muy alejadas la película de Scorsese Tan fuerte, tan cerca, de Stephen Daldry, cuyo protagonista también necesita encontrar una llave para culminar su aventura. El director de Billy Elliot, Las horas o El lector, vuelve a llevar una interesante historia a la pantalla apostando más por los aspectos emocionales, ubicando la historia en los atentados del 11 de septiembre. También con pérdidas personales y el elemento de superación y seguir adelante surge Criadas y señoras (The Help) dirigida por Tate Taylor, que une a tres mujeres y tres tramas para devolvernos un cierto dramatismo clásico.

De pérdidas, de ajustar cuentas con el pasado, de conocerse a uno mismo y superarse, como vemos el eje sobre el que circulan todas las nominaciones de este año, y que postulan esa concienciación de que el cine norteamericano debe volver a la importancia de las historia, al placer de la narración, se erige Los descendientes de Alexander Payne como el mensaje perfecto que desde Hollywood quieren hacernos llegar. La película que aúna todos los discursos presentes en el resto de films participantes sin la necesidad de evocar al pasado, ni deconstruir el relato cinematográfico, ni caer en una película de potente trama pero débil realización.

El largometraje que muestra el camino a seguir en este momento que la industria norteamericana se vuelve a ver con la explosión del Blockbuster de los ochenta y ante la que debe surgir una nueva vertiente que apueste por la historia y el relato. Lo más curioso (y triste) es que estos cineastas, que con sendas obras se han establecido como los descendientes de aquellos autores para los que la historia y su construcción era lo más importante, son ya directores más que consolidados: Scorsese, Spielberg, Allen, Daldry, Payne, Malick; y las apuestas por los jóvenes: Bennet Miller, Tate Taylor o Michel Hazanavicius, no son muy esperanzadoras, exceptuando el caso de Hazanavicius, que ha demostrado que del pastiche se puede crear una obra interesante y rica, aunque con una postura más revisionista que renovadora.

El juego de Hollywood este año ha sido una buena estrategia de búsqueda de la identidad de su propia industria: qué está sucediendo, qué necesitamos, quiénes son los mejores para devolver la historia a nuestras películas y quiénes serán sus descendientes. Esta jugada ha dejado fuera de las nominaciones a películas como Drive, El topo o Millenium: los hombres que no amaban a las mujeres, las dos primeras dirigidas por cineastas europeos con un estilo muy personal y sobrio, y la tercera una adaptación de una obra literaria sueca, rodada en Suecia, tan lejos del sol de California.

http://www.youtube.com/watch?v=4w0sTMV0eYA

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