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CinemaScore. Algo más que música para películas

El grupo francés NFL3 renovó en directo la BSO de la primera película de animación de la historia, 'Las aventuras del Príncipe Achmed', 80 años después. A base de post-rock y experimentación.
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No es la simple suma de cine y música. Tampoco la interpretación de una banda sonora en directo con la película de fondo. La propuesta de la Mostra de Música i Cinema, CinemaScore, que este año llegaba a su cuarta edición, consigue crear algo nuevo y distinto. Lo comprobé el pasado viernes en el Teatre Municipal de Benicàssim. El grupo francés NFL3 renovó en directo la BSO de la primera película de animación de la historia, Las aventuras del Príncipe Achmed de Lotte Reiniger (Alemania, 1926), 80 años después, a base de post-rock y experimentación.

Me habían hablado muy bien de la actuación de los hermanos Nicolas y Fabrice Laureau y Ludovic Morillon, creadores de Prohibited Records, el año pasado en el mismo festival. Esta reinterpretación de la banda sonora de la legendaria película fue creada en 2006 y ha paseado los escenarios de toda Europa, pero la improvisación tiene una gran importancia en cada pase. Y, en efecto, la música del grupo francés logra crear una atmósfera muy lírica, dándole mucha más profundidad a una película que ha aguantado regular el paso del tiempo.

La animación de Las aventuras del Príncipe Achmed es, obviamente, rudimentaria (imagen de arriba): bidimensional y rodada sobre la manipulación de recortes de carbón y láminas finas de plomo, bajo una cámara y filmando con película pintada. Los perfiles y las siluetas lo dominan todo, como si los personajes fueran títeres. La historia está basada en uno de los cuentos medievales de Las mil y una noches, sobre el entusiasmo que genera en el gran Califa el hechizo de un caballo que puede volar por los aires. La trama se sigue con rótulos en castellano.

NFL3 no cae en el recurso fácil de los fraseos arabescos, pero la adaptación musical que han creado suena extraña y lejanamente oriental. A base de batería, bajo, teclados y una amplia gama de instrumentos de percusión, siguieron el hilo argumental de la película, sin muchos altibajos, sin efectismos, con desarrollos largos y progresivos. Como ese tipo de canciones de ritmo sostenido, que parecen estar a punto de cogerse desde que empiezan pero que terminan sin hacerlo.

Una experiencia diferente en un festival al que, por unas cosas u otras, nunca había tenido ocasión de asistir. El cartel lo completaron Duometrie (+ Elena Setién & Raphael Vanoli), Balmorhea y Hauschka poniendo música a Alice, de Jan Svankmajer (República Checa, 1988), tres cortometrajes del director norteamericano Jared Hogan y Vampyr, de Carl T. Dreyer (Alemania, 1931), respectivamente. El año que viene vuelvo.

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