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TEST 2023. Jóvenes artistas y una temática común: la vorágine

Los artistas de la décima edición del Test, Alex Gambín, Gema Quiles y Alejandro Ocaña, en la inauguración. Foto: Ángel Sánchez

Lleno de tierra, los tiestos (testscultivan sus semillas. Las impulsan desde su origen, para verlas crecer. Con este nombre, TEST, la exposición de arte y creatividad de Vila-real designa su muestra de arte, que impulsa a talentos emergentes locales al mundo del arte contemporáneo. En la inauguración del décimo aniversario de la Mostra, el Convent Espai d'Art acogió a un buen número de curiosos por conocer las propuestas de este 2023. Ya nos lo contaba Pascual Arnal, director del TEST: "la décima edición será muy poderosa".

En el panel de artistas de este año, con sus obras expuestas hasta el 29 de abril, destaca que se trata de artistas muy jóvenes -ninguno tiene más de 30 años- con conceptos diferenciados: Alex Gambín (dibujo y cuadro), Gema Quiles (pintura) y Alejandro Ocaña (instalación de teatro). La exposición la completará, como ya viene siendo habitual, una propuesta de arte urbano (Museu de Carrer del TEST), que en este caso llevará la firma de Lídia Cao. Precisamente el museo al aire libre al que ha acabado dando forma la Mostra se llevó parte los piropos durante la inauguración, con un Pascual Arnal recogiendo los frutos de diez ediciones apostando por el TEST.

Si en 2022 todas las exposiciones navegaban entre los volúmenes, las dimensiones y los objetos, esta décima edición los artistas han asumido como lenguaje común una temática generacional: la vorágine del presente, la urgencia, la inmediatez y la sobrecarga de estímulos a los que estamos expuestos en nuestro día a día. Y otra de las singularidades del TEST y que mantiene este año es la publicación de tres libros –uno para cada artista– donde se recopilan los trabajos inéditos, creados exclusivamente para la Mostra y que se pueden adquirir de forma gratuita visitando la exposición.

'La Exposición Dérmica' de Alex Gambín gira entorno al concepto cuerpo-máquina. Foto: Ángel Sánchez

Alex Gambín (Callosa de Segura, 1996) con su Exposición Dérmica es la primera en recibir a los asistentes. El artista coloca el cuerpo humano más cerca que nunca de las máquinas, funde los conceptos y utiliza su técnica habitual de superposición de blanco y negro para dar mayor simbolismo a la obra. La máquina ha llegado a ser el signo característico de nuestros tiempos y existe una linea de producción tanto filosófica como cinematográfica (David Cronenberg, Julia Ducournau) a la que el artista se inscribe para rastrear las sinergias del cuerpo y lo mecánico. El arte de Alex Gambín exclama la –ya– naturaleza inhumana de la biología, invita a desmenuzar las nuevas formas de un humanismo ya agotado que debe hacer frente a los retos de la cada vez más difusa barrera entre cuerpo y máquina.

Los cuadros de Gema Quiles deslumbran su propio espacio de respiro. Foto: Ángel Sánchez

La pintura de Gema Quiles (Vila-real, 1994) plasma el espacio donde la alucinación de la vida, el ajetreo de la cotidianeidad, baja la intensidad y no pasan tantas cosas –o cuando pasan las cosas de verdad–. "Es una siesta en la morada primigenia, contra el rascacielos de luces y sonidos incesantes", así es como la artista define la exposición Donde hay sol. Donde hay sombras. Donde hay agua. Un espacio para volver a la simplicidad, donde plantar, recolectar, beber, pasear, pintar... Un sitio al que acudir para salir del universo de producción constante, del hacer por hacer sin entender la mitad.

La exposición de Ocaña contó con la performance de un joven que corta cebolla a la vez que ríe y llora. Foto: Ángel Sánchez

Por último, Algo que se parece algo a mí y no soy yo de Alejandro Ocaña (Vila-real, 1999). El artista vila-realense nos invita a una fiesta, pero a una fiesta que ya ha finalizado. Ya no hay nadie, todo esta sucio y quieres irte, pero estas tan agotado que la única opción es volver a montar una fiesta para dar sentido a todo ese caos. Una instalación artística que nos sitúa entre lo agradable y lo angustioso, resultando en el placer del disgusto, en una ansiedad irreductible. La fusión de lo infantil con lo perturbador, con obras creepys, crean un lugar liminal e indeterminado inspirado en la post-fiesta, un sentimiento generacional que reduce la agoniosa sensación de irreverencia ante un sistema sin sentido.

La fiesta ha terminado. Foto: Ángel Sánchez