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Santi Campos: “La Alegría’ es una retrospectiva de toda mi vida musical con canciones nuevas”

Santi Campos, de pie en el centro de la imagen, con los Herederos.

Con el tiempo, Santi Campos (Segovia, 1969) ha aprendido a “no culpar al espejo”. A reconocerse taras y anhelos para mirar hacia adelante. Y a saber sacar la “mejor versión de mí”: melodías que atrapan, historias muy bien contadas en las que identificarse, elegancia instrumental (con más piano que nunca) y la tesitura de su voz. Y su último disco, La Alegría, probablemente el mejor disco de sus 30 años de carrera, es su máxima expresión. Con los Herederos, el segoviano formado musicalmente en Castelló ha firmado una conmovedora colección de 20 canciones de pop adulto, hechas de confesiones biográficas que también sirven para sacarnos los colores, de forma individual y colectiva, hablando más claro y siendo más incisivo que nunca. El próximo domingo 6 de octubre a las 20:00 (mismo día y horario al que acostumbraba su querido Ricoamor) las defenderá en directo con su banda en la Sala de Cámara del Auditori de Castelló, con entradas a 10€. Le tiene unas ganas tremendas a este concierto, “porque esta vez voy muy seguro de que lo que llevo tiene mucho peso y le va a encantar a gente a la que aprecio y que sabrá valorarlo”, así que aprovechamos para hablar con él por teléfono.

“Cuando me dejé la música (hace unos cinco años) iba en serio, pero después me di cuenta de que fui el único que se lo creyó” (risas). Secretamente, nunca dejó de componer y de tocar en casa, “en realidad lo que hice fue dejar la música de puertas hacia afuera”, y volvió no mucho después con Cojones, su disco más electrónico y a la vez siniestro, viviendo -no pocas veces de forma áspera- en esa contradicción constante que ha marcado su vida y su trayectoria artística, entre las sombras de la nostalgia y las luces del porvenir, que estalla con todo su esplendor en La Alegría. Una huída hacia adelante que, sin dejar de mirar al pasado, le llevó de Castelló a Madrid y de Madrid a Barcelona -donde ahora reside- en la procelosa búsqueda de su sitio en el mundo, en el panorama musical, pero también en la búsqueda de sí mismo.

En La Alegría está toda la música que he hecho, es una recopilación de todas mis etapas, desde Malconsejo, pasando por Amigos Imaginarios y hasta Cojones; es una retrospectiva de mi vida musical con canciones nuevas”. Y lo hace con muy buena letra. Con las canciones mejor escritas que nunca, con esa mezcla de sentido del humor y mala leche repleta de imágenes certeras de la que ya dejó impronta en el libro de poemas El hombre cometa y la mujer curvada (Bandaàparte, 2012), y que él sintetiza así: “Las letras de La Alegría son como fábulas, en resumen son un acercamiento a la bondad y un alejamiento de la nostalgia”.

La Alegría lo firman Santi Campos & Herederos con un sentido de banda canónico, como ya demostraron con su excelente concierto en el Trovam-Pro Weekend 2018: “He dado con los mejores músicos posibles para llevarlo al estudio y al directo, porque de hecho es un proyecto de banda. Esta vez apenas he grabado maquetas en casa, está todo trabajado en el local de ensayo y eso se nota en la grabación, prácticamente en directo y producida por nosotros mismos, y en los conciertos. Estoy muy contento con lo que está pasando a nivel de banda”. Se refiere a Javi Extremera y Joel García (guitarras), David Martínez (batería) y Juan Carlos Luque (bajo). Además de las composiciones y las letras, la voz, la guitarra acústica y el piano los pone él.

El resultado es un disco doble dividido en cuatro partes temáticas. Un triple salto mortal que, coincidiendo con su 50 cumpleaños, sacó adelante a través de un proyecto de micromecenazgo, el tercero que termina con éxito en la plataforma Verkami, que define como “la forma de dinamitar de una vez por todas la posibilidad de una salida comercial a mis desvaríos”. Y que ha tenido como recompensa más destacada un doble vinilo de 12 pulgadas, por el que está “inmensamente agradecido”.

La Alegría es un álbum conceptual con cuatro capítulos (“Una educación católica”, “El viaje”, “Polizones” -sobre el amor, su temática favorita- y “Casi un milagro”), pero el fuerte de Santi Campos es y siempre han sido las canciones en sí. Esas que, una a una, te van calando como esa lluvia fina que te pilla circulando en moto; casi no te das cuenta pero, al bajarte, el agua te está mojando hasta el tuétano. Empezando por esas “Cartas” (“la más popera, la más Malconsejo”) escritas a mano en las que reconoce al adolescente en el que empezó todo entre acordes de piano. Y “Ruido de fondo”, una de las más reveladoras del disco, que adelantó en el citado concierto del Trovam-Pro Weekend y que habla del daño moral y sexual causado por los colegios católicos en niños y adolescentes durante la Transición como rémora imperdonable del Franquismo. “Es algo que nunca terminas de quitártelo de encima, que está ahí todo el rato: los complejos sexuales, el miedo y el sentimiento de culpa, porque es que lo hacían muy bien los cabrones... Es algo de lo que se habla poco y quería explicarlo así, casi sin metáforas. Hay mucha gente cercana que me ha reconocido que ha tenido una experiencia parecida y me gusta pensar que he podido verbalizar ese sentimiento de rabia tan íntimo”.

También destaca “Barcelona”, una de las canciones que dio a conocer el disco a través de un vídeo (arriba), que habla de la despersonalización y gentrificación de las grandes ciudades, confrontando a Airbnb con Jaime Gil de Biedma, en referencia “al parque temático en el que se ha convertido Barcelona frente a la ciudad de la que habla la literatura de la segunda mitad del siglo XX, ese sitio canalla, divertido, peligroso y mestizo que ya casi no existe”. A la Barcelona del Procés, con sus bandos y trincheras, le cuesta mucho entenderla y reconocerla, “porque nunca he tenido un sentimiento de patria, de ninguna patria”. “Cuando vienen a casa amigos como Vicente (Ordóñez, compañero de las primeras aventuras de Malconsejo) y Raúl (Pastor, Rauelsson) le damos mil vueltas al asunto y nunca terminamos de sacar nada en claro; es una mierda”. De aquel proyecto musical-ermitaño que se traían entre manos ellos tres, junto con Pepe Buonamisis (otro ex Malconsejo), ya ni le preguntamos. ¡Zánganos!

Espejos” es otra de las canciones que encierran algunas de las claves del nuevo disco de Santi Campos, con letras en las que te ves reflejado, aunque a veces no te guste la imagen que te devuelven: “Nunca culpes al espejo, no mates al mensajero”. “En muchos casos no sé si estoy hablando sobre mí o sobre cosas que veo; aquí hablo sobre recurrir demasiado a la nostalgia y sobre la sensación de fracaso, sobre las personas que no se dan cuenta de lo que tienen, porque realmente ese fracaso tampoco es para tanto y hay muchas cosas a las que agarrarse”. Quizás por eso el doble álbum se cierra con “No perder la alegría”, “una especie de moraleja final después de haber hecho sangre en todas las canciones; en realidad también tiene mucha caña, pero se proclama la bondad de dejar de ser tan autocrítico y crítico con los demás”.

Un doble disco de terapia y cura, que puede hacer la misma función en quien lo escucha, con el que Santi Campos llega al Auditori de Castellón muy motivado, convencido de que es el disco, la banda y el escenario perfecto para que salte la chispa. “Precisamente porque Castellón es donde empecé a ser músico y porque voy muy seguro de que lo que estoy haciendo tiene mucho peso. En el Trovam! estaba el germen, era un primer acercamiento, pero ahora ya ha cuajado del todo, llevamos un directo muy potente. Y presentarlo en Castellón, con el respeto que me da la gente que me conoce y que me quiere, es una presión que me apetece mucho”. Aunque como él mismo proclama en la canción que da nombre al disco, siguiendo en sus contradicciones, quiera "olvidar las expectativas".