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Segunda edición del Emac.Borriana. De menos al "todos en pie" con Christina Rosenvinge

Emac.Borriana 2017

De menos a más. Así ha transcurrido la segunda edición del emac.Borriana, celebrada entre el 3 y el 5 de febrero. Este año ha tenido que luchar contra un festivo viernes en la localidad –procesión de Sant Blai- y la jornada más experimental del evento, un sábado con celebración del festejo de las paellas y un domingo con un frío viento que congeló a los dj's de la plaza de la Mercé y obligó a cambiar de emplazamiento las actividades previstas en el jardín del centro cultural. Sin embargo, el cierre, con el anfiteatro casi repleto puesto en pie aplaudiendo a Christina Rosenvinge tras una hora y cuarto de concierto, fue el mejor colofón. Apenas finalizado, los organizadores, Vicent Tormo y Jessica Montero, y el concejal de Cultura, Vicent Granel, ya se han emplazado para dentro de pocos días y comenzar a planificar el Emac 2018. Mientras tanto, recapitulación de virtudes y defectos a mejorar, porque el balance general es positivo, convirtiendo Borriana en punto de atracción para público -incluidos bastantes músicos y asistentes al circuito de conciertos- de las localidades vecinas, pero hay que seguir mejorando.

Christina Rosenvinge era la estrella del evento (muy femenino en su global). Respondió y le respondieron. Pasan los años, pero parece que no para ella. Ha cruzado la barrera de los 50, ya no es aquella jovencita que cantaba junto a Álex aquello de “Chas y aparezco a tu lado”. Hace muchos años que no tiene nada que ver. Ha pasado por diferentes fases y hoy en día es una artista que, al igual que el primer día, sigue llamando la atención por su imagen, pero por mucho más. Su aplomo y esa elegancia que asemeja fragilidad acompañan el primer rasgueo de cuerdas, el de esa especie de cántico tribal que es “Alguien tendrá la culpa”, para poner la base a unas letras personales en las que incluso se refiere a sí misma y a sus circunstancias con cierta sorna: “¡Qué bien se conserva!” murmuran al pasar” (…) Usted como poeta maldita se tiene que suicidar (…). Ella es una popstar. Le toca sobredosis, eso dice el manual”, canta en “La muy puta”, apelativo que aplica a la muerte.

Christina Rosenvinge, acompañada por Emilio Saiz. Foto: Carme Ripollès.

Su concierto es muy de Lo nuestro, de ese último disco de “amor industrial”, como le gusta definirlo. Cambia arreglos a un formato con dos guitarras. Eléctrica la de Emilio Saiz (acompañante habitual de Iván Ferreiro, además de Russian Red, Cristina Lliso…y en su proyecto, Nothing Places), buen guitarrista que acompaña a una Christina que sabe utilizar a la perfección su voz mediante tonos que asemejan susurros, estrofas más enérgicas, efectos o esos chillidos -a lo Yoko Ono pero mejor ejecutados- de “La tejedora”, cierre espectacular de la parte oficial del concierto. Regresó al escenario sola, con su teclado, recordando dos temas del exitoso Tu labio superior, su etapa post neoyorquina, post Nacho Vegas: “Alta tensión” y “Animales vertebrados”. Con un anfiteatro casi repleto –la hora de la cena provocó algunas marchas antes del final- y puesto en pie, esta madrileña de sangre danesa y experiencia vital repartida por el mundo cerró con nota un Emac del que la mayoría de los asistentes -sorprendidos por la estructura interna de La Mercé- parece querer más.

Half Waif. Cruce de sangres, mezcla de sonoridades. Foto: Carme Ripollès.

Poco antes, por el mismo escenario había pasado el trío neoyorquino Half Waif, con Nandi Rose Plunkett al frente, y un comprometido mensaje social y político entre una mezcolanza de sonoridades oscilantes entre el pop con tendencias oníricas y el rock electrónico y atmosférico, fluyendo influencias indias, europeas y del nuevo folk norteamericano. Problema: esta actuación coincidió con la del Col·lectiu Camí Fondo, que por el molesto viento trasladó su show poético electrónico dedicado a Gil de Biedma (con final de Cohen) hasta la sala de exposiciones ocupada por las creaciones de Isósteles Estudi. Y esa coincidencia provocó que el sonido del anfiteatro se colase por momentos en el otro concierto, donde la espectacular profunda voz de Josep Lluís Furió no sonó con nitidez en algunas fases. Mirando los horarios, esta coincidencia era evitable.

Poesía electrónica y visual con el Col·lectiu Camí Fondo, surgido en Burriana. Foto: Carme Ripollès.

La tarde la puso en marcha Carla, joven barcelonesa que factura un elegante, a veces intimista y otras bailable, synthpop. Bien acompañada en su voz y teclados por la batería –acústica y electrónica- de Toni Serrat. Sorprendió la invitación a la chilena-valenciana Soledad Vélez para el movido “Turned into”. Había temor ante la posibilidad de que la batería reverberase sin orden debido a la altura del espacio y su anchura. Pero Enrique Pantera Ara disipó las dudas con una buen sonorización desde su mesa y a través de su equipo.

Dos ediciones de Emac, dos actuaciones al mediodía de Toyselektor, el proyecto electrónico con juguetes de Juanjo Clausell (Pleasant Dreams) y Raül Fuentes (Heezen), y dos ventoleras, de manera que trasladaron el equipo del jardín a una esquina del anfiteatro.

Raül Fuentes y Juanjo Clausell dan sonoridad al proyecto electrónico de música con juguetes Toyselektor. Foto: Carme Ripollès.

Atrás habían quedado dos jornadas muy diferentes. La del viernes fue muy experimental y electrónica. La propuesta del valenciano Wwat (miembro de Jupiter Lion) fue dura en todos los sentidos. Un concierto con altas frecuencias, molesto incluso por momentos, y se notó entre los asistentes. Acabó ante cinco espectadores, cifra que creció rápidamente con la presencia del trío barcelonés Balago, que interpretó una imaginativa especie de sinfonía dedicada a los insectos y su hábitat en la naturaleza, que transitaban en la proyección visible a sus espaldas.

Bearoid, en el escenario del jardín construido por José Carlos de la Torre 'artiwreck', llamó repetidamente al baile. Foto: Carme Ripollès.

El sábado resultó más convencional, con el indie pop y rock de los castellonenses Red Tree (empezaron a la complicada hora de las 15:30) y de los valencianos Geografies instalados en el recinto del jardín, una estructura de madera obra del burrianense José Carlos de la Torre artinwreck, del Estudi Isósteles. Con Marion Harper fue ganando terreno la electrónica, pero una electrónica más fácilmente asimilable que la del día anterior, más pop, más bailable, incrementándose con Bearoid –el próximo verano actuará en el Arenal Sound- y aún más con Museless (proyecto de la joven catalana Laura Llopart), con un trip hop que se acabó convirtiendo en la gran sorpresa del festival. Para rematar con la sesión del dúo de dj's burrianense Vini&Kim.

Museless, ¿la mayor sorpresa positiva de esta segunda edición? Foto: Carme Ripollès.

La novedad de este segundo año ha sido el escenario de la plaza La Mercé, un buen emplazamiento, bien a la vista del viandante, pero que se encontró con el problema del cruce de sonidos del sábado por la tarde con el concierto del jardín, con un posterior desmontaje de equipo que dejó sin ambientación musical la zona de comidas, y con el desagradable fresco del domingo. Dj Coco, Borrasca, CharLee, Frank Simon, Black Chancho, Equisdé, Howpopisnow, Cosmonauta, Sickboy, Leap Into the Void y Pablo Mármol pasaron por ese escenario, dejando la experimentación para el colectivo valenciano ROOHM, en la zona del jardín. El céntrico local Naraniga se ha ocupado de las sesiones nocturnas, con The Look, Airaboi y Holzwarth & Hauser.

EL APARTADO EXPOSITIVO

La segunda edición del Emac ha reunido principalmente a jóvenes ilustradoras valencianas y castellonenses, con retratos de rostros y paisajes como imágenes más repetidas. Y al igual que el apartado musical, ha resultado muy femenino. Comentario común en las paradas: el sábado no hubo actividad en el interior del edificio, y lo acusaron, con escasas visitas; al contrario de lo que ocurrió el domingo. Belén Segarra tuvo un pasillo dedicado a ella en el lateral con puerta al jardín. En el resto del claustro de La Mercé estuvieron Spinellitester, Martina Almela, Celeste Ciafarone, María Rodilla, Miriam Cano, Paula López Almela, MeryMay Chuliá, Marta Póvez, Macarena Rubio, Lidia Cal, Sara Bellés, Ana Nometoquesloscopys, Marcos Vicent, Estudi Isósteles, La Llauna Gràfica y Witches & Bitches.

Las ilustraciones de Belén Segarra ocuparon uno de los pasillos. Foto: Carme Ripollès.

En una de las esquinas, el colectivo Fail! instaló un dispositivo electrónico para recoger en una pantalla las frecuencias producidas por el movimiento de cuatro placas metálicas.

En el pasillo opuesto a la puerta principal se instaló la fotografía. Al no haber ninguna parada en esa zona, acabó siendo la menos visitada. En ella destacaba sobremanera la imagen aportada por el burrianense Ramón Usó, quien sorprendió con "Nosotras", cinco mujeres asexuadas a modo de maniquíes a través del proceso de edición. Impactante resultado en combinación con la luz y el rojo de fondo que a nadie que la visualizase dejó indiferente. El propio artista explicó que esta obra ha sido admitida a calificación para la medalla de Oro en la bienal que organiza la Federación Europea de Fotógrafos Profesionales que se celebrará en Francia en 2018. Además se pudieron contemplar las fotografías de Aniwiki, Ruth Muñoz y Ruth Diago.

El festival contó también con diferentes talleres en la franja horaria del mediodía, impartidos por Elefanzine, Arquilecturas, María Rodilla y Belén Segarra.

"Nosotras", de Ramon Usó.

Imagen de portada: Christina Rosenvinge, por Carme Ripollès.