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No rompimos nada

La semana del Tanned Tin era la mejor del año. La semana del descubrimiento: yo descubrí que no sabía inglés por ejemplo. Los cantantes hablaban entre canción y canción, la gente se reía y yo sonreía en plan jeje, pero en realidad ni puta idea de lo que habían dicho.

Hay quien piensa que en Castelló nunca pasaba nada de la misma manera que hay quien piensa que el fútbol en el Castellón lo inventó José Luis Oltra. Todo mentira: antes ya de Oltra el mejor plan de cualquier domingo era sufrir en Castalia a las cinco y disfrutar en Ricoamor a las siete. Era el plan perfecto, el plan de todos los tiempos, el plan que idealizo porque en realidad no lo hice más que cuatro o cinco veces. Pero era.

Tengo 35 años, me pregunto qué huella ha dejado mi generación en mi ciudad y no tengo ni idea. Es posible que nuestro sitio sea el limbo, y me parece perfecto. No rompimos nada. Quisimos ser nuestros mayores, rastreamos el catálogo de No Tomorrow y nos compramos una camiseta del Rico. Siguiendo una estela brillante y fugaz quemamos miles de noches entre la diversión y el arrepentimiento. Cambiamos todo para que todo siguiera igual. Soy lo suficientemente viejo para no poder abrir un canal de Youtube, ponerme una gorra hacia atrás y grabar retos y unboxings. Soy lo suficientemente joven para no ser un opinador señoro, para no subirme a ningún púlpito, para no creer demasiado en nada.

Me parece, todo me parece, que mi generación es alérgica a las responsabilidades y las certezas. Las responsabilidades nunca nos las dieron y las certezas se fueron desmoronando una a una. Los viejos lucharon contra algo y alimentaron una autoridad moral que les permite pensar que lo saben todo. Yo no quiero convencer de nada a nadie porque sé que mi verdad puede estar equivocada, y desconfío de aquellos que no dudan jamás, sobre todo.

La semana del Tanned Tin era la mejor del año. La semana del descubrimiento: todos los artistas decían que les encantaba Castelló, que lovely ciudad y que viva la fideuà, pero luego ninguno se quedó a vivir aquí, que yo sepa, ni cerca, de nada.

Enrique Ballester es periodista y autor de los libros InfrafútbolBarraca y tangana.