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Junior Mackenzie y Martina se citan en Benicàssim

Junior Mackenzie, en la escenificación de 'Mr. Good Horse'.

Juan Fortea es uno de esos músicos que hace tiempo entendieron que, con las características actuales del mercado, se lo ha de hacer todo uno mismo. Pasó por una etapa en la que intentaba abrirse camino y se topó con todos los obstáculos del negocio musical. Ahora se toma su actividad con otra actitud, buscando en primer lugar disfrutar, al tiempo que establece contactos para realizar colaboraciones e incluso para organizar conciertos eliminando en lo posible los intermediarios, como ocurre en las Mackenzie Sessions. Por motivos de estudios, se ha trasladado a Valencia, donde mantiene un ritmo de actividad en directo similar al que desarrollaba en Castellón, mientras espera que llegue un buen momento para grabar sus nuevas canciones tanto como Junior Mackenzie (folk-rock en inglés) como con La Música de Martina (pop en castellano). Ambas personalidades se expondrán en el remodelado Teatre Municipal de Benicàssim el domingo 29 de junio (19:00; 3 euros).

Son proyectos distintos en todos los sentidos y, como consecuencia, Juan Fortea se acompañará por dos bandas diferentes. Con Junior Mackenzie le rodean Eloy Alcaide (teclista de Skizophonic), Mauricio Bedoya (contrabajo habitual en proyectos de jazz), Luis Curilli (batería) y la violinista Marta Domingo, quien también colidera el grupo Odd Cherry Pie. Mientras que los temas de La Música de Martina serán recreados por el guitarrista Fernando Borja y el batería Sergio Bisbal (ambos del grupo Viva Retrato), el teclista y multiinstrumentista Carlos Álvarez (Dry River), Mauricio Bedoya, quien hará doblete, lo mismo que Marta Domingo, aunque la violinista sólo colaborará en uno de los temas; y una sección de viento formada por Pasqual Trenco (saxo), Iván Toboso (trombón) y Kiko Royo (trompeta).

Recuperando una entrevista concedida a Nomepierdoniuna, Juan Fortea habla sobre Junior Mackenzie y La Música de Martina, con proyectos a la vista em ambos casos que aún dependen de importantes factores... y siempre con el american dream de fondo.

>Estás muy activo, al igual que en estos últimos años, pero en lugar de Castellón, ahora te mueves más por escenarios de Valencia. Creo que debido, en parte, a tu cambio de residencia por temas de estudios. ¿Cómo te va esta temporada por Valencia?
Ya viví en Valencia desde los 20 a los 22 años, cuando me formaba como técnico de sonido, y la verdad es que he redescubierto una ciudad en la que me siento como en casa. Actualmente, compaginar los estudios y la música e intentar dar la talla en todo es mucho trabajo, que se puede resolver reduciendo las horas de sueño. Además, si te soy sincero, necesitaba aires nuevos, conocer gente y verme en situaciones distintas. La verdad es que estoy muy contento.

>¿Observas diferencias notables entre la escena de Castellón y la de Valencia?
Muchas. Desde la propia actitud de los músicos y bandas hasta la propia escena y cantidad de oferta. Aquí es típico ir a ver un concierto y toparte con diferentes bandas que acuden como público. Y no sólo eso, sino que aquí gran número de músicos militan en diferentes formaciones. Hasta la fecha, lo que yo he encontrado es que hay un sentimiento y hermandad entre las bandas y los medios en el que no se aprecia a rasgos generales competitividad. Pero, bueno, es mi opinión. Tampoco llevo tanto tiempo moviéndome por aquí. Lo que sí te aseguro es que mi propuesta está funcionando a las mil maravillas.

>Por cierto, ya se te ha pegado eso de “-fornia” (Castefornia, Valencia-California) que tanto gustan de utilizar en Valencia.
¡Claro! Castefornia de la Plana y Valen City.

>Vuelves a tocar con banda después de varios años enfrentándote solo al público. ¿A qué se debe este giro en tu carrera, ya apuntado con el EP Mr. Good Horse, en plan eléctrico, en lugar del contenido acústico de los dos anteriores, Songs from the top of a mountain y Melodies for the end of the world?
Cuando grabé Mr. Good Horse tenía unas ideas algo más ruidosas que en los trabajos anteriores. Me apetecía hacer algo distinto a los tres primeros trabajos. Disfruto dándole vueltas a las cosas, intentando mostrar propuestas distintas a las previas. Es la única forma de no aburrirme. Mr. Good Horse es un disco más, pero para nada sienta las bases de lo que pueda venir en nuevas entregas.

>¿Cómo has compuesto una banda con músicos de tan distinta procedencia?
La actual formación surgió por una mera casualidad para participar en el concurso Vinilo Valencia. En un primer momento sólo se planteó cubrir las actuaciones derivadas del concurso, pero hubo amor entre los integrantes de la banda y fueron ofreciéndome más fechas en otras salas. Así que palante. De todas formas, pese a llevar más músicos en la formación, se siguen manteniendo los matices acústicos que tanto me gustan.

>En tus grabaciones siempre te rodeas de nombres importantes a nivel nacional (Ramiro Nieto, de The Right Ons; Nacho García, de Cooper; Willy Tornado…), que sólo te acompañan en estudio, aunque en Mr. Good Horse contaste con gente de la terreta (Eloy Alcaide, Sol González, Nuria Pallarés y Sofía Royo). ¿Te planteas formar una banda estable incluso para el estudio o prefieres mantener la línea actual individual con invitados puntuales?
Los músicos que colaboran en mis grabaciones suelen tener incompatibilidad de agenda por compromisos y distancia geográfica o, simplemente, es inviable meter en el escenario a diez músicos, como a mí me gustaría, por falta de tiempo para ensayos o presupuesto. Me encanta trabajar con diferentes músicos, tanto en estudio como en directo. Principalmente porque las canciones crecen cuando dejas que otros dejen su huella. Otra de las razones  por las cuales he tocado durante los pasados años en solitario es por no encontrar gente con la que sintonizase a nivel musical. Y con la banda que me acompaña ahora todo es fácil y bonito.

>¿Cuál es la respuesta que ha recibido este trabajo discográfico?
Pues para mi sorpresa Mr. Good Horse ha recibido muy buenas críticas y se ha colado en alguna de las listas de lo mejor del pasado año. No es por dudar de mis capacidades, sino por el hecho de que este EP se realizó sin ninguna pretensión. No buscaba un fin comercial. Simplemente plasmar unas canciones que rondaban mi cabeza desde hacía tiempo y dar rienda suelta a la creatividad y a las ideas con un concepto de fondo que intentase reflejar la situación que vivía en ese momento. Hice las cosas de otra manera: me tomé mi tiempo para buscar los sonidos y atmósferas que había pensado originalmente y me di permiso para probar y experimentar.

Junior Mackenzie, con su nueva banda, en la sala Wah Wah de Valencia.

>No es la primera vez que te haces acompañar por este tipo de instrumentos de cuerda. ¿A qué se debe ese gusto tuyo por incluir estos elementos en tu música?
En los instrumentos de cuerda de madera, sean violines, cellos o contrabajos, encuentro un medio para expresar matices que en los instrumentos electrificados me es más difícil obtener.  No hay nada más evocador y preciosista que un pasaje instrumental dominado por cuerdas. Con el paso del tiempo he encontrado múltiples posibilidades en las guitarras acústicas sin perder la intensidad y fuerza. De hecho, muchas de las guitarras de Mr. Good Horse son acústicas procesadas y distorsionadas. Conforme me voy haciendo más mayor me apetece guarrear menos con las canciones. Me gusta que haya espacio y que los arreglos vayan entrando y saliendo mientras avanza la composición, siempre dejando sitio para jugar con la voz.

>Eres el creador de las Mackenzie Sessions, que unen en un cartel a grupos de diferentes provincias. ¿Consideras que este tipo de alianzas son las más provechosas en el momento actual para los músicos, saltando todos los intermediarios más clásicos de este mundillo?
Yo soy un fiel defensor de la colaboración entre músicos siempre y cuando no haya una lucha de egos ni divismos y se establezca una relación de igual a igual. Ese es el filtro principal que se pasa cuando monto una Mackenzie Session. Si voy a partirme el culo por crear, promocionar y gestionar un evento, lo mínimo es que haya una armonía. Yo no soy promotor, ni manager. Soy una persona a la que le gusta la música y las cosas bien hechas.

>¿Qué tal han funcionado las Mackenzie Sessions? Si no recuerdo mal han sido dos hasta ahora. ¿Habrá pronto una tercera?
Exacto. Hasta la fecha ha habido dos sesiones: la primera con Jacobo Serra y Chlöe’s Clue y la segunda con Acapvlco y The Outside Hours. Personalmente yo quedé satisfecho y por lo que me comentan las bandas que participaron, más todavía. Por otra, parte todos los medios colaboradores que dan cobertura, entre los que se encuentra Nomepierdoniuna y una larga lista, han apostado fuerte con la idea de las Mackenzie Sessions. De esta forma se ha creado una gran hermandad de amantes de la música y se dan a conocer al público nuevas propuestas. Y ésa es la finalidad de esta locura, que tanto el público como las bandas se beneficien de conciertos en condiciones. En este tipo de evento las bandas se encuentran con todo hecho: la promo, el booking, el alojamiento. Sólo tiene que preocuparse de tocar. Para todo lo demás, incluida la gestión de caché y pagos, estoy yo. Es todo por y para la banda. Yo no me quedo un céntimo. Ahora estoy planeando una cosa grande para después del verano en Valencia, para arrancar la nueva temporada. Pero de momento es sólo una idea. He de reunirme con colaboradores y gestionar sala y demás. Si sale será muy bonito.

Junior compartiendo escenario con Adela, Pat y Félix en un concierto de Lula.

>Últimamente has sido protagonista indirecto en varias informaciones e incluso apareces en un libro, el autobiográfico de Pat Escoín (‘Redonda como una pelota’), donde se hace referencia al tiempo que compartisteis proyectos musicales, tanto con ella (Belfast) como con tu prima, Adela Arrufat (Second Hand Store). ¿Qué recuerdas de aquellos años?
Leí el libro de Pat y el capítulo en el que me menciona movió en mi recuerdo toda esa época que coincidió con Belfast y Second Hand Store en la que yo era joven, inconsciente y feliz siete días a la semana durante 24 horas. Posiblemente sea la mejor época que he vivido, no sólo por la gran actividad musical, sino por las amistades, vínculos y experiencias que me quedan de entonces. Recuerdo las pellas descomunales de la Uni, los fines de semana de cuatro días, el sofá, la ayuda, experiencia y consejos de Pedro (López) y Pat, los ensayos continuos, el festi de Ceuta y su resaca de una semana de duración, ir de un lado a otro sin rumbo fijo, los conciertos... Eso era vivir como a mí me gustaría vivir realmente.

>Creo que alguna vez se os ha pasado por la cabeza realizar alguna actuación puntual con Second Hand Store para recuperar durante un día el recuerdo de aquel tiempo. ¿Es una posibilidad que sigue abierta?
Tal vez nos juntemos de manera puntual, pero es difícil gestionarlo. Además mi prima Adela y yo somos como los hermanos Robinson de los Black Crowes: chocamos mucho a nivel musical y además ambos tenemos sangre aragonesa por las venas. ¡Duelo de titanes! Pero sí, hay prevista una reunión para celebrar un aniversario; aunque dudo mucho que de ahí salga una rutina. Cada uno tiene sus compromisos y su vida y es complejo mantener una banda unida  y en pleno rendimiento.

>Tu concierto en el Teatro de Benicàssim el 28 de junio dentro del ciclo Altres Músiques va a mostrar tus dos caras: Junior Mackenzie y Martina. ¿Cómo va a ser? ¿Con banda ambos, en solitario…?
Sinceramente, es algo que siempre me ha hecho mucha ilusión. Desdoblarme una misma noche en mis dos personalidades musicales puede ser realmente interesante. La idea es acompañarme de dos bandas, una para cada proyecto. Habrá de todo. Quiero que sea un concierto muy especial... Y como decían en el Un, Dos, Tres: "Hasta aquí puedo leer".

Imagen correspondiente al proyecto La Música de Martina. Foto: Laura Beltrán.

>Por cierto, ¿qué tiene a la vista Martina? ¿Hay preparado ya un volumen 3 de Cuentos de aventuras desafortunadas?
Preparado está desde hace tiempo. Lo que no hay es dinero para grabar. Y me niego a hacer un crowdfunding para financiar mis discos. No entro en estudio tan frecuentemente como me gustaría porque la sonoridad y forma de hacer las cosas por las que me rijo necesitan de un bolsillo cargado de billetes.

>¿Tiene Junior Mackenzie preferencia sobre Martina respecto a la próxima entrada en estudio?
De momento sí. Como mencionaba anteriormente, falta presupuesto, que en el caso de conseguirse se destinaría a Junior Mackenzie.

>Después de esas grabaciones con Martina, ¿te sientes cómodo con canciones en castellano… algo que nunca habías probado antes?
Me siento distinto. Es como si fuese otro yo. Todo suena de manera distinta, desde el carácter de las composiciones hasta la voz. Pero me gusta, es un reto.

>¿Sigues resistiéndose a integrarte en las reglas sociales más clásicas, que creo que es lo que reflejabas en tu canción “All my Friends have children”?
Todos de una manera u otra estamos integrados en las reglas sociales clásicas, tengas children o no. Lo inteligente es saber readaptarte sin perder tu esencia y yo más profundo. Esa canción exactamente describe mi círculo de amistades con familia e hijos, habla de la soledad, de hacerse mayor y de cómo cambian las cosas cuando tienes otras responsabilidades más allá de rascar la guitarra. No es exactamente una reivindicación sobre mantenerse fuera o dentro de los márgenes sociales. Habla de ser uno mismo. Tengo una visión bastante catastrofista y cínica del amor y las relaciones de pareja y creo que por esa vía salió el disparo al escribir esa canción. La cuestión es que yo disfruto de mi soledad, de mi tiempo, de mis amistades y aún no ha aparecido la princesa con la que quiera tener children... (risas)

>Siempre has tratado de desarrollar carrera aquí, incluso has intentado formar parte de algún proyecto de renombre. Pero creo que hubo un momento en que lo dabas por imposible. ¿Ha cambiado algo?, ¿ves ahora alguna luz en el camino?
Lo que ha cambiado es mi forma de relacionarme con la música. Antes era una obsesión; ahora es una pasión. Las cosas que no se construyen con base sólida acaban cayendo por su propio peso. Y eso es lo que pasó. Uno no puede andar jugándoselo todo a una carta porque tiene todas las papeletas para pegarse un batacazo si no sale tu número. No es que vea la luz del camino, es que hago las cosas de manera distinta y las disfruto más. La composición, los ensayos, los conciertos... ahora toco principalmente para mi goce. Antes era como si tuviese que demostrar algo a alguien.

>¿Irte a Estados Unidos a desarrollar tu carrera es todavía el sueño que anhelas?
Sí, siempre. Cada día que me levanto. Pero las cosas son más complicadas cuando las quieres poner en la práctica que cuando las sueñas. La autogestión requiere muchísimo más trabajo y sin una entidad importante que te apoye se rozan los límites de la imposibilidad.

>¿El concierto con Richard Hawley ha sido el más especial para ti?
No el más especial, pero sí uno de los más interesantes, ya que me prestó su guitarra porque la mía se estropeó en la prueba de sonido. Fue bonito conocer a un tipo al que admiro tanto y que se mostrase tan próximo... como decimos en Castefornia... "tan bonico".

>El que más invita a ser olvidado…
Hace años me montaron un bolo en una cafetería, de esas de barrio con máquina tragaperras, mesa de billar, abuelo con puro y camarero gritón. Estaba tan incómodo y fuera de lugar que se me olvidaban hasta las canciones. Lo acabé como buenamente pude porque necesitaba los dineros. Pero a rasgos generales de todos los conciertos sacas cosas buenas y malas. Las buenas las guardas y recuerdas, las malas las usas para aprender y no repetir errores.