El Trovam! vive una tercera edición de “transición” para consolidarse como la Fira de la Música

El Trovam! ha cerrado su tercera edición de modo similar en cuanto a reparto de la asistencia respecto a la anterior, aunque según las cifras de la organización ha descendido de los 3.200 de 2014 a los 3.000 de éste, alejándose de los 4.000 del primer año. Repartido por espacios, se registró un lleno absoluto en el concierto inaugural del miércoles 21 de octubre en el Paranimf de la UJI, con unas 800 personas presenciando las actuaciones de Pep Gimeno Botifarra, con la Banda Municipal de Castelló, y de Carles Dénia; una gran afluencia a la plaza Santa Clara en la sesión matinal del sábado con la compañía de Elisa Matallín, Marcel El Marcià y Trobadorets. En el Teatre del Raval, en el total de las dos jornadas se sitúa la asistencia en unas 100 personas. El punto más flojo llegó el sábado por la noche en La Pérgola, donde tras un viernes con un buen registro -550 personas, siempre según los datos de la organización, VAM! Valencian Music Association-, se bajó a 200 asistentes. Mientras que en las jornadas profesionales, desarrolladas en tres sesiones diferentes, el número de participantes fue de medio centenar, celebrándose tras la vespertina del jueves un concierto con Maria Arnal y Marcel Bagés en el claustro del Museu. El total redondeado que ofrece la organización es de 3.000 asistentes.

Aunque en opinión del portavoz, Armand Llàcer, por encima de las cifras, lo más importante es que “dentro de una edición que podríamos denominar de transición, se ha avanzado hacia la definición de un modelo de Fira aplicable a la realidad musical valenciana”, porque la intención de sus responsables es que Trovam! sea un evento que vaya más allá de un festival, convirtiéndose en un sólido punto de encuentro de los protagonistas de la música en valenciano desde sus distintos sectores. Y desde esa perspectiva, Armand defiende la coincidencia de horarios entre el Teatre del Raval y La Pérgola –que levantó contadas críticas entre los asistentes al primero- apuntando que “son propuestas diferentes para públicos distintos, como ocurre en cualquier Fira, con espacios diferenciados”. El punto más complicado llegó el viernes, con la obligación por cortar la sesión una hora antes de lo previsto (3:00) por un tema relacionado con permisos que no se había aplicado en los dos años anteriores.

LA PÉRGOLA: LOS CONCIERTOS FESTIVOS

El  Trovam!  volvió a  convertir La  Pérgola en  el  escenario  de  las  propuestas  más movidas de su programación musical. Aunque ésta no respondió tan bien como en ediciones pasadas. Ni los cabezas del cartel, Els Catarres o Bongo Botrako, consiguieron llenar una Pérgola que con propuestas como la de Tardor parecía aún más fría; además de luchar, en algunas ocasiones, con una molesta reverberación del sonido o el repentino cierre una hora antes de lo anunciado, con Rapsusklei como gran perjudicado el viernes. Eso sí, de diez cada uno de los grupos que se adueñaron de la noche de la tercera edición del Trovam!

La mayor asistencia de público la anotaron Els Catarres el viernes 23 y Bongo Botrako el sábado 24. Los primeros volvieron a dejar impresa su  postal en Castellón. Volvió “Jennifer” y estalló su Big Bang(2015), quemaron la noche (“En peu de guerra”) y, como ya hicieron en la primera edición del Trovam!, volvieron a cantar al público aquello de que “Vull estar amb tu”. Su directo se ha vuelto más ecléctico y eléctrico, pero sigue siendo manteniendo la misma fórmula. Els Catarres se apagaban entre juegos de luces y papeles de colores.

Los mismos papeles que aún colgaban del techo el sábado mientras  Bongo Botrako recordaba el sábado aquello de que “Todos los días sale el sol”. El grupo catalán se despedía, de boca de un carismático Uri Giné (voz), de su público castellonense; ya que hace unas semanas anunciaron un parón indefinido. La Pérgola no paró de bailar con ellos  (“Caminante”),  se  emocionó  cuando  escucharon  aquel  adiós  que,  por  ese instante,  parecía  no  existir  y  les  cantó  y  aplaudió  por  todos  estos  años  cuando volvieron al escenario con “Revoltosa”.

El que tuvo que correr más de la cuenta fue Rapsusklei. El mc se subía al escenario de La Pérgola media hora antes de la hora anunciada por el festival con la sorpresa y mala noticia de que a las 2.00, hora a la que estaba previsto que saliese,  se tenía que acabar todo. Disculpando a la organización y con un sutil “Please officer”, El Niño de la Selva hizo un rápido repaso a algunos de los temas más característicos de su carrera (“No estamos creyendo”, “Hip hop kresia”, “Soledad”, “Dando y perdiendo”, “We are the future”). Todo ello cantando entre el público y con saltos y volteretas. Hubo más rap en La  Pérgola,  con  el  cierre  la  tercera  edición  del  Trovam!  con  los  dardos  y contundencia (“Tic tac”) de Arrap y la despedida de El Blüe, que sufrió las horas más bajas del sábado 24.

Y, es que, parecía que el sábado costaba llamar a la gente. Como también le pasó a Tardor en el que ha sido uno de sus últimos conciertos antes de cerrar la gira de Una ciutat invisible (2014) ante un público que no superaba la media centena. Al contrario del viernes cuando, a esa misma hora, salía el sol y los ritmos jamaicanos de Égalité consiguieron arrastrar a más gente. Una inyección de color y ritmo que supo alargar Doctor Prats. Fueron los canallas del viernes, quienes, a base de rumba y ska principalmente, hicieron bailar a La Pérgola con sus divertidas versiones.

Xarim Aresté y Tom Bombadil completaron los carteles de una Pérgola  a la que cuesta arrastrar el público.

EL TEATRO DEL RAVAL: ENTRE EL AUTOR Y LA EXPERIMENTACIÓN

Las dos jornadas del Raval fueron muy distintas. Lejos de la fiesta de La Pérgola, apuntaba a conciertos para ser escuchados con atención desde un asiento. El viernes fue un día de cançò d’autor, que no de cantautor, tal como se suele entender ese concepto en un sentido más clásico.

Isaac Ulam presentó una propuesta difícil de catalogar, con ciertos tonos hippies, a veces introspectivo y en otros más salvaje. Muy expresivo con su voz, acompañada por su guitarra y en ocasiones por un teclista, presentó su segundo disco, Murtra, despidiéndose con una versión de “Balada per a un trovador” de Serrat y con una dedicatoria a su esposa y pronto madre.

“Sóc el guitarrista de Botifarra. M’han dit els de màrqueting que em presente així”. Con esta broma basada en la realidad se plantó en el escenario Néstor Mont, músico de Algemesí que empezó en terrenos del pop y del rock y que se ha introducido en los terrenos del folklore popular, tanto en estilo como en letras, reflejando los problemas del agua en la Ribera o acudiendo a canciones tradicionales (“Les xiques d’Algemesí”). Y al tiempo que repasaba sus tres discos, reivindicaba eventos como el Trovam! con espacios para el debate, y entre ellos la manera de atraer a más público en cuanto a número que el medio centenar de presentes en esa tarde del viernes.

Julio Bustamante es nombre de referencia del pop mediterráneo, más para la crítica y para otros músicos que para el público. Con una banda nueva, Lavanda, repasó casi por completo su más reciente disco, En el nombre del gato, a la que vez que avanzaba un tema del siguiente, que responderá al inquietante título de La misión del copiloto. Temas en castellano y en valenciano, reforzados por la voz de Montse Azorín, hablando sobre cuestiones relacionadas con el amor y también de reflexiones éticas, incluido un homenaje a “Hojas de hierba” de Walt Whitman, padre del verso libre y clave para entender la cultura beatnick. El momento más celebrado el correspondiente a “Somriure astut”.

Y de la reflexión de Bustamante al estilo más eléctrico de Gener, el proyecto del valenciano Carles Chiner, que ha resultado una de las grandes sorpresas desde que Mésdemil le editase el pasado año el disco El temps del llop. En formato de quinteto, fluctúa entre el folk rock norteamericano y los aromas mediterráneos, situando su voz siempre protagonista, muchas veces acompañada por efectos, mientras reduce los tonos altos a sones angelizados a lo Jeff Buckley. Refencias a los grandes nombres de la cançò valenciana, como Raimon (“Al meu país la pluja no sap ploure”) u Ovidi Montllor, con una “Cançò de llaurador” que enlazó con la reivindicativa “D’un poble del sud”, en un emocionante final de actuación y de jornada. En Castellón confirmó el porqué de los elogios que recibe.

El sábado arrancó con Ramon Godes, quien demostró que su nuevo disco, El escondite del Espíritu, es de lo mejor que ha salido de su guitarra en años, con un buen puñado de canciones que tocan la fibra con muy pocos elementos: aromas mediterráneos por los cuatro costados, raíces populares, experimentación y una técnica sobresaliente. El veterano compositor y productor castellonense ofreció en el Teatre del Raval un concierto sobrio y elegante, con ese toque solemne que le dan sus introducciones, como cuando se refirió a sus ancestros para relacionarlos con su etapa en Malevaje o como cuando presentó su nueva "marineria" dedicada al Grau, donde vive. Concluyó la actuación acompañado de su colaborador más habitual, Alejandro Royo, al contrabajo, y con la Canción de la Semana en Nomepierdoniuna, "Bolero en memòria de Magdalena Calpe", dedicada a una heroína anónima que marcó su infancia. El público premió con una calurosa ovación su luminoso concierto, lo que desembocó en bis. En noviembre, Ramon Godes seguirá presentando su disco en Madrid, Pontevedra, Oviedo y Gijón.

En realidad, el castellonense fue como una excepción dentro de una jornada muy experimental, aunque dentro del riesgo, también las otras tres propuestas fueron bastante distintas entre sí. La de Enric Casasses & Doctor Simon i Telefunken sorprendió desde la propia puesta escena: el poeta catalán leyendo sus textos flanqueado por las melodías de los dos músicos ataviados con una especie de trajes de papel de aluminio dorado dando una imagen de payasos galácticos. A pesar de que las dos actuaciones siguientes fueron instrumentalmente más sorprendentes, a buen seguro que los presentes recordarán especialmente ésta por su surrealista sentido del humor.

El trabajo de Andrés Blasco –siempre en grupos de experimentación, como Carmina Burana o Fitzcarraldo- dentro de su proyecto Truna tiene un enorme mérito. Se encarga de poner banda sonora a cortometrajes dadaístas con instrumentos construidos por el propio lutier electrónico. En escena utiliza en todo momento un violonchelo sobre el que aplica o complementa sus inventos, extrayendo sonidos en muchos casos onometopéyicos que se ajustan a la perfección a las imágenes.

Más inventos aplicados a la música, los de CaboSanRoque. Un trío catalán formado por un guitarrista (Roger Aixut), una teclista (Laia Torrents) y el espectacular invento electrónico percusivo Tres Tristos Trons, con un muro frontal formado por latas, muelles e incluso una antigua máquina de escribir. En directo ofertan 12 Rounds, integrado en la Trilogía del Ruido, donde es palpable la experimentación heredera de movimientos iniciáticos como el krautrock.

Imagen de portada: Concierto de Enric Casasses & Don Simon i Telefunken. Foto: Carme Ripollès (ACF Fotografía)