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El Paraíso que perdimos, según Pablo Auladell

Exposición 'El paraíso perdido' en el Museu de Belles Arts de Castelló. Foto: Ángel Sánchez.

Contar lo de siempre como no se había hecho nunca antes. Ese fue el reto al que se enfrentó Pablo Auladell cuando, en 2010, la pequeña editorial de poesía Huacanamo le contactó para hacer una breve adaptación de El paraíso perdido: la extensa epopeya en la que el poeta inglés John Milton narra la contienda entre las huestes angelicales y demoníacas por el Reino de los cielos. Tras la publicación de una primera edición en la que adaptó el primer canto del poema épico, Pablo Auladell se dedicó a otros proyectos sin ser consciente de que había dado los primeros pasos de la obra que le haría valer el Premio Nacional del Cómic en 2016 y exhibir su creación en exposiciones como la que podemos encontrar el el Museu de Belles Arts de Castelló (y que permanecerá activa hasta el 28 de marzo).

Dos años después de esa primera edición, la editorial Minos le pide retomar el proyecto de El paraíso perdido, labor que le ocupó tres años de trabajo. Pablo Auladell aceptó la propuesta, decidiéndose a aplicar su propia mirada en la adaptación del clásico literario: “De El paraíso perdido me interesaba la crítica velada que Milton hace de la monarquía absoluta y la problemática de la libertad de la humanidad, así que deseché lo que no tenía que ver con esta visión”, explica el artista. Visión que le llevó a plasmar gráficamente un mayor número de cantares, entre los que se narra la caída de Satán del Reino de los cielos o el descenso de Adán y Eva al Mundo terrenal: "Sentí más presión que al adaptar otro tipo de obra, porque los clásicos están en la mente de todos y en muchas ocasiones ya han sido dibujados".

Concretamente, El paraíso perdido de Milton había sido ilustrado anteriormente por grandes autores gráficos como William Blake o Gustave Doré. Ello motivó a que Pablo Auladell pudiera aplicar su propio estilo en la ilustración de la epopeya, consiguiendo una versión diferente a las anteriores: “Cuando empecé mi adaptación de El paraíso perdido estaba construyendo una nueva iconografía más propia. Me llamaba la atención que los ilustradores españoles tuviéramos referentes europeos y estadounidenses, pero no aprovecháramos nuestro bagaje cultural. Pocos bebían de la imaginería mediterránea. Por esa razón, mi versión El paraíso perdido tiene ese aire más renacentista, distinto al de Blake o Doré que son más celtas y nórdicos”.

Pablo Auladell en la inauguración de la exposición en el Museu de Belles Arts de Castelló. Foto: Ángel Sánchez.

La búsqueda de una iconografía más personal implicaba redefinir aquellas convenciones culturales que todos tenemos asumidas: “No estaba interesado en hacer unas imágenes de ángeles y demonios muy canónicos porque no quería dibujar de nuevo lo mismo, buscar una nueva manera. Por eso, ubicar El reino de los cielos en un espacio aéreo me permitió representar a los ángeles como aves”. Entre sus principales quebraderos de cabeza destacó el diseño de personajes muy presentes en la imaginería popular como Satán, el Arcángel Miguel, Belcebú o, especialmente, el Hijo de Dios.

El tono belicoso del poema de Milton le impedía representar a Cristo según la concepción terrenal de Jesús de Nazaret. En El paraíso perdido, el Hijo de Dios es un ser imponente y victorioso, enviado por Dios para luchar contra Satán, por lo que debía ser representado como un héroe guerrero: “Di con la solución al pensar en las cosas relacionadas con Cristo, entre ellas el Cordero de Dios, así que decidí dibujarle con un yelmo con la cara de un cordero para la batalla", nos desvela Auladell, "también lo aproveché para la escena de la coronación de Cristo, que era especialmente difícil de dibujar. El casco de cordero me sirvió para hacer una coronación más mística, mitológica”. El diseño de Agnus Dei terminó siendo todo un acierto, ya que protagoniza la portada la edición holandesa de El paraíso perdido de Pablo Auladell, considerada la “edición de lujo” debido a su tamaño y acabado: “Es de los aspectos que más orgulloso estoy del trabajo”, asegura Auladell.

Pablo Auladell busca en su iconografía más personal para dar forma a 'El paraíso perdido'. Foto: Ángel Sánchez.

Para su particular representación de los primeros albores del relato religioso, Pablo Auladell utilizó la técnica Alla prima (dibujando a la primera, sin apenas ensayos previos) en carboncillo sobre papel: “No hago bocetos, hago más bien calentamientos como un deportista. Hago unos pequeños dibujos, pero que no tienen que ver con la escena que haré posteriormente. Son para meterme en situación”, confiesa Auladell.

El ilustrador alicantino justifica su particular método de trabajo con la naturalidad de los primeros trazos: “Cuando después del boceto hago como mis compañeros y lo paso a tinta, el dibujo se me muere. Queda muy bien, pero cuando giro la cabeza y veo el boceto inicial me gusta mucho más, tiene más espontaneidad. Tiene una fuerza y potencia que se pierde en el proceso de perfección del boceto. Se pierde la vivacidad y la gracia”. Sin embargo, la técnica Alla prima también tiene una mayor exigencia debido a la menor preparación previa. Según Auladell, “el dibujo tiene que salir a la primera, si se me hace bola seguramente acabe en la papelera. Si sale, bien. Y si no, se rompe la página y se empieza otra vez”.

"No hago bocetos, hago más bien calentamientos como un deportista. Pequeños dibujos que no tienen que ver con la escena que haré posteriormente; para meterme en situación."  

Tras un azaroso proceso creativo -cambio hasta en tres ocasiones de editorial y abandono del proyecto durante dos años-, la adaptación de Pablo Auladell de El paraíso perdido vio la luz finalmente con la editorial Sexto Piso. Debido a la valentía del trabajo y el estilo visual particular del ilustrador alicantino, El paraíso perdido fue reconocido con el Premio Nacional de Cómic en 2016; galardón entregado por el Ministerio de Cultura y uno de los más importantes en el sector de la ilustración a nivel estatal.

El trabajo de Pablo Auladell llamó la atención de We Art Exhibitions, con los que ha conseguido llevar su arte de las páginas a los museos: “Su iconografía y su fuerza artística, pictórica y visual son muy identificativas. Se ha ilustrado El paraíso perdido en muchas ocasiones, pero esta adaptación es maravillosa. Y por ello se ha publicado en diferentes  países”, afirma Maripaz Martínez, comisaria junto a Carmen Ruiz de la exposición presente en el Museu de Belles Arts de Castelló hasta finales de marzo.

La exposición permanecerá abierta al público hasta el 28 de marzo. Foto: Ángel Sánchez.

El Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana ha comprado parte del material de El paraíso perdido para incorporarlo a su exposición permanente: trece páginas originales y un descarte de portada. El apoyo institucional, aunque escaso, ayuda a paliar un sector de la ilustración afectado notablemente por la pandemia: “La compra de obras del Consorci viene bien para paliar la falta de vendas que hay desde el inicio de la pandemia. Seguramente se podría hacer más, pero tampoco nos quejamos porque también se podría hacer menos”.

Según Pablo Auladell, en el ámbito de la ilustración muchos son los profesionales que han llegado a ver interrumpida su actividad: “Hay artistas, como yo, que pertenecen al sector editorial. Otros artistas plásticos no tienen oportunidades de exposiciones, viajes, cursos, talleres… En mi misma profesión hay muchos compañeros que, más que ilustrar libros, vivían de dar cursos de ilustración. Y todo eso se ha tenido que acabar”. Con la pandemia del coronavirus, y su afección a un elevado nombre de sectores profesionales, solo nos cabe preguntarnos si hemos perdido el paraíso.

Ilustración de Adán y Eva en la exposición de 'El paraíso perdido'. Foto: Ángel Sánchez.