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El diálogo con el arte contemporáneo, en Marte

Xavier Montsalvatge. Foto: Enrique Bocángelus.

“Be careful what you wish for… (ten cuidado con lo que deseas)”, se podía leer en el stand de Xavier Montsalvatge (galería Set Espai d’Art). Para ser más exactos, en un retrete de cerámica convertido en una pieza de arte. Una de las muchas (y acertadas) marcianadas que tenía preparada la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Castellón Marte en su tercera edición, que se celebró del 17 al 21 de noviembre. En este caso Marte abandonaba su habitual hábitat, el Palau de la Festa, para orbitar en el Auditori i Palau de Congressos. Una nueva ubicación que parece se amoldó a la perfección al ya habitual laberinto de arte contemporáneo al que da forma Marte.

Hay que tener cuidado con lo que se desea. Y Enrique Bocángelus y Joan Feliu, mentes creadoras de Marte, deseaban una feria consolidada que se convirtiese en todo aquello que siempre habían querido hacer. En este caso, sus deseos no se han ido por el retrete, sino que han tomado forma de macroexposición que ha sido capaz de crear un hilo que conectase cada una de las obras. Un sentido y una coherencia que se echaba en falta en las ediciones anteriores.

Si hay algo que ha caracterizado a Marte este año es que, aún reuniendo todas las características de una feria de arte, se ha despojado de parte de las connotaciones de este nombre para crear un encuentro entre público, galeristas y artistas a través del arte contemporáneo. Eliminar esa idea de que quienes entran en una feria de arte es porque han de adquirir arte, sino dejar que el espectador mantenga un diálogo con las obras y con cada una de las propuestas. Porque el arte contemporáneo no está tan alejado de las personas como se piensa, no nos quiere decir algo que no podamos llegar a entender o que no nos pueda interesar. Al fin y al cabo, todos tenemos un retrete en casa.

Marte, en cierta medida, estrecha lazos entre todo lo que ha podido querer decir el artista, lo que ha visto el galerista y lo que está entendiendo el público. Porque, no hay que olvidar que, algo se puede ver de tantas maneras como ojos lo estén mirando. Y sino que se lo pregunten a la arriesgada propuesta de Azúcar Gallery (una de las galerías internacionales que aterrizaron en Marte) con Teko van Kuyk; quien, alejado de querer explicar su obra o querer decir algo concreto, deja que sea la mirada política del público quien forme el sentido de la obra. Porque él no te dice nada, es el resultado del diálogo con su obra. Y, es que, uno de los puntos fuertes de Marte, que combina esta idea entre feria y exposición, es que, además de dar la posibilidad de adquirir arte, consigue que el público se pueda encontrar cara a cara con los artistas y galeristas. Ya sea para compartir un café o una reflexión.

El público, 'dialogando' en Marte. Foto: Enrique Bocángelus.

El eje central de Marte se encuentra en el Base Space, espacio al que dan forma las propuestas de distintas galerías. Cada una de su padre y de su madre. Y ahí está el acierto. Desde propuestas más próximas a la creación contemporánea, al juego del color y los significados, como Mad is Mad (Madrid), con Atauri, Sanz i Vila y Adolfo Villalbe, o Espacio California, con Idelfonso Cecilia, Murdo Ortiz e Ignacio Caso. También haciendo arte de algo tan aparentemente sencillo como un collage, como demostró Annita Kimt dentro del stand de DDR Photo Art Gallery, jugando con las visiones más cotidianas, como la hechizante ser Underground de Soledad Pulgar en Est Art Space, acercando el arte contemporáneo más internacional, de la mano de galerías como Salomon Arts Gallery de Nueva York, e incluso con la participación de publicaciones, como Jot Down con las ilustraciones de Oriol Mulet. Y esta es sólo una de las muchas (infinitas) combinaciones que ofreció Marte.

Entre todas las propuestas de esta tercera edición, cabe destacar el lugar y protagonismo que ha obtenido el arte urbano y la cerámica dentro de Marte. El Curated Space, coordinado por Noemí Méndez y Nacho Tomás, fue uno de los recorridos más interesantes. Por un lado, la parte de cerámica, comisariada por Mariano Poyatos, en la que encontrábamos el retrete de Montsalvatge y en la que aparecieron series tan interesantes como la de Miguel Ángel Gil (In-Cógnito), una crítica feroz pero sutil a los significados y la propia identidad.

El arte urbano, también protagonista en Marte. En la imagen, obras de Okuda. Foto: Enrique Bocángelus.

En la parte de arte urbano se encontraba el proyecto de mecenazgo artístico Truck Art Project, impulsado por Jaime Colsa y Fer Francés, y comisariado por Óscar Sanz. Truck Art Project contó con piezas de Okuda (Iam Gallery), Nano 4814 (Delimbo), Sebastián Velasco (SC Gallery) y Saner (Swinton Gallery) y consigue derribar esa idea de que el arte urbano no puede entrar en una galería o feria.

La relación entre naturaleza y existencia que realiza Irene Sánchez (Espacio Olivera) con De rerum natura, el detallado universo de Miguel Ángel López (La Lisa), los sorprendentes retratos de Irene González (Galería Silvestre) y los paisajes destrozados de Jaume Belda (Collblanc), son otras de las propuestas que se podían encontrar en Curated Space.