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El CinemaScore sobrecoge por distintas vías

Ramon Godes presenta su participación con 'Los santos inocentes' en CinemaScore. Foto: José Damián Llorens.

De un clásico del cine español como Los santos inocentes (1984) de Mario Camus al cine mudo de Fantômas (1813) de Louis Feuillade y, como remate final, el documental contemporáneo Gernika.Markak (2016) de Hannot Mintegia. Tres propuestas en pantalla grande acompañadas por otros tantos modos de entender la aplicación de bandas sonoras: aprovechando las escenas de silencio en el caso de Ramon Godes & amigos, llenando cada instante de proyección en el de Amiina y mezclando narrativa y música con Aitor Etxebarria Ensemble. Tres sesiones en el Paranimf de la UJI precedidas por Paprika, detective de sueños (2006), una animación ideada por el japonés Satoshi Kon con relato musical de Javier Díez-Ena en el Centre Municipal de Cultura de Castellón. Uno de los carteles con mayor nivel general en las trece ediciones de CinemaScore, una iniciativa del Aula de Cinema i Creació Juvenil de la UJI y la promotora Born! Music que ha consolidado una audiencia fiel, aunque quizás haya que esperar la llegada de algún gran nombre para ver incrementada notoriamente la cantidad media de asistentes. Entre 100 y 150 (aproximadamente) espectadores asistieron a cada proyección entre el viernes 9 y el domingo 11 de febrero, abandonando el edificio universitario con un buen sabor de boca generalizado.

El guitarrista Ramon Godes se rodeó de colaboradores, amigos y músicos castellonenses a los que admira, como son el contrabajista Alejandro Royo, el laúd de Jordi Montesó y Xavi Muñoz, encargado de la parte electrónica y la percusión. Fue el estreno de su creación para Los santos inocentes, película dirigida por Mario Camus a partir de la homónima novela de Miguel Delibes y en la que mantiene ese espíritu adusto de una película cruda. La creación de Ramon cubrió los pasajes entre diálogos, siguiendo la linealidad que transmiten las imágenes y -gran mérito- llegando a provocar la sensación de que la música formaba parte realmente de la película. Hay un momento puntual para la alegría en una fiesta que conlleva el abandono del imperante tono musical melancólico y en la que Xavi Muñoz aporta la voz cantada. Los picos de intensidad sonora coinciden con los dos momentos más sobrecogedores de la película, acentuando acertadamente la tensión.

Ramon Godes, Jordi Montesó, Alejandro Royo y Xavi Muñoz, en plena interpretación de la música de 'Los santos inocentes'. Foto: José Damián Llorens.

Muy distinta era la situación del grupo islandés Amiina, que en 2016 grabó un disco con su banda sonora del clásico de cine mudo Fantômas y con la que realiza su gira actual por Bélgica, Portugal y España. Al ser una película sin sonido, el cuarteto puede desarrollar una amplia sinfonía sin necesidad de moderar su volumen ni realizar interrupciones. El resultado es espectacular, ya que a la gran técnica adquirida en la formación clásica de sus componentes (violín, chelo, batería y teclas) se une el acertado acompañamiento de la acción que muestra la pantalla, destacando el efecto en el choque en la vía férrea tras un largo in crescendo.  Muy bien resuelta la parte musical en el café, en los momentos más alegres de la banda sonora y de esta película policíaca que pierde en su pulso en relación a los músicos a la hora de captar la atención de los presentes. Los islandeses se encontraron en Castellón con la triste noticia de la muerte repentina de su amigo y paisano Jóhann Jóhannsson.

El grupo islandés Amiina se encargó de la banda sonora que ha grabado de 'Fantômas'. Foto: CinemaScore.

Una tercera vía fue la de Aitor Etxebarria -conocido por su proyecto electrónico El_Txef_A-, con una historia sobrecogedora, repleta de luces que emergen desde la oscuridad más profunda, y que contó con un acompañamiento musical perfectamente integrado, el de la propia banda sonora original de la película, uniéndose de manera simultánea imagen, narración y música. Se trata de Gernika.Markak, el documental sobre el 80º aniversario del feroz bombardeo nazi sufrido por la población vizcaína. Con testimonios directos, de investigadores y un poético hilo argumental trazado por el novelista Bernardo Atxaga, la película explica cómo la sociedad civil se volvió a poner en pie tras quedar la parte civil del pueblo reducida a escombros y a pesar del sometimiento franquista. Y esa alucinante historia de la fábrica de armamento Astra, indultada por el ataque alemán para que las propias víctimas -en un macabro giro del destino- fabricaran las bombas que les abastecerían en la Segunda Guerra Mundial. Un edificio que fue abandonado y que en 2012 fue reconvertido en Fábrica de Creación Autogestionada por el gobierno vasco en respuesta al empuje de distintos colectivos locales. El vínculo con Hiroshima, y el testimonio de una japonesa instalada en Gernika con un puesto en el mercado, le dan una interesante dimensión a la película, que se convierte en estremecedora con la música de Aitor Etxebarria Ensemble, con el director de la cinta entre sus integrantes, Hannot Mintegia (guitarra), quien precisamente se quedó sosteniendo la última nota sobre el escenario para terminar con un silencio abrumador. Como la película.