Xoel López nos da un respiro en el Auditori

Estaba en el ambiente. Fuimos muchos lxs que, después de largos meses, nos volvimos a emocionar con la música en directo de la mano de Xoel López y su banda. Tras un año de cuidados, restricciones, disciplina, aprendizaje y discusiones, quisimos pensar por un instante que ahora sí, por fin, empezamos a ver la luz al final del túnel. A pesar de la exasperante lentitud de la vacunación y de la perspectiva cierta de una cuarta ola que esperemos sea menos difícil de surfear que la tercera. Quizás también porque, al salir del concierto, nos tropezamos en las redes con fotos y vídeos de la prueba piloto de Love of Lesbian en el Palau Sant Jordi de Barcelona, junto a las primeras crónicas de un concierto casi como los de antes ante 5.000 personas. En el Auditori de Castelló fuimos poco más de 500, con limitación de aforo y distancia (además de la mascarilla), sin poder movernos de nuestras butacas, pero nos damos con un canto en los dientes por haber podido vibrar, por momentos, casi como si todo fuera normal. Y cruzamos los dedos por que el ensayo de los lesbianos salga bien. Sabemos perfectamente que ha sido un trance, que aún es pronto para pensar en conciertos cuerpo a cuerpo, pero lo de este sábado ya lo llevamos puesto.

Xoel López ofreció un concierto colorista y luminoso, lleno de vitalidad y de ternura. A base de actitud, correspondida con la de un público con ganas y ávido de abrazar la liturgia de la música en directo. Y también de generosidad, la de venir a Castelló con la mayor parte de los miembros de su banda para conseguir todos los matices y contrastes que precisan el disco que presentaba, Si mi rayo te alcanzara (2020). A los mandos de la nave Charlie Bautista, el tipo que hace rodar en directo todo lo que toca, secundado por una Ede pletórica a la voz y al teclado, Teyou y su portentosa voz, el batería Adrián Seijas (Neno) y, por sorpresa, María Yfeu, a la que tuvimos el privilegio de grabar un Acústico sobre ruedas con motivo de su actuación en el Emac de Borriana, de corista.

A Xoel López hace años que, sobre el escenario, le da más por bailar, hacer escorzos de crooner e incluso secundar las coreografías robóticas de las coristas, que por estar amarrado al pie de micro soltándole guitarrazos a su Gibson. Y le gusta darle a cada canción lo que necesita. Y eso, tras un año de tener reprimida a la fiera con un disco recién salido del horno, ha ido a más, no a menos. El resultado: hora y media de concierto intenso y divertido, prácticamente sin valles, todo miga, que se pasó volando. Los temas más celebrados fueron los que le han dado más visibilidad, sí: “La espina de la flor en tu costado” por la serie de Netflix El desorden que dejas o su primer hit tras volver de su aventura sudamericana, “Tierra”. Pero hubo dos momentos de auténtica electricidad con “Alma de oro”, especialmente cuando reprodujo con Ede el abrazo del vídeo, y cuando ella versionó la canción de Deluxe “Quema”. Y otros muchos, para estremecerse (“Joana”), redescubrir esa maravilla hecha de merengue, gospel y soul llamada “Balas” de Sueños y pan (2017), su canción preferida del último (“Pez globo”) y, sobre todo, el cóctel final latino, selvático y contagiosamente bailongo (“Tigre de Bengala”).

Xoel López  terminó dejando la estela de un buen tipo que hace buenas canciones pop y que ha terminado por desinhibirse para disfrutar bailándolas micro en mano sobre el escenario. Que sabe rodearse de excelentes compañerxs de viaje y contagiar al público con su música, especialmente en directo. Lo disfrutamos como hacía tiempo pero, como dijo en la despedida, nos reservamos algo de ganas de bailarlas todxs juntxs como se merece en su próxima visita. Quizás en el SanSan.