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Una 'Celestina' diferente en el Paranimf. Dinámico juego de actores y marionetas a cargo de Bambalina

Águeda Llorca y Pau Gregori, con algunos de los títeres utilizados para representar los diferentes personajes de 'La Celestina'. Foto: Antonio Pradas.

'La Celestina', de Fernando de Rojas, por Bambalina Teatre Practicable. Versión adaptada y dirigida por Jaume Policarpo. Intérpretes: Águeda Llorca y Pau Gregori. Paranimf de la UJI. Viernes 15 de marzo de 2019. Duración: 20:05-21:25. Espectadores: 184. Entradas: 8/10 euros. Última obra de la programación invernal del Paranimf.

La compañía valenciana Bambalina Teatre Practicable ya acumula un buen repertorio de clásicos literarios en su historial de representaciones, en el que no falta Don Quijote.  El problema con este tipo de obras es que al ser tan conocidas, y revisitadas, hay que encontrar un enfoque diferente a lo ya realizado para captar la atención y evitar reiteraciones. En La Celestina encuentra la vía a través de diez marionetas que a modo de máscaras manejan sin apenas tiempo para la pausa los dos actores/manipuladores: Águeda Llorca y Pau Gregori. Ambos consiguen dar vida a todos los personajes que concurren en esta Tragicomedia de Calisto y Melibea que entremezcla el amor y la muerte de ambos con el desgraciado final de la intermediaria Celestina.

Un texto atribuido a Fernando de Rojas al que se ha enfrentado el alumnado español en sus años de juventud y formación, lo que la convierte en una obra conocida mucho más allá del ambiente estrictamente literario, por lo que su argumento es de sobra sabido, aunque al ponerlo en escena se rememora -o se descubre- su gran poso intelectual, que permite que una obra cumbre del siglo XV siga vigente hoy en día. En la densidad de su contenido y su complejidad verbal -rebajada en esta adaptación- retrata con atrevimiento lo mejor y lo peor del ser humano (por algo se la califica como "comedia humanística") a través de unos personajes cuya finalidad es salir adelante, por las buenas o por las bravas. En esta adaptación, el también director Jaume Policarpo acierta a mantener todo ese sustrato pero trasladando al espectador hasta un global repleto de dinamismo, tal como exige un clásico que se desarrolla velozmente en un par de días.

Los actores/manipuladores demuestran una gran habilidad a la hora de jugar con las máscaras. Antonio Pradas.

Con tres grandes figuras geométricas en un plano medio que representan diferentes espacios, diez cabezas observan desde el fondo a Águeda Llorca y Pau Gregori. Ambos acuden de manera frecuente a esa parte de atrás para cambiar de marioneta y, con ella, de personaje. Por momentos parece olvidarse que son objetos inanimados, ya que los dos actores/manipuladores los manejan con enorme soltura, consiguiendo que el público los vea sin problemas como unos protagonistas más. Eso sí, al situarlos frente al rostro del actor y de la actriz, en algún momento no llega con claridad el contenido de sus textos.

Los dos protagonistas humanos saben desarrollar sus papeles, saliéndose incluso por instantes de la obra al lanzar pequeñas bromas a los espectadores en relación al material que manejan sobre el escenario. Un esfuerzo interpretativo, culminado con un monólogo moralista, que los presentes agradecen con un largo aplauso después de una hora y veinte minutos zambullidos en una obra rompedora en su origen e influyente a partir de ella, tanto que incluso trasladó que el concepto de celestina al vocabulario, como sinónimo de alcahueta.

Los dos protagonistas humanos reciben el aplauso del público del Paranimf de la UJI. Foto: Antonio Pradas.