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Twizel: “Julio”

“Es algo nuevo, pero extraño, como esa persona que te causa inquietud pero te resulta familiar”. Así se presenta Twizel, la banda castellonense que toma el nombre de un recóndito y hermoso rincón de las antípodas (en la isla sur de Nueva Zelanda), que vimos debutar en directo en el Bestialc de l’Alcora en 2018, que han lanzado esta primavera sus seis primeras canciones de estudio y que, efectivamente, están muy lejos y muy cerca al mismo tiempo. Entre ellas, elegimos “Julio” como Canción de la semana, pero también podría ser “Zelo y fan” o “Uno”, cada una por razones diferentes.

Porque ese es uno de los rasgos definitorios de la música de Twizel: cada canción propone un camino diferente, todos ellos sugerentes. Básicamente se trata de una banda de pop contemporáneo, con un aire distinto en cada corte y una querencia general por la psicodelia, más evidente en “Uno” pero sutilmente presente en toda la grabación. Temas marcados por la voz del cantante, el también multiinstrumentista Zacarías Valero, por la infinidad de arreglos, cuidados y pertinentes, y por la excelente producción de Xavi Muñoz (bajista de Stereolab, Dorian Wood o A veces ciclón) en el estudio Espurna Indret de Vila-real; quizás por eso su sonido recuerda, por momentos, al flamante doble disco de Les Deesses Mortes.

Y, sobre todo, las canciones están marcadas por la composición y el cocinado a fuego lento del tándem que forman Jose Ramón Hernández y Pep Navarro, viejos compañeros de aventuras desde los años 90 (en grupos como Metadona y Lanave y también en algún fanzine) que, tras la disolución de Amar Como en 2015, decidieron seguir destilando música sin prisas, completando la formación con el batería David Albero (ex DeBigote). De hecho, Twizel funciona como una nueva confluencia de caminos, ya que este último también coincidió con Jose en Fluor Kin y con Zacarías en Magic Dildos.

“Julio” es un buen ejemplo del cuidado en los detalles, de las letras curradas y de la elegancia del resultado final. De esa cadencia conocida pero al mismo tiempo indescifrable, propia de este verano tan inédito y extraño. Twizel ofrece una colección de temas sin estridencias ni efectismos, con puertas ocultas en la primera visita, a la que apetece volver para ir descubriendo rincones en cada escucha. Guitarras cristalinas (especialmente las acústicas), envolventes cuando se nutren del ebow, baterías de diferente grosor para cada tema e, insistimos, la pluralidad de arreglos, como en los coros celestiales de “Esperanza” o el fraseo de piano en “Tormenta”.

Zacarías, Jose Ramón, David y Pep (de izquierda a derecha) son Twizel.