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The Strokes y Herman Dune: de luces y sombras

Julian Casablancas, líder de The Strokes, se mostró apático por momentos. FOTOS: PACO POYATO

Primer lleno absoluto en el Escenario Maravillas y sensaciones contrapuestas. The Strokes tienen mucho tirón. Y un puñado de auténticos 'hits', sobre todo, de su afamado Is This It. Han pasado diez años de su publicación, pero himnos como “Last Nite”, “Someday” o “New York City Cops” siguen funcionando. Más de 40.000 personas esperando impacientes su presencia. Más de 80.000 brazos en el aire cuando sonaban los acordes de estas y otras canciones. Una marea de manos al son de Casablancas y su banda; una imagen sobrecogedora. Es el milagro de la música.

Fue un concierto de momentos álgidos y largas llanuras con un final que parecía un “hasta luego”, pero no, se había acabado así; no hubo más. Apenas hora y cuarto de actuación en la que, además, Casablancas tuvo que reiniciar un tema porque se le olvidó la letra. Con su actitud distante, el cantante de The Strokes parecía estar en otro sitio. Si a ello le sumamos que el sonido devino en estridente en algunos casos, con guitarras chillonas y la voz (marca de la casa) como si saliera de un megáfono (incluso cuando presentaba las canciones; algo sin duda chocante), podríamos decir que fue un concierto deslucido. Pero no, no lo fue. No acabó de cuajar en momento épico, pero fue divertido. El escenario estaba lleno al principio y lleno al final. La gente sabía que The Strokes, cuanto menos, les daría momentos.

Lo peor fue, sin duda, regresar al punto de origen. El FIB ha rediseñado este año la distribución del recinto y, acertadamente, ha liberado el acceso al escenario grande. No obstante, para salir, se montó una cola de mil pares de sudores. Hay un cuello de botella que te obliga a cargarte de paciencia. Aviso a navegantes: en el concierto de Arcade Fire, tómense con filosofía la vuelta a la posición original.

Néman (centro) y David-Ivar (derecha), de Herman Dune, en el escenario FiberFib.

Volvamos a la música para referirnos a Herman Dune. Les ha llegado la fama publicidad mediante (campaña de Estrella Damm) y con una canción de hace cinco años, “I Whish I Cluld See You Soon”. Obviamente, no faltó en el repertorio. Abrió el recital David-Ivar Herman Dune (alias Yaya), él solito, guitarra en ristre. De inmediato se sumaron el bajista (invitado) y Néman Herman Dune (alias Cosmic Néman), a la percusión y los coros; un batería descomunal. Aprovecha cada elemento con un ritmo y una intensidad precisa, pese a los problemas que parecía tener (se levantó para hablar con los técnicos en un par de ocasiones). Hipnótico.

Ya en formato trío (guitarra, bajo y batería) llegó “Tell Me Something I Don’t Know”, una preciosidad de tema y primer single de su último trabajo, Strange Moosic. El concierto crecía a buen ritmo; había espacio para el intimismo en el FIB. Y justo antes de que la amenaza del tedio hiciera presencia en la concurrencia, David llamó al trompetista: llegaron “My Home Is Nowhere Without You” y la ya mencionada canción del verano. Gente tarareando y bailando. Subimos de nuevo. Cambio de guitarra y fase más rockera para acabar. El recital seguía escalando.

Hasta que llegamos a la penúltima pieza: David enloquecía con un solo, realizaba sus peculiares danzas, la canción empezaba a levitar, bajo y batería cada vez más intensos, notas cada vez mas agudas... y la guitarra que deja de sonar. Fue el momento lo-fi del concierto. Necesitó de la ayuda de un técnico para volver a la vida. Fueron dos minutos eternos que la parte rítmica logró sostener. De la necesidad virtud: vuelve el sonido, regresa el solo y ovación cerrada. No obstante, algo pasaba y “Non On Top”, con la que Herman Dune acabó el recital (posiblemente, el mejor tema de la banda, compuesto cuando aún André Herman Dune formaba parte de la misma), sonó algo descafeinada. Una pena, pues apuntaba a conciertazo. Pero falló el clímax.

La jornada del viernes también nos permitió comprobar la teoría de los ruidos y las nueces. Picoteamos a ratos (horarios mediante) a The Paris Riots (mostraron más pose que verdad) y a The Stranglers, que comenzaron potentes, aunque con algún problema de sonido (la caja de la batería no se escuchó hasta la tercera canción). Me quedé con ganas de disfrutar de “Allways The Sun” (no sé si la tocaron o no), pero The Strokes esperaba en el Escenario Maravillas...