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Tercera noche de conciertos: las canas les sientan tan bien...

Nick Garrie durante su sobrecogedor concierto en el Tanned Tin, el sábado. Fotos: Galcerán de Born

Peter Stampfeld actuó junto a Jeffrey Lewis

Peter Stampfel actuó junto a Jeffrey Lewis

Canas, divino tesoro. Corren tiempos en los que ser joven es un valor en sí mismo. Detengámonos. También a ello nos ayuda el Tanned Tin, acostumbrado a echar la vista atrás. Gracias. Nick Garrie y Peter Stampfel nos dieron una lección, bañada de lágrimas y carcajadas. El festival suele revisitar el pasado para rescatar aquello que fue y que sigue siendo. Y que seguirá siendo. Fueron los grandes protagonistas de la jornada del sábado, para mi gusto, la más completa.

Una nota media alta pero con dos picos de intensidad bien marcados.

A las 20.00 entraba en el escenario Mr. Garrie, un escocés criado en Francia y que en 1969 grababa The Nightmare of J. B. Stanislas, una joya guardada en el cajón de unos pocos privilegiados recientemente rescatada. Su madre le decía hace muchos años que algún día su música sería escuchada en todo el mundo. A ella le dedicó una de las delicias que nos brindó ayer. Sublime de cabo a rabo.

Comenzó con "Ink Pot Eyes", siguió con "The Wanderer" y acabó con la canción que da título a su disco maldito (el suicidio del dueño del sello silenció esta maravilla) y con "Wine&Roses". Entre medias, el mismo ritual: mirada al reloj (¡por Dios que no acabe nunca!) y agradecimientos por doquier: a la organización, al público por su complicidad y al técnico por otorgarle “el mejor sonido que he tenido nunca”.

Pura magia. Era el lugar y el momento adecuado. Y él tiene canciones perfectas. Es IMPOSIBLE hacerlo mejor: lo tienen todo y todo en su sitio. Si a ello le sumas una interpretación con tanto sentimiento solo queda luchar contra las lágrimas que asoman por tus ojos (hay quien no lo sonsiguió) y ponerte en pie. Todo el teatro se puso en pie. No había tiempo para más. El reloj que tanto mirada Mr. Garrie ganó la partida, pero siempre guardaremos 40 minutos que resultaron inconmensurables. “Soy Nick Garrie y aún estoy vivo”, dijo sobre el escenario. Y tanto...

Igual de emotivo, aunque con otros tintes, fue el recital conjunto de (nada menos que) Jeffrey Lewis & Peter Stampfel. Jeffrey rescató a Mr. Stampfel para hacer un repaso diferente a su carrera que incluyó dos proyecciones (una sobre la Revolución Francesa y otra sobre chapas) y, sobre todo, una complicidad genial. Por momentos, parecían un dúo cómico a la hora de presentar los temas. Jeffrey introducía la historia y Mr. Stamfel (tiene tanto que contar...) ponía la nota de humor con la música como desenlace.

Cofundador del dúo neoyorquino de los 60 The Holy Modal Rounders, participó en la banda sonora de la película Easy Reader, compartió escenario con Bob Dylan y último personaje superviviente de la novela En el camino de Kerouac.

Mostró una vitalidad soberbia. Una voz potente. Una destreza con el banjo y el violín encomiables. Y unas canciones que contagiaban alegría a raudales. Se pasaron de hora. Y querían más. Como nosotros.

Mr. Garrie llevó del brazo a Mr. Stamfeld por el hall del teatro Principal. Sin hacer ruido, con la clase de los que la tienen por castigo, llegaron y se fueron después de haber vendido (y firmado) un buen puñado de discos y de habernos dado una lección. Mil y una veces. Gracias.

Umbert acabó con 'Cien hombres ni uno más'.

Y, entre medio de ellos, Dolorean, con alguna cana (aunque más jóvenes) y que dieron un recital de lo que es folk-rock, sabiendo manejar a la perfección el juego de las intensidades y elevando el ritmo de la jornada. Brillantes. Al igual que Nacho Umbert, un joven que sólo doce meses antes estaba en el Tanned Tin como espectador. Una maqueta convertida en disco (Ay...) a modo de pequeños cuentos cotidianos contados y cantados con un enorme talento. Si a ello le sumas una muy buena Compañía (la de su banda, con batería, contrabajo y violonchelo que ponían colorido a las historias) el resultado es una delicia. Tiene un estilo muy marcado y funciona. Sus melodías repetitivas son de esas que se clavan, con lo que el mensaje perdura.

No acabaron de cuadrar sus actuaciones Xiu Xiu y Arthur&Yu. Respecto a los primeros, los silencios entre canción y canción, después de su torbellino de sonido, se hicieron eternos. Respecto a los segundos, su propuesta intimista no acabó de cuajar no sé muy bien por qué. El caso es que el público no conectó con ellos (o viceversa) y, en estas circunstancias, la languidez se confunde con el tedio. No traspasaron.

En la recta final de la noche, como es habitual, llegaron las propuestas más potentes (sonoramente) de la jornada. Triángulo de Amor Bizarro tomaron el testigo de Xiu Xiu y elevaron el listón, aunque con altibajos. Me quedo con "De La Monarquía a la Criptocracia", con la voz de Isa y el cuajo de la banda. Con Faust ya no pude...

Xiu Xiu en plena vorágine.

Isa, de Triángulo de Amor Bizarro

Y es que en el Tanned Tin la música comienza bien pronto, en la sala Opal, escenario de actuaciones acústicas y este año también de banda. De entre las primeras, ayer, Trevor Moss & Hannah-Lou y, de las segundas, O Emperor, brillantes y con ganas (y potencialidad) de crecer. Dicen que en breve les veremos en festivales más concurridos... Lo cierto es que se marcaron un gran directo y, sin duda, no hubieran desentonado en el escenario de Principal. Tal vez les fue incluso mejor de lo que esperaban, pues hicieron cortos de cds, el preciado trofeo con el que muchos seguidores del Tanned Tin premian a los artistas que más les han gustado.

El festival llega a su final este domingo con tres actuaciones en la sala Opal a partir de las 12.30: Directorsound, Napoleon IIIrd y Betunizer.