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Rauelsson gira por Japón con ‘Vora’ tras más de 30 conciertos en Europa y EE. UU.

Raúl Pastor, Rauelsson, responde por escrito durante el vuelo a Tokyo y hoy mismo inicia la gira japonesa con las entradas agotadas en las tres primeras actuaciones, en Kanazawa, Niigata y Nara. Justo un año después de la extensa entrevista que nos concedió con motivo del estreno de Vora (Sonic Pieces, 2013) en directo en el Casino Antiguo de Castellón (concierto al que pertenece el vídeo de arriba), cuando todo era vértigo e incertidumbres ante un sensible cambio de registro, a base de música electrónica e instrumental, despojándose del pop-folk con el que se había abierto camino desde 2008. Durante este año han pasado muchas cosas: una intensa gira prácticamente en solitario por más de 30 ciudades de Europa y EE. UU. y colaboraciones con otros músicos como Tórtel, en su nuevo y exitoso disco, La gran prueba (El Volcán Música-Gran Derby, 2014). Pero, sobre todo, un gran balance de experiencias musicales y personales que le hacen afrontar con mucha ilusión esta recta final, que empieza con estos seis conciertos en Japón y termina el sábado 10 de mayo de nuevo en casa, cerrando el círculo: en el Paranimf de la Universitat Jaume I rodeado de una larga lista de invitados (entradas ya a la venta por 12 €). Responde reflexivo y satisfecho, convencido de que la apuesta de riesgo que emprendió con Vora ha merecido absolutamente la pena.

>¿Qué balance haces de este último año de gira europea con Vora? ¿Cómo te has adaptado y cómo ha evolucionado el nuevo formato electrónico y en solitario desde aquel estreno en el Casino Antiguo de Castellón en abril de 2013?.
La verdad es que ha sido un año intenso, con muchos viajes, muchos cambios, muchos conciertos y poco tiempo para reflexionar sobre todo ello, lo cual tal vez sea en parte positivo. Obviamente estoy muy contento de cómo están yendo las cosas, tanto por todo lo que he aprendido, como por la respuesta del público en general. A veces tengo la sensación de no recordar con claridad todos los conciertos y los lugares donde he estado, y a la gente que he conocido, pero todas esas experiencias tienen mucha importancia para mí. Conocer mundo gracias a la música es un buen regalo, aunque sea a veces bastante duro cuando viajas solo y tienes que encargarte de casi toda la logística tú mismo.

>Y también de la parte exclusivamente musical…
Sí. Técnicamente hablando, empecé esta etapa de conciertos utilizando muchas cosas nuevas. Digamos que el nivel de concentración que me requería este set al principio era mucho más alto. Tenía que estar mucho más pendiente de todo. Ahora, después de treinta y tantos conciertos, hay un poco más de dejar que las cosas ocurran y de espacio para la improvisación y, por qué no decirlo, para la pérdida de control. Siempre me ha gustado mucho, cuando voy a conciertos, ver cómo algunos artistas se mueven con tanta soltura a un lado y al otro de la línea que separa tener las cosas muy trabajadas y bajo control, y abrir la puerta a lo único e irrepetible de cada concierto, dejar que pasen cosas, no tener miedo. En cierta manera, eso requiere tomarte muy en serio y a la vez muy poco en serio; convivir con la posibilidad de que equivocarte y no saber muy bien qué estás haciendo es parte de lo que hace que puedas sacar lo mejor de ti.

Rauelsson, en el primer concierto de presentación de 'Vora', en abril de 2013. Foto: Carme Ripollès (ACF Fotografía).

>También has tenido que afrontar el reto de cambiar de escena, de abandonar la zona de confort del público pop-folk que te habías trabajado con los primeros discos para tocar ante una audiencia y en festivales muy distintos. ¿Cómo ha sido esa experiencia?
Una de las cosas más interesantes que creo que me están pasando es precisamente eso: haber transitado sin darme demasiado cuenta entre distintas escenas y estilos, por otra parte no tan lejanos, y perder un poco el miedo a eso; darme cuenta de que todas esas cosas no son tan importantes. Al final la música es música y a la gente le gusta o no le gusta. Sí es cierto que a veces me encuentro en situaciones curiosas, como tocar en un festival de música básicamente electrónica y ser el único que pide un piano. O lo contrario, formar parte de una programación de piano casi clásico y aparecer con todos mis cacharros. A veces leo pequeñas hojas de promoción de conciertos en los que toco y me hace gracia ver que no saben muy bien cómo hablar de mí o, mejor dicho, desde cuándo; pero me lo tomo, claro está, con humor y lo entiendo. Este disco y este año de conciertos me han ayudado bastante en ese sentido; es bueno hacer un esfuerzo por no preocuparse mucho por lo que está fuera del control de uno mismo y centrarse en disfrutar y aprender de lo nuevo y lo viejo. En cuanto tengo la sensación de haber aprendido algo y me veo a mí mismo repitiendo ese camino, ese atajo, tengo la necesidad de salir de esa zona de confort. Eso en sí mismo no creo que tenga ningún valor, pero en mi caso es algo que no puedo evitar. Lo contrario hace que me aburra y pierda el interés. Si de algo estoy satisfecho es de que, al menos hasta ahora, he sabido prestar atención a esa parte más instintiva, a lo que de verdad me apetece hacer para seguir aprendiendo y descubriendo aspectos nuevos sobre mí mismo gracias a y con la música.

>En el listado de escenarios de distintas ciudades europeas donde has actuado el último año, además de espacios bien conocidos como La Casa Encendida de Madrid, hay bastantes iglesias, museos, centros sociales o lugares poco habituales. ¿Cuáles son los sitios más singulares que te has encontrado? ¿Algo de lo que pudiéramos tomar nota por aquí?
Desde luego, es una de las cosas que más destacaría de la gira. Me ha gustado mucho poder ver cómo la música tiene cabida en cualquier espacio que reúna algunas condiciones técnicas mínimas, esté bien organizado y haya público. Por ejemplo, un antiguo cine bombardeado en la Primera Guerra Mundial en Leipzing, que ha sido mínimamente restaurado pero que, excepto por los agujeros tapados, está igual que en 1917. El sitio se llama UT Connewitz y el colectivo que lo gestiona vive allí mismo, tienen un huerto ecológico y son, básicamente, un grupo de autogestión increíble y muy eficaz que te aloja, te cocina, etc. Otro sitio maravilloso fue la Basilika Sankt Aposteln, en Colonia, y quizá el más impresionante fue Union Chapel, en Londres.

Union Chapel. Foto: Rauelsson.

 

UT Connewitz, en Leipzig. Foto: Rauelsson. 

>Y son iglesias que están abiertas al culto, claro…
Sí, sí. Noté mucha diferencia hablando con los religiosos que trabajan en esas iglesias y me gustó mucho ver cuál era su opinión sobre la iglesia corporativizada y alejada de la vida de la gente, que creo que es la que tenemos en España. Otro sitio muy especial fue una especie de campings de caravanas antiguo, en Seawiew, en el estado de Washington, en EE.UU. y también la estación de tren nunca terminada desde los años 30 de Canfranc, en Pirineos.

>También parece que haya sido un año de muchas colaboraciones, para bandas sonoras, participación en discos como el de Tórtel, que está siendo todo un éxito, e incluso algún proyecto editorial…
Siempre me ha gustado colaborar con gente y trabajar con música que no es la que yo mismo compongo, o adaptar la mía a otro medio, como el cine. He estado bastante ocupado con esas cosas, es verdad. Hice música para un libro (audiobook) escrito por el productor y músico de Portland Adam Selzer. Tiene cuatro historias y cada una ha sido musicada por un artista diferente: Peter Broderick, Cory Gray, John Askew y yo mismo; saldrá antes del verano. También hice música para un nuevo cortometraje de Victor Carrey, al que curiosamente conocí a través de Efterklang, a pesar de ser de Barcelona; fui al festival de cine de Medina del Campo con ellos porque les dieron un premio y coincidimos allí. También estoy acabando un libro de fotografía de la primera gira que hice en Japón, que creo va a quedar muy bien y que saldrá también antes del verano gracias al esfuerzo de Mayte Esbrí y su editorial Ofegabous. Lo de Tórtel fue una recomendación de Pau Roca (La Habitación Roja, Litoral). Conocía su música, pero no a él y me ha gustado mucho conocerle y conocer mejor su música. Estuve en el estudio de Cayo Bellveser (Río Bravo) con Tórtel unos días y grabé algunas cosas para su disco nuevo, que la verdad me gusta mucho y es una de las cosas en castellano que más escucho ahora mismo.

>En mayo de 2012 ya giraste por Japón en formato acústico con la norteamericana May May presentando La siembra, la espera y la cosecha (Hush Records, 2010). Ahora vuelves con una propuesta totalmente diferente, en la recta final de la gira de Vora. ¿Cómo ha surgido? ¿Qué músicos te acompañan esta vez?
Como te puedes imaginar, estoy muy contento. Acabo de llegar a Tokyo, bastante cansado porque es una paliza de viaje, y esta noche ya tengo el primer concierto, que además es en Kanazawa, que está en la costa oeste, a unas 4 horas en tren. Esta gira surgió como invitación para presentar el disco nuevo. Hablé con Monique (Recknagel Bötzow), de Sonic Pieces, y la distribuidora en Japón hacía tiempo que quería hacer algo especial con el sello, que además cumple 5 años ahora. Hablamos de hacer algo un poco más coordinado y surgió la idea de hacer una gira con varios artistas. Otto A. Todland tiene un disco nuevo, precioso, que acaba de salir en Sonic Pieces, y su compañero en Deaf Center, Erik K. Skodvin, tiene también un disco nuevo en solitario que sale muy pronto, así que seremos tres cada día.

>¿Qué expectativas tenéis?
Me acaban de decir que los tres primeros conciertos están sold out, así que muy contento. El público en Japón es muy amable y atento. Muy cariñoso. La hospitalidad es increíble y el país es muy interesante, especialmente cuando sales de las ciudades más grandes. La parte montañosa y rural es realmente preciosa. Así que aquí estamos de nuevo, preparados para no saber nunca qué pasa, ¡porque no entiendes nada y los japoneses te dicen a todo que sí!

>Y después, en sólo dos semanas, el concierto del sábado 10 de mayo en el Paranimf de la UJI, que servirá para cerrar la gira de Vora con una larga lista de invitados. Tiene toda la pinta de que va a ser una actuación muy especial para ti, porque en el Casino Antiguo de Castellón estrenaste ese nuevo formato electrónico y un año después regresas a casa con muchísimo rodaje…
Será un concierto que en cierta manera representa para mí el final de una etapa. Después de éste solo me quedará otro en julio en Portugal, y luego me voy a Portland un año entero, así que pienso hacer todo lo posible para que sea un concierto especial y un poco diferente, una pequeña celebración. Me hace especial ilusión tocar con bastante gente, ya que gran parte de la gira (excepto por algunos conciertos que hice con Anne Müller al principio, otro que hice con Peter Broderick en Portland y unos pocos que he hecho recientemente con Christoph Berg, todos ellos tocando cuerdas, la he hecho yo solo. Vendrá Anne Müller que, tal como hizo en el Casino en abril de 2013, abrirá el concierto con un set de chelo solo. Estará también el violinista alemán Christoph Berg y un percusionista de Zaragoza que se llama César Peris. Además del Grup d’Autoajuda, ¡cómo no!, y el Grup de Veus Música Viva. Lo del coro me gustó mucho cuando participamos en el concierto de homenaje a Les Deesses Mortes (vídeo de arriba) y he estado buscando desde entonces la manera de repetir con ellas.

Gira de Rauelsson por Japón en abril, con Erik K Skodvin & Otto A Todland: