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Placebo cumple como cabeza de cartel rockero; Die Antwoord ‘desborda’ en el cierre del 5º Arenal Sound

El festival interminable también tiene un final. Seis días de 24 horas de actividad, que son ocho si se cuenta la llegada y la salida, para regocijo de los sounders y dolor de cabeza de muchos vecinos de Burriana. El Arenal Sound ha finalizado como empezó: demostrando que el sounder medio quiere sobre todo botar y preocuparse poco de detalles musicales, profundidad de las letras, etcétera. Va a pasarlo bien durante una semana y lo que prefiere es bailar y olvidarse del mundo exterior, el real, mucho menos festivo. Los dos últimos cabezas de cartel ejemplifican bien la situación: Placebo, representando la parte rockera, realizó el sábado un concierto muy bien planteado y ejecutado, que atrajo un público amplio, pero ya con años encima y muchos de ellos repetidores de la experiencia (cuatro FIBs sin ir más lejos); un día después, las masas se dirigían de manera imparable hacia el mismo escenario principal para ver y bailar con Die Antwoord y su impactante show rapeado. En el quinto Arenal de Burriana, la electrónica, el rap y, sobre todo, el bote-bote-bote-bote le han ganado la partida a la escucha de guitarras y letras.

SÁBADO 2 DE AGOSTO (DÍA 3 DEL FESTIVAL OFICIAL-DÍA 5 DEL ARENAL SOUND): IMPECABLE PLACEBO

Placebo era el mayor reclamo de esta quinta edición para el sector de gente que va a escuchar música al Arenal Sound, sobre todo para el público rockero -sin demasiadas estridencias-, ya no tan joven y, principalmente, para el que ya contaba con experiencia previa viendo y escuchando en vivo a Brian Molko, Stefan Olsdal y (tal vez al más nuevo Steve Forrest). Habían estado cuatro veces en el FIB, pero desde 2006 no habían repetido por aquí. Y era un buen anzuelo –de hecho, eran bastantes los que les esperaban en el 20º aniversario del festival de Benicàssim- con el añadido de tener disco nuevo, Loud like love. Apoyados por sus tres músicos habituales de refuerzo (teclista-violinista, bajista-guitarrista-teclista y guitarrista-teclista) sobre un escenario con muchos elementos, incluidas grandes pantallas de leds, ofrecieron una actuación impecable, con un repertorio de bastantes temas nuevos y contadas visitas al pasado más lejano (el celebrado “Every me, every you”, del segundo disco, Whithout you I’m nothing (1998), fue el más antiguo). Interpretaciones perfectas con esa voz tan personal de Molko, menos nasal con el paso de los años y más madura, liderando unos ritmos no excesivamente complicados pero efectivos. Tras otro de sus temas más conocidos, “The bitter end”, efectuaron un pequeño parón que convirtió los tres últimos en una especie de bis, incluida la versión de “Running up the hill” de la también británica Kate Bush. Ni un reproche a su directo, rematado por una carrera triunfal del batería, Steve Forrest, por el pasillo antiavalanchas.

Russian Red. Foto: Carme Ripollès (ACF).

Cuatro horas antes el escenario principal se había abierto con Russian Red, quien se encontró con una buena respuesta de asistencia. A pesar de dotar de más garra rockera a sus temas –una de las consecuencias de su reciente disco,  Agent Cooper, título que es un guiño a la serie televisiva Twin Peaks-, la actuación fue seguida de manera relajada por los presentes. Continúa omnipresente esa tonalidad bucólica de una Lourdes Hernández que lucía floreada con una llamativa Gibson Les Paul gris perla colgada del hombro. Fue como una especie de chill-out multitudinario en medio del bullicio general del festival. Incluso los in crescendos de “Everyday” o “Michael P”, no pasaron de provocar pausados bailes, lo mismo que las rítmicas “Casper” y “The sun the tres”. Ya ha presentado su novedad por China y Japón y en otoño lo hará por Estados Unidos. En el Arenal Sound fue una hora y cuatro de relax para el público.

A continuación, en el Desperados, la actuación de los neoyorquinos Matt and Kim resultó de lo más animada y una de las sorpresas positivas de esta edición. Con Matt a los teclados y su “partner in fuck”, la batería de sonrisa perenne Kim, dedicaron una hora a que todo el personal se lo pasara como si estuviera metido en una gran fiesta que se mueve a ritmo dance con rapeados. Soltaron divertidos discursos,  con unos cuantos “fuck”, repartieron globos, invitaron a todo el mundo a follar, hicieron cantar y moverse al ritmo de mensajes directos y sencillos (“Now”), pusieron a todos con los brazos en alto antes de soltar el lotengoincrustadoenlamente “tararara tarara ra ra” de “The final countdown” de Europe, metieron trozos de canciones de unos y otros por aquí y por allí (Salt-N-Pepa, R. Kelly…), incluso Kim Schifino caminó sobre el público de las primeras filas (¿Se estará quieta esta mujer en algún momento del día?). Público en el bolsillo. Parecen ser los compañeros ideales para acudir a una larga fiesta.

La batería Kim y el teclista Matt ofrecieron uno de los conciertos más entretenidos de esta edición. Foto: Carme Ripollès (ACF).

Y tras Placebo, empezó una larga sesión de electrónica que finalizó a las 9:00 ya del domingo. También se comieron el escenario Desperados Buraka Som Sistema. Su directo se apoyó en su fuerza y energía, y en su estilo kuduro que versionan con electrónica, y al que se le aprecian ciertos matices incluso del reggae y con sabor africano. Un lanzamiento continuo de subidas realmente enérgicas, y con público sobre el escenario incluido.

El relevo electrónico, en el escenario Negrita, tampoco se quedó corto. Ni rap, ni electrónica ni sonidos africanos, sino una magistral combinación de los tres estilos en lo que se acaba convirtiendo en un único sonido. Skip & Die revive el buen sabor de boca que dejaron en la pasada edición del festival y vuelve a montar su particular espectáculo en el que es imposible no dejarse llevar por sus ritmos tan característicos e incluso quedarse abobado al ver su ejecución sobre el escenario y los bailes de Cata.Pirata. Skip & Die resultó enérgico e hipnótico.

Mientras, en el Inside aún quedaba un gran número de gente que acabó decantándose por la electrónica de Autoerotique. La capacidad para incrustar las revolucionadas bpm de la electrónica entre otros estilos de música y, de esta manera, dar forma a un set de electro-bass capaz de competir con la personalidad de otras propuestas como las que estaban sucediendo en los otros escenarios. Con ellos, el escenario de la playa, lleno, no paró ni un segundo.

Así que, con el subidón ya en el cuerpo enchufado por Buraka Som Sistema, Skip & Die y Autoerotique, no quedaba otra opción que acabar cediendo todo el protagonismo a la electrónica –y sus distintas formas de ejecutarla-. Así que del cierre del Desperados con Boys Noize al escenario de la playa con Kostrok, quienes se conocen los escenarios del Arenal Sound como la palma de su mano. Dando un giro a la presentación visual habitual de dj’s a la que tenía acostumbrado el Inside (una mesa en el centro del escenario y poco más), Kostrok lo personaliza a su manera. Si es que se nota que están como en casa. Además, presentaron su reciente sello, Corage, y lo hicieron añadiendo instrumentos y voz a una parte de su set. Sí, sonó “Right Now” y salió el sol. Y verdaderamente merecía la pena esperar, sobre todo para poder ser testigos –y partícipes- del show de Gomad!&Monster. Rock-electrónico tras unas peculiares máscaras que ya son su seña y, entre llamas de fuego, una batería y guitarra (que recientemente han añadido a sus sesiones) con los que consiguieron ser aún más contundentes y visuales.

León Benavente, protagonistas de uno de los conciertos más 'adultos' del festival. Foto: Carme Ripollès (ACF).

Pero antes de que la electrónica se apoderase de todos los escenarios, hubo un poco de todo en el escenario Negrita. León Benavente batió, por arriba, el récord de media de edad entre el público asistente. Abraham Boba, líder del grupo y consciente de la madurez de sus seguidores, espetó en los primeros compases del concierto: "¿Dónde habéis dejado a vuestros hijos? ¿En la playa?". Mezcla de pop y rock, presentaron su particular sonido dando cuenta de la abultada experiencia que reúnen sus cuatro miembros. Destacaron entre su evidente compenetración "Rey Ricardo" y el compás de "Revolución".

Y de un extremo al otro, incluso con abundante éxito entre el público, con Miss Caffeína. Uno de los conciertos más de radiofórmula de esta edición. Mucho juventud frente al escenario Coronita, en especial chicas, que bailaron, movieron los brazos y cantaron cada uno de los temas de pop-rock comercial del cuarteto/ayer quinteto madrileño de sede. “Gigantes”, “No mienten”, “Venimos del mismo lugar”… Todos ellos con coros, principalmente femeninos.

The Asteroids Galaxy Tour se encontraba programado entre la sorpresa de Matt and Kim y los ansiados Placebo. Y no es fácil. Teclados, batería y guitarras en forma de media luna para abarcar a Mette Lindberg y su voz. Su directo fue algo así como una constante subida y bajada de ritmos que iban desde las guitarras y batería con más fuerza, a los instrumentos de viento emulados a través del teclado. Sin olvidar ese toque entre soul e incluso psicodélico que se podía apreciar en algunos tramos. Y todo ello muy bien capitaneado por Mette.

Segundo año consecutivo de los suecos The Royal Concept, esta vez por méritos propios (el pasado por baja a última hora de otro grupo). Pop que suena británico con melodías que enganchan, como ese “On our way” convertido en uno de los himnos más celebrados de esta edición. Uso del vocoder -¿excesivo?- a cargo de un David Larson que levantó pasiones cuando se acercó a las primeras filas.

El cantante de The Royal Concept se dejó querer. Foto: Carme Ripollès (ACF).

El rock se recluyó en la arena de la playa. Comenzó John Berkhout con una propuesta por momentos monótona, decidido a imantar a un público distante. Las risas cómplices entre los miembros del grupo no terminaron de cuajar entre los asistentes pese a que los ritmos duros invitaban a la evasión. La tercera actuación de Dinero en el Arenal Sound presentaba dos novedades: la adecuación del nuevo bajo, Ove, a su directo y la presentación de las canciones de su nuevo trabajo. El resultado fue una explosión musical, 70 minutos de rock rabioso que solo encontró reposo en la introducción de "Saboreal", coreada a capella por el público, y que alcanzó su clímax cuando Sean Marholm con un "¡A tomar por culo ya!" dio la orden para terminar el concierto con un trallazo de batería que se fusionó enérgicamente con la guitarra. El concierto de Sexy Zebras reunió a más espectadores. Con una propuesta de rock vivo y un sonido muy nítido, "Vagabundo" encendió al público y "Caníbales" transformó el escenario en una gran fiesta. Layabouts montaron su particular espectáculo con una oferta posicionada en la misma línea que Sexy Zebras: rock zumbón y colérico. El grupo, ya habitual en el Arenal, interpretó con mucha potencia ‘I don´t know’ y ‘Lonely man’, canciones de su último EP. En contraste, los ilicitanos LoveMeBack, ganadores nacionales del concurso del festival, ofrecieron una actuación de pop-rock que dio paso a la electrónica.

DOMINGO 3 DE AGOSTO (DÍA 4 DEL FESTIVAL OFICIAL-DÍA 6 DEL ARENAL SOUND): DIE ANTWOORD DESPEJA CUALQUIER DUDA

Die Antwoord, grandes triunfadores del cierre del Arenal Sound. Foto: Carme Ripollès (ACF).

Biffy Clyro obtuvo una moderada respuesta, Placebo mejor… Azealia Banks les había superado a ambos. ¿Y Die Antwoord? Pues el último cabeza de cartel no dejó duda. Minutos antes de su actuación, era un río de gente dirigiéndose a la orilla del Desperados, que a su vera presentó un aspecto que impresionaba. Probablemente la razón por la que muchos se acabaron decidiendo por hacerse con su entrada para el festival cuando se anunció su incorporación en el cartel y la opción perfecta para que, ni después de seis días de festival, alguien tuviese alguna excusa para no moverse. Desde Sudáfrica, Die Antwoord. Se esperaba de ellos todo lo que acabó siendo. Todo estaba calculado al milímetro, cambios de vestuario en varias ocasiones –incluido el cuerpo de baile-, un escenario que parecía se les quedaba corto a Yo-Landi (ella) y Ninja (él) y que no pararon en ningún momento, y, reinando sobre ellos, Dj Hi-Teck y sus bases de electrónica, techno y rave a las que Yo-Landi y Ninja añadieron sus rimas. Su sonido es agresivo, controvertido y contagioso, y lo que hace que sean Die Antwoord también va más allá de la música y se centra en lo visual, en esa imagen terrorífica -con los chillidos de Yo-Landi o la simple imagen de Ninja- e incluso algo así como sexual de ambos. Tan sólo como ejemplos se puede recuperar “Baby’s on Fire” y “Pitbull” para que reventase Burriana y para que ellos mostrasen la versatilidad de su estilo a la hora de hacer un rap-rave muy particular que llenó el escenario principal.

Fue una tarde de contrastes y contradictorias respuestas en el escenario principal. Iván Ferreiro captó una buena porción de público, pero su concierto se desarrolló lento, con el público aletargado… Parecía que el festival había dejado agotados a los presentes, aunque con el dance se vio que no era así. Vestido como si hubiese acudido a una boda, el gallego daba en algunos momentos la imagen de un crooner que echa de menos a su ex pareja… hasta cantó su versión del “Abrázame” de Julio Iglesias. Sólo con el recuerdo de Los Piratas “Años 80” o “El dormilón” –curiosa contradicción- despertó a los presentes, relajados en exceso. Ni siquiera el cartel "Te cambio un polvo por una canción", que exhibía una chica, elevó la tensión.

Bastille también actuó en el escenario principal ante una elevada presencia de público, pero más joven. Los gritos eufóricos de las fans situadas en primera fila retumbaban cada vez que Dan Smith, cantante del grupo, pronunciaba su habitual "Thank you very much" entre canción y canción. Aderezaron su propuesta de pop rock alternativo con una iluminación vanguardista. Momento álgido en "Pompei", donde se materializó la implicación de sus seguidores, generalmente en torno a los 18 años.

Empezando por la indumentaria, todo fue muy extraño en el concierto de Mando Diao. Foto: Carme Ripollès (ACF).

Pero para extraño el concierto de Mando Diao. Su éxito con “Dance with somebody” les situó a finales de la pasada década dentro el punto de mirada de grandes festivales, puesto que es una canción ideal para ser coreada y danzada en directo. Pero desde entonces los suecos han dado tumbos que sus fans no entienden, mientras esperan que regrese el viejo sonido Mando Diao. De eso nada. Ni rock, ni garage, ni casi guitarras. En su lugar, atmósferas, teclados,… los momentos más movidos parecen disco-rock (pidiendo perdón a la palabra “rock”) un tanto pasado. El arranque, con un discurso mesiánico sobre un amigo fallecido, ya resultó extraño, empalmando con esa especie de oración que es “If I don’t have you”. Pero es que lo que vino después, aún lo fue más…. con Gustaf Norén y Björn Dixgård haciendo movimientos propios de encontrarse en medio de una sesión de relax. Gustaf soltó algunos discursos bienintencionados contra la violencia, con apunte al sufrimiento palestino, pero lo hizo de modo tan lento y solemne que ni siquiera obtuvo respuesta. Hubo algún guiño a su pasado rockero, pero todo de modo muy extraño, empezando por el mismo vestuario, que parecía propio de alguna secta. “Gloria” fue celebrada, “Dance with somebody” celebradísima… pero sonaron a otra cosa y el final con “Black Saturday” y su ritual electrónico con percusión ya acabó por desconcertar a quien no lo estuviese.

Para cerrar el Desperados, Deorro quien a pesar de que consiguió darle fin al escenario escenario principal de la mejor de las maneras, lo cierto es que cuando se acercaba la hora del jaleo el protagonista volvió a ser el escenario de la playa gracias a Space Elephants –razón por la que durante toda la noche no paraban de aparecerse elefantes sobre las cabezas del público-. La característica principal del éxito de Space Elephants se encuentra en su fórmula de ofrecer mitad set, mitad show; es decir, conseguir que durante una hora se pueda saltar sobre la arena a ritmo de dubstep mientras cae agua de la mangueras, explota el confeti, corres de un extremo a otro del escenario o uno de ellos se introduce en una pelota gigante y empieza a rodar sobre el público; así hasta un sinfín de detalles cuidados para que cualquiera de sus sesiones se hagan cortas, pero muy divertidas.

El desarrollo en el secundario fue un tanto desigual por su propuesta y franjas horarias. Empezó a las 18.45 el concierto de  los iconoclastas sevillanos Pony Bravo, que consiguieron la total implicación del público con su popular "El político neoliberal".  El ánimo que transmitía su música debió de atraer espectadores al Negrita que, no obstante, recibió no más de 300 personas entre el público.

El Columpio Asesino defendió su nuevo trabajo con sobrado éxito. Si hay algo que no le falta al grupo de los hermanos Arizaleta es personalidad. La transmitieron en directo con la extraña mezcla de sintetizadores e iluminación hipnótica. Para terminar de confirmar su complicidad con el público, el tenebrismo vocal de Cristina Martínez, que conseguía mantener a los espectadores en un estado absorbente, moviendo el peso de la pierna de una pierna a otra. Nadie encontrará saltos rabiosos en un concierto de El Columpio Asesino.

FM Belfast, entre una fiesta loca o una intensa clase de gimnasia. Foto: Carme Ripollès (ACF).

Sorprendió la inclusión de FM Belfast a una hora temprana (23:45), porque la suya es una propuesta de las típicas de la madrugada cuando la adrenalina ya se sale por las orejas. Cuando por los altavoces sonó “In the air tonight” de Phil Collins, apenas habría cien personas esperando a los islandeses. Sólo cinco minutos después ya tenían a una masa de gente botando y bailando. Parecían unos Village People del 2014 con 20 litros de Red Bull en el cuerpo. No pararon ni un segundo. Cogían un trozo de Oasis, otro de Guns N’Rose, otro de Rage Against The Machine… pegaban cuatro alaridos, metían el “chumba chumba” y todo el mundo a brincar sin parar. En realidad, su actuación valió por una intensa sesión de gimnasia. Tan deportista resultó su rato de protagonismo que cuando el desmadre se pasó de tiempo y les cortaron el sonido por las bravas, el público se quedó coreando “oeoeoeeo”.

Y en medio de tanta fiesta llegó Circa Waves. Su power pop y rock garagero hubiese funcionado –probablemente- en otro momento, pero, claro, entre el fiestorro de FM Belfast y la espera de Die Antwoord, su actuación supuso una especie de bajón del ánimo general. Los de Liverpool estuvieron nada mal, y más teniendo en cuenta que ni siquiera tienen un LP. Tal vez ese aura de nuevos Strokes les situó tan alto en el cartel, porque de lo contrario tampoco se entiende su buena franja horaria… Aunque llegado el momento de la verdad resulta que cayeron en la hora equivocada.

El medio rock garagero-medio power pop de Circa Waves llegó en la hora equivocada. Foto: Carme Ripollès (ACF).

Donde todo acabó, y donde empezó este sexto, y último, día fue en el Inside. Pero bastante antes de que a las 18:00 comenzasen los conciertos con Mario Díaz, ya se había registrado actividad allí, con la fiesta Clandestine Sound... y se notaba. Muchos vasos de plástico tirados sobre la arena y un enorme charco de agua embarrada en la primera fila del escenario. Además, un retraso de 20 minutos en el inicio del concierto de Mario Díaz. Tras comenzar, el cantante se permitió bromear sobre la escasa afluencia y defendió su calidad con melodías animadas y estribillos alegres.

Música con mensaje político la de Els Catarres, que divirtieron a su público fiel –pocos pero totalmente entregados- con la alegría de su orquesta. Contrabajo, trombón, trompeta y acordeón para rematar un pop folk que une amor y mensajes políticos. Como en Els Amics de les Arts, el público coreó "In!Inde!Independència!" y aplaudió cuando una espectadora exhibió en el aire la bandera estelada.

El Canijo de Jerez se lo llevó por simpatía y gracia. Consiguió una muy buena afluencia en el escenario Inside, no demasiado lejos de la lograda el martes por Satellite Stories, y su música garrapatera gustó a los presentes. Reivindicó el rock andaluz, cantó el "Caramelos" de Los Amaya después de hablar sobre los caramelos especiales que le gustan al grupo, le dio alguna que otra torta a los Urdangarín, Bárcenas... Acabó subido encima del público que seguía de manera muy animada su actuación.

También hubo un hueco para la música ska y punk, y en este caso fueron The Locos los encargados de representar el sonido más revolucionario y canalla de esta edición. La banda, liderada por Pipi (SKA-P), hizo alarde de sus diferentes versiones –demostrando que todo puede sonar a punk- y temas a base de mucha actitud y, por qué no, también un poco de guasa. Poniéndole ritmo ska a los contratos basura (ahora incluso anhelados), el racismo, la política estadounidense y el fenómeno paranormal de que en Castellón siempre nos toca la lotería –bromea Pipi sobre el escenario-, entre otros temas. Colocando la guinda a todo, sin perder el aliento.

Y en la recta final, un giro brusco hacia la electrónica en el Inside en sus cinco últimas horas. El joven dúo de dj’s Sick’N Shirt empezó a calentar el ambiente ante un público no muy numeroso. “Saltad hasta poder volar”, exclamó uno de ellos, y así intentaron que fuese a golpe de trap, dubstep y estilos relacionados como el glitch hop. “Corto pero intenso, como las mejores cosas de la vida” resumen su set, y así fue. El siguiente turno para The River, que llegaba al festival con buenísimas referencias y que consiguió mover a bastante público. Un set en el que el dj demostró su técnica a los platos; mejorable esas veces en las que cayó en los remixes de hits ya masticados de sobra. De lo que no había duda, es que The River se acabó convirtiendo en un perfecto warm up para Die Antwoord. Evangelos, Pablo Cebrián, Space Elephants y de repente, el sol ya ha salido, son las 7:00 del lunes y el quinto Arenal Sound se ha acabado.

El móvil del público; el público del móvil. Foto: Carme Ripollès (ACF).