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Nudozurdo y Grupo Salvaje. Razones de peso

Nudozurdo, el viernes en el Escenario Maravillas. Foto: Fiberfib.

Tienen argumentos y tonos muy distintos. Pero comparten matices oscuros y un discurso repleto de aristas, algunas especialmente cortantes. Se explican perfectamente. En castellano, sí. Son los madrileños Nudozurdo y Grupo Salvaje, dos de los bandas españolas que mejores conciertos han ofrecido hasta ahora en el FIB 2011.

Sin duda, a Grupo Salvaje se les disfrutaría mucho más en una sala cerrada y con luz tenue. Pero la solidez de su repertorio se impuso en el escenario FIB Club el jueves por la noche. Después de un comienzo algo frío, el grupo de Ernesto González –director de comunicación del FIB- acabó llevándonos a todos a su terreno, agreste y pedregoso pero al mismo tiempo confortable y con un sabor inconfundiblemente americano, para cuajar una actuación sobresaliente. Las nuevas composiciones en castellano, que tanto le han traído de cabeza por la sobreexposición tras dos décadas –desde Privata Idaho- cantando en inglés, hacen más transparente y accesible su música. Medios tiempos trenzados por tres guitarras llenas de matices y una potente base rítmica, que crecen y decrecen sin estridencias, sin atajos, alcanzando momentos de intensidad con naturalidad. Después del verano Grupo Salvaje publicarán su nuevo disco con esas canciones a través del Acuarela tras un largo periodo de silencio. Y ya no volverán a actuar nunca más en el FIB: su responsable de prensa no quiere volver rozar la locura con tal desdoblamiento.

Lo de Nudozurdo el viernes en el escenario Maravillas, después de Atom Rhumba, fue para nota. En 2009 ya habían demostrado en el FIB Club, donde presentaron su disco de debut, que su propuesta tenía mucho recorrido. Y, con nuevo disco bajo el brazo (Tara Motor Hembra), este año los madrileños lo han refrendado con un tremendo concierto. Fueron una de las bandas que mejor sonaron en el escenario grande del festival el viernes. Guitarras atronadoras, un bajo tensísimo y una metódica batería sacando a las canciones todo su potencial. Una actuación arrebatadora, con un Leopoldo Mateos más inquietante y convincente que nunca, con esa mirada hiriente que te pone en situación para después zarandearte con sus letras-cuchillo. Su voz recuerda a la del mejor Germán Coppini, una de las principales razones para que las canciones se identifiquen inmediatamente, logrando eso tan complicado que es llevar el sello de Nudozurdo desde el primer acorde.

Grupo Salvaje, el jueves en el escenario FIB Club. Foto: Paco Poyato.