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Niño de Elche en la UJI. "No quiero ser acogido por lo que supone el mundo del flamenco y no hago ningún intento de acercamiento hacia esa institución"

Francisco Contreras, 'Niño de Elche'. Foto: Celia Macías.

El primer concierto de esta primavera en el Paranimf de la UJI contará con uno de los nombres más sorprendentemente exitosos del panorama musical español: Francisco Contreras, más conocido como Niño de Elche. Un cantaor del que la ortodoxia flamenca rehúye porque es tal su mezcolanza de estilos que resulta imposible situarle dentro del género del que surgió allá a principios de los 90 como una especie de niño prodigio y del que se fue separando conforme llegaban a sus oídos sonidos de otros artistas. Es más, resulta imposible situarle dentro de un estilo concreto, una transgresión acorde con su línea de admirar más a los creadores individuales que a cualquier género musical etiquetado. Su sexto disco, Voces del extremo (2015), ha resultado la llave que le ha terminado de abrir puertas de crítica, festivales, público y premios. El viernes 8 de abril le abrirá –acompañado por su grupo- la del recinto universitario castellonense,  a partir de las 20:00, con entradas a 12 euros, o de 10 para tarifas reducidas.

Transgresor, revolucionario, indomable… Son calificativos que se aplican al Niño de Elche, al que se acostumbra a equiparar con Enrique Morente por su carácter rupturista dentro de un ecosistema tan establecido y poco dado a las novedades como es el flamenco. Y aunque desde ese genérico punto de vista puede apreciarse la similitud entre ambos creadores, los registros de este ilicitano criado en Sevilla no se detienen sólo en las fronteras de la música, adentrándose en terrenos de la performance –su Rave, con Matej Kezjar, le llevó el pasado marzo a Bruselas- o en la improvisación vocal, además de ligarse intelectual y letrísticamente con el grupo de la Poesía de la Conciencia, crítica con los mecanismos del capitalismo. A algunos de estos artesanos libertarios de la palabra ha acudido para poner las letras al disco Voces del extremo. De Begoña Abad toma “Estrategias de la distracción", con esa línea “Compra lotería donde compra Fabra” que utiliza como una especie de ácido resumen de los últimos años de la vida española. Sí, su estilo es políticamente incorrecto, y gusta de dar nombres, algo que encuentra a faltar en el arte actual.

Minimalismo, rock andaluz, psicodelia, electrónica, space, kraut… todo cabe en la coctelera sónica, que deja en manos de Daniel Alonso (Pony Bravo) y que le hace situarse en una vanguardia que le ha conducido a festivales como el Sónar barcelonés, con el proyecto Raverdial, una rave con cante estrenado junto a Los Voluble… pero también al Ateneo Republicano de Vallecas. “Las etiquetas muchas veces asfixian más que esclarecen”, es la frase con la que arranca la historia biográfica que se puede leer en su web oficial. Versátil, hasta el punto de considerarse más “artista” que “músico”. Hiperactivo, con seis discos en su haber desde su estreno, Mis primeros llantos (2007), y con un tributo a Miguel Hernández incluido, pero con el añadido de trabajos paralelos y con distintos lenguajes: libre improvisación con Seidagasa; un espectáculo, Vaconbacon, basado en la pintura de Francis Bacon; colaboraciones con poetas, coreógrafos, bailaoras, músicos, como Kiko Veneno, José Cicuta, Rocío Márquez o, claro está, Pony Bravo.

En la Universitat Jaume I mostrará la faceta correspondiente a Voces del extremo, que le ha valido distinciones como Mejor Disco de 2015 para publicaciones como Rockdelux o El País, premios como el Ruido, otorgado por la Asociación de Periodistas Musicales, o nominaciones pendientes de resolución como los MIM, antes conocidos como Premios de la Música Independiente. Un reconocimiento por un riesgo tan anti corsés que incluso critica públicamente los tópicos de aquel flamenco en el que un día apareció como un niño prodigio y que hoy sólo le reconoce a través de usos de su voz; ni se salva el mundo taurino, tan ligado a esta cultura. Tan antisistema dentro de la industria discográfica que su Voces del extremo está editado bajo una licencia Creative Commons, que permite la descarga legal y gratuita.

Muy ajetreado y con los minutos más que contados entre constantes viajes y actuaciones -el jueves 7 actúa en La Casa Encendida de Madrid con Los Volubre-, prácticamente a última hora, Niño de Elche encuentra algo de tiempo para atender una petición de entrevista de Nomepierdoniuna antes de emprender rumbo hacia Castellón.

>¿Qué queda de aquella especie de niño prodigio que decían –o querían- que apuntaba a gran cantaor?
Quedan restos de un proceso en continuo desplazamiento en forma de modismos estéticos, miedos, fragilidades y sobre todo ganas de comunicar.

>Por cierto, aún se te suele catalogar hoy en día como “cantaor” pese a tu alejamiento respecto a la definición clásica. No sé si te gusta esa denominación.
No sólo canto flamenco. Por eso es una denominación que no encaja con mi forma de relacionarme mediante las prácticas artísticas, ni en lo social ni en lo político.

>¿En qué momento empezaste a abandonar la ortodoxia y poner el oído en otras músicas que con los años te han llevado por caminos poco etiquetables?
Alentado por mi amigo Virgilio, a la edad de 16 años comienzo a escuchar a cantautores, música metal y minimalismo. Todo ello se une a mi inquietud por contar cosas a nivel político y comienzo a leer a poetas de la generación del 27. A partir de ahí, el flamenco clásico que yo hacía comienza a verse desplazado por “otro”.

>Porque tú eres más del camino, de la experimentación, del no saber qué te espera tras el siguiente recodo, que del resultado en sí.
Es imposible no ser de un camino, ya que todo lo que hacemos pertenece a ese “andar”. Pero me gustan los caminos que no tengan veredas y que me permitan salirme de él y dar marcha atrás o salirme por sus tangentes. El andar por la vida no lo visualizo de una forma lineal, por eso mi forma de trabajar es poliédrica.

>Te han acogido con los brazos abiertos los indies, los electrónicos, los que gustan de la experimentación. Pero me da la impresión de que con los flamencos puros no te ocurrirá lo mismo.
Buena impresión, pero no es una cuestión de ellos sino es más una cuestión mía. No quiero ser acogido por lo que supone el mundo del flamenco y no hago ningún intento de acercamiento hacia esa institución. No voy a gastar energías intentando ser comprendido por un público y unas instituciones que no me aportan nada.

Niño de Elche, en una imagen campestre. Foto: Celia Macías.

>Porque encima eres anti tópicos flamencos.
No es que sea anti, es que no me siento reflejado en esos comportamientos. Por lo tanto, no los ejerzo.

>¿No te crea cierta inquietud que una vez superada la positiva sorpresa de trabajos como Voces del extremo estés en tantos campos musicales que en realidad no tengas un sector concreto de seguidores? Porque encima dices que no quieres que tu siguiente trabajo se parezca en exceso a lo ya realizado.
Lo que se puede ver como inquietud yo lo vivo como algo apasionante porque no sé, ni sabemos, qué sucederá realmente con otras propuestas diferentes y eso es magnífico porque no hay nada preconcebido. De todas formas te diré que sí siento que haya un público concreto, es el público que está de acuerdo en vivir los conciertos y los discos de la forma en como yo los vivo. Ése es nuestro punto en común: la inquietud convertida en pasión e incertidumbre artística.

>Por cierto, eres de individuos más que de colectivos. Siempre hablas de artistas
particulares y no de géneros a la hora de influencias.
Sí. Creo en el individuo analizado desde sus contextos más que en una forma de analizar desde los colectivos o géneros donde se difuminan nombres. El problema de analizar desde los colectivos o los géneros es que se homogeniza en exceso y lo que a priori se ejerce como “democratización” se convierte en una globalización independientemente de cómo sea de numeroso el colectivo o el género que representan.

>Aunque muchas veces la suma de individuos dan lugar a colectivos como Poesía de la Conciencia, a cuyas letras has acudido para cantarlas. ¿Es el colectivo con el que más te identificas?
Siempre que hablo de la poesía de la conciencia doy nombres porque no es un colectivo como lo podamos entender en la música o en el teatro, por ejemplo. Es más una actitud, una forma de afrontar la lectura del mundo mediante la poesía. Esa actitud de lo cotidiano, de la revolución desde nuestras miserias, de la escucha del prójimo sin olvidar la nuestra o del intento de separarnos del fuego de lo convencional, entre otras muchas cosas. Esa es la actitud que me interesa, por eso no los catalogo como un colectivo, ya que es una palabra que me lleva a una forma de organizarse o colaborar y la poesía de la conciencia la veo más como seres que respiran por una misma nariz.

>"The raver is the last man?" ¿Sólo sobrevirán los asistentes a las raves en este mundo que tanto criticas por sus mecanismos capitalistas?
La pena es que sobrevivamos a las raves. Una buena rave es lo más parecido a un Apocalipsis bien entendido o al limbo lleno de pecadores y pecadoras y un guapo Lucifer. Sería un final de plano maravilloso.

>Comentas que hay crítica en la música, pero falta profundizar y dar nombres. Tú lo haces a través de los textos que cantas, y dentro de ellos ha calado ese vínculo con Castellón que es “Compra lotería donde compra Fabra”. ¿Cómo escoges los textos? ¿Algunos se escriben pensando en ser cantados por ti?
Me van llegando de mis lecturas, mi búsqueda o la búsqueda de amigos que me van pasando todo tipo de información que se van encontrando y piensan que me puede interesar. Las letras del mundo están ahí para que todos las cantemos. No tienen
derechos de autor, por ahora.

>Y a partir de ahí, ¿hasta qué punto Daniel Alonso (Pony Bravo) influye en el apartado instrumental?
Daniel es el productor del disco Voces del Extremo. Ha sido un productor con una mirada ampliadora y amplificadora. Supo canalizar mis intuiciones, ampliarlas, complementarlas y mejorarlas. Todo ello trabajando con varios músicos al mismo tiempo y sabiendo sacar de ellos su personalidad y su talento. Vaya, lo que debería de ser un productor con todas sus letras.

>¿Qué puede esperar el público que asista al Paranimf de la UJI?
Lo ideal es que no esperen nada.

>¿Será un concierto con banda “normal”?
Vamos en formato trío. A partir de ahí…

>¿Te imaginas que alguna rama del flamenco avance por tu rama futurista?
Esperemos que no, porque entonces los flamencos cobrarían mucho menos y la economía andaluza se vería muy afectada.

>¿Qué es lo último que artísticamente te ha llamado la atención y es posible que adoptes en tu experimentación?
Últimamente me interesa mucho la prensa rosa, las prácticas mágicas y la música ambient.