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Nel·lo Vilanova ('Paisajes escénicos'): "He querido recuperar la inmensa creatividad artística injustamente silenciada hasta ahora"

Nel·lo Vilanova posa con su libro 'Paisajes escénicos' en el centro de creación de Xarxa Teatre, en Vila-real. Foto: Carme Ripollès.

>Te he de decir que te entrevisto sin haber leído por completo Paisajes escénicos (Fiestecultura, 2020). Y no solo por sus más de 400 páginas -que también-, sino porque me parece tan interesante lo que se lee que me cuesta saltarme subcapítulos. Pero sí he leído unas tres cuartas partes, y tengo muy claro que incluyes mucha información válida para quien desee conocer las artes de calle. Como te ha dicho algún lector, y así se refleja en el arranque, es más una enciclopedia que un ensayo.
Muchas gracias por reconocer que te ha enganchado su lectura. No eres el primero que me lo dice. Y te animó a que sigas degustándola. Este libro no es una enciclopedia. Es un resumen de un trabajo cuatro veces más amplio. Y además creo que su importancia viene dada porque se explica la evolución artística de las artes escénicas. Desde cuando los cómicos se encerraron en los corrales de comedias y en los teatros durante el XVI para ganarse mejor la vida hasta la Revolución Industrial, cuando el Modernismo se planteó la validez del arte clásico en una nueva sociedad. A partir de ahí el concepto artístico evoluciona, inicialmente en las artes plásticas y posteriormente en el arte escénico. Se cuestionan los textos, se derriba la cuarta pared, desaparecen incluso los muros de los teatros, las técnicas actorales cambian radicalmente, el silencio se convierte en música y en gesto, se introducen las nuevas tecnologías del momento (cine o electricidad), las obras pierden el argumento y mantienen su unidad mediante la temática, la narración lineal deja de tener importancia, el gusto burgués se ve sustituido por la provocación y la innovación, emergen con fuerza el circo y el cabaret… Durante el siglo XX hay una constante evolución hacia nuevas formas escénicas.

El libro habla de muchos de los artistas y teóricos que dieron ese osado paso adelante. Desde Jarry, pasando por Maiakovski y Meyerhold, Artaud, Valle Inclán, García Lorca, Grotowski, Brook, Cage, Barba, Carles Santos, Els Comediants… Y finalmente aterrizó en España, donde presento la gran cantidad de artistas que han asumido presentar su arte en la calle, la tremenda implantación internacional y la excelente calidad alcanzada. La obra intenta tener una función didáctica, formativa y reflexiva.

>Un libro que desearías que te rebatiesen, ampliasen…
Obviamente. Apenas se había publicado nada sobre las artes de calle españolas. Mientras las actividades escénicas en espacios al aire libre han sido muy estudiadas en Norteamérica, Italia o Francia, las universidades españolas apenas le han prestado ninguna atención. Por lo tanto, publicar Paisajes escénicos ha sido un trabajo de una osadía enorme. Al no existir archivos teatrales específicos, he tenido que ir puerta por puerta preguntando y no siempre recibiendo la colaboración necesaria. Estoy convencido de que se puede rebatir y ampliar sin ningún género de dudas.

“Al no existir archivos teatrales específicos, he tenido que ir puerta por puerta preguntando y no siempre recibiendo la colaboración necesaria”

Piensa que se habla, principalmente, sobre la creación artística española desde mediados de los sesenta hasta la pandemia de la Covid-19. Y eso hace que se cite la creación de muchos artistas que han mostrado su arte en la calle. Gente de teatro, de danza, de circo, de mimo, de títeres, instalaciones plásticas… Y cada uno de esos grupos se subdivide en un enorme abanico de posibilidades. La obra abre el abanico y plantea una manera de cómo se podría estudiar ese maremágnum de creaciones artísticas que incluimos en el concepto 'artes de calle'. Uno de los objetivos de Paisajes escénicos es valorar el arte en espacios al aire libre y recuperar la inmensa creatividad artística injustamente silenciada hasta ahora.

>¿Sabrías cifrar los años que llevas recopilando información para algún día –ahora- publicar un libro sobre artes de calle? ¿Y en qué momento te decides a teclear no lo que se puede leer, sino ese estudio aún de mayor volumen que has tenido que resumir?
Empecé a recopilar toda la información a principios de los 90. Aunque he de reconocer que desde mis tiempos universitarios tuve profesores que me introdujeron en Artaud, Shakespeare, Valle Inclán, García Lorca, Jarry, Apollinaire… Y, además, mi pasión por el teatro me hizo conocer la obra de los hermanos Sirera, Manolo Molins y el Teatro Independiente. Además, creo que los archivos de Xarxa Teatre deben ser casi únicos sobre esta especialidad teatral. En un principio no lo hacía porque quisiese publicar nada, sino porque recopilaba información. Posteriormente me di cuenta de la irresponsabilidad de los grandes medios de masas españoles (TVs, radios o prensa escrita). Solo contaban lo que acaecía en Madrid o en sus respectivas comunidades autónomas.

“Me di cuenta de la irresponsabilidad de los grandes medios de masas españoles. Solo contaban lo que acaecía en Madrid o en sus respectivas comunidades autónomas. Por eso creamos Fiestacultura, una revista que hablase de las artes de calle en el mundo”

Recuerdo que una vez actuamos con Veles e Vents en el Festival Iberoamericano de Caracas. Nuestra actuación fue un éxito rotundo. De hecho, fuimos a actuar tres años seguidos a uno de los mayores festivales de Latinoamérica. Y la TVE, en su resumen del festival en el Telediario de la noche, habló de una compañía francesa que hacía un Quijote. Aquella compañía tuvo que suspender un día por el viento, otro no pudo acabar la actuación por problemas técnicos y el último día hizo un pase de resistencia. Y el periodista de TVE solo habló del Quijote. Nosotros teníamos miles de espectadores cada día. Y la gente llamaba a los programas de radio venezolanos recomendando a los radioyentes que fueran a vernos. Y ni siquiera así éramos noticia. El centralismo mediático valoraba que unos franceses hubiesen hecho una obra sobre El Quijote e ignoraba el gran éxito del festival porque éramos unos españoles periféricos y eso no era noticiable.

Por eso creamos Fiestacultura, una revista que hablase de las artes de calle en el mundo. El primer número salió en 1999 y, gracias a la implantación internacional de Xarxa, hemos contado lo que acontece por todo el mundo escénico al aire libre con una amplitud que dudo que nadie ajeno a Fiestacultura lo haya hecho. Al darme cuenta de ese filón informativo empecé a vislumbrar la posibilidad de que podía escribir un libro recuperando la memoria reciente de las Artes de Calle en 2005 y me dediqué a dirigir un equipo de investigación y a redactar La escena callejera 1960-1984, obra que se editó como fascículos de Fiestacultura y finalmente como un libro en 2010. Por eso no puedo decirte cuantos años me ha costado reunir la información y plasmarla en este libro. ¿Toda una vida?

>Dejas claro que tratas sobre las “artes de calle”, que no “teatro de calle”, una definición bastante habitual, pero no exacta, porque en los espacios al aire libre se puede ver una amplia gama de artes escénicas, y dentro de cada una de ellas diversas ramas.
Efectivamente, hablo de la creación artística en espacios libres y eso incluye desde el arte ambiental a las fiestas populares, al circo, los mimos, la música, la danza, el teatro, las performances… En la obra describo un montón de actividad artística callejera: lúdica, ritual, vanguardista, festiva, reflexiva, provocadora, rompedora, clásica, estática, itinerante… No solo hablo de teatro. Hablo de artes escénicas y, como Peter Brook afirmó, para que exista teatro basta con un actor y un espectador en cualquier espacio. E incluso esa afirmación ha sido cuestionada y ampliada por otros artistas.

Profesor de inglés, en 1983 cofundó Xarxa Teatre junto con Mireia Marqués y Leandre Escamilla. Ahora, Manolo o Nel·lo ya está jubilado. Foto: Carme Ripollès.

>Las representaciones de calle (gratuitas en su mayoría) siempre han tenido que luchar contra casi todo, empezando por el hecho de que se las sitúe por debajo de los espectáculos de sala (de pago en su mayoría).
La dramaturgia ortodoxa siempre ha visto con recelo cualquier otro tipo de dramaturgias. Lo sorprendente es que mientras en artes plásticas se consiguió romper con el monopolio ortodoxo del arte en un corto período de tiempo, en las artes escénicas se sigue intentando ignorar las actividades al aire libre, o incluso despreciarlas por el mero de hecho de que se realizan en espacios abiertos no aforables y en los que no se cobra entrada.

“La dramaturgia ortodoxa siempre ha visto con recelo cualquier otro tipo de dramaturgias”

>Dices que este libro no deberías de haberlo escrito tú, ya que eres heredero y protagonista de ese mundo que describes, tanto a través de Xarxa Teatre como del Festival de Teatre de Carrer de Vila-real o el Magdalena Circus, principalmente. Me llama la atención que nadie haya emprendido una tarea similar a nivel español, porque las artes de calle están bien presentes y mueven mucha gente a su alrededor. Es algo muy visible.
Las artes de calle acaecen sobre todo en aquellos lugares en que no hay teatros. Donde hay teatros existe como una barrera infranqueable para hacer representaciones escénicas en espacios exteriores. Y los investigadores universitarios suelen residir en las grandes ciudades, que habitualmente no programan teatro de calle. Pueden ir a un determinado festival, pero no siguen regularmente este arte escénico, ya que les resulta muy oneroso. Por eso han optado por no opinar sobre lo que no conocen bien. El resultado es que no existen apenas tesis doctorales sobre artes de calle. Incluso conozco casos de profesores que les han razonado a sus alumnos que intentar hacer una tesis doctoral sobre eso es meterse en terreno resbaladizo. Este trabajo debería haberse hecho desde un ambiente universitario, con lo que hubiese sido más objetivo, menos pasional, aunque los profesores universitarios no se han visto capacitados para hacerlo. Pese a ello, confío en que a partir de ahora exista ya un guión de cómo estudiar y valorar este tipo de arte escénico y se deje a los alumnos adentrarse en estas vertientes escénicas hasta ahora ignoradas por la mayor parte de la crítica y por los estudios universitarios.

“Los investigadores universitarios suelen residir en las grandes ciudades, que habitualmente no programan teatro de calle (...) Por eso han optado por no opinar sobre lo que no conocen bien. El resultado es que no existen apenas tesis doctorales sobre artes de calle.”

>¿Por qué un profesor de inglés decide poner en marcha en 1983 junto a Mireia Marqués y Leandre Escamilla una compañía teatral con la calle como escenario?
Muy fácil. Porque queríamos hacer teatro profesional en Castellón, una tierra en la que apenas existían teatros. Un auténtico desierto teatral con algún oasis que luchaba contra la sequedad: Universal Còmics, Pimpinelles, La Xula, Espiral, los grupos amateurs… Nosotros no queríamos emigrar para ser profesionales del teatro. Éramos felices viviendo en esta tierra y no queríamos abandonarla. Toni Cots (Odin Teatret) me comentó que si quería ser profesional del teatro en una tierra en la que no existían teatros podía optar por actuar en la calle. Y me dio un consejo muy válido: “Vivís en una tierra muy rica en fiestas tradicionales y populares. Ese puede ser vuestro espacio escénico. En Catalunya, Comediants actúan por todo el mundo con sus fiestas tradicionales. Haced lo mismo. No obstante no los copiéis; si lo hacéis, no iréis a ningún sitio. Partid de vuestras fiestas y cread vuestras propias dramaturgias y puestas en escena.” Y así lo hicimos. Y la verdad sea dicha es que nuestra odisea artística nos ha llevado por los cinco continentes.

“Toni Cots (Odin Teatret) me dio un consejo muy válido: “Partid de vuestras fiestas y cread vuestras propias dramaturgias y puestas en escena”

>Realizas un profuso repaso de compañías, producciones, festivales… Pero me llama la atención que en los títulos de los subcapítulos solo aparece un nombre propio de persona, y es el del creador vinarossenc Carles Santos.
Inicialmente había títulos de compañías, aunque me parecía reduccionista, ya que no solo hablaba de una compañía, sino de un concepto escénico que compartían con otra gente. Por eso enumeré los capítulos por el concepto y no por el artista. Carles Santos es un gran genio del arte escénico. Ha tocado tantas teclas vanguardistas, dadaístas, fluxistas, minimalistas, poesías fonéticas, música, circo, teatro, danza… Es un pozo en el que hay que caer sí o sí. Por eso, su capítulo se titula "Del virtuosismo a la genialidad: Carles Santos", porque hablo exclusivamente de él y de su extraordinaria aportación al arte escénico español.

“Carles Santos es un gran genio del arte escénico (...) Vuelvo a pedir un Centre de Creació Carles Santos en la ciudad de Vinaròs”

Permíteme que, aprovechando esta pregunta, vuelva a pedir un Centre de Creació Carles Santos en la ciudad de Vinaròs. Ya lo pedí en Fiestacultura al poco de fallecer. Carles tiene muchísima de su obra original en Vinaròs propiedad de la Fundació de la Caixa Vinaròs. No concibo esa memoria artística de Carles en las grandes urbes. Él vivía en Vinaròs siempre que podía. Y allí esta su obra. Respetemos su deseo de continuar viviendo en su ciudad con su obra. Y eso hay que dignificarlo institucionalmente. No debería limitarse a ser un museo, sino que habría que dotarlo de una potente sección de estudios y otra de creación escénica. Un Centro Escénico descentralizado sería lo mínimo que los valencianos podríamos dedicarle al genio. Sería una posibilidad de dotar de otro motivo de atracción económica que aligerase la dependencia del turismo estival de la zona. Y creo que sería un proyecto fácil de ser asumido también por la Unión Europea.

>Curiosamente, la pandemia te ha venido bien. Primero, porque te has encontrado con más tiempo para acabar -y reducir- el texto y, a la vez, te ha servido como tope temporal (imposible que sea más actual) para ponerle límite histórico.
Permíteme que corrija tu afirmación: la pandemia no me ha venido nada bien. Es cierto que a nivel artístico se iniciará un nuevo ciclo tras la covid-19, por lo que la obra tiene un punto y final evidente, aunque el final trágico con el que acaba el libro es una casualidad. Por el contrario, la promoción del libro mediante las conferencias previstas se ha tenido que suspender, y si no consigues vender el libro estás en la ruina. Tengo un montón de temas pendientes de plasmar en libros, pero si no se venden los que ya he escrito, no podrán editarse de nuevos.

El trabajo constante por todo el planeta de Xarxa Teatre ha permitido a Nel·lo reunir gran cantidad de material y una perspectiva muy amplia de las artes de calle. Foto: Carme Ripollès.

>La lectura del libro tiene más de drama que de comedia. Las artes de calle tienen que luchar prácticamente contra todo y solo en los 90 han tenido un panorama a favor. En muchos momentos parece que, además de mucho trabajo en muchos apartados, la supervivencia de las compañías –mini compañías ya en la mayoría de casos- sea milagrosa.
Con la crisis del ladrillo se castigó a inocentes a pagar los defectos de gestión de los culpables. Los desahucios son la mayor injusticia que se haya realizado en este siglo. Los desahuciados no eran defraudadores, ni timadores. Simplemente eran trabajadores que habían perdido su trabajo y no podían devolver su deuda. La actuación de la gran banca fue aberrante. Tiraban familias a la calle, como si fueran delincuentes, porque habían perdido su trabajo en una crisis provocada por la propia ineptitud bancaria. Una parte de esa banca se enriqueció con la crisis. Los ciudadanos hemos tenido que pagar las deudas de la otra parte bancaria y nos lo han agradecido quitándoles las casas a los parados y sacándoles de las mismas a porrazos. Esa crisis bancaria que tuvimos que pagar entre todos redujo bestialmente la financiación pública al arte y se optó por mantener los mismos eventos con muchísimo menos dinero. Para ello se potenció a los autónomos, los emprendedores les llamaban, con lo que se ha conseguido una nueva manera de esclavizar a muchísima gente. Con el añadido de que si no consiguen tirar adelante la culpa es suya. Los artistas autónomos trabajan todo lo que haga falta por una miseria, para poder pagarse la Seguridad Social, el seguro, el local y el vehículo con el que viajan. Autónomo se ha convertido en sinónimo de auto explotado. Ya no existen apenas empresas teatrales. Son autónomos.

“Ya no existen apenas empresas teatrales. Son autónomos (...) Cuando sacan a concurso una creación artística, en nombre de la transparencia se limitan los méritos de un concursante a los dos últimos años de antigüedad. Y eso es de una injusticia enorme”

Además, cuando sacan a concurso una creación artística, en nombre de la transparencia se limitan los méritos de un concursante a los dos últimos años de antigüedad. Y eso es de una injusticia enorme. Se están cargando el concepto de transparencia. Transparencia no conlleva la falta de libertad a la hora de contratar artistas, sino hacer transparentes todos los gastos que se generan. Eso es transparencia. El limitar la elección de artistas a unas bases de gestión que reducen el historial de un artista a los dos últimos años es una barbaridad. Ese cambio que se ha ejercido no favorece la creatividad artística, sino que se limita a cubrir las espaldas de los políticos ante futuras reclamaciones. Y eso sí que es un drama.

>Repasemos algunas cuestiones que tratas principalmente en el quinto capítulo, el del análisis del momento actual, el que nace con el siglo XXI, pero fundamentalmente con la crisis económica del 2008. La socialdemocracia cuidaba la cultura, el neoliberalismo busca la mercantilización, donde a las artes de calle les cuesta mucho más encajar por no tener taquilla.
Claro. Si el único concepto es mercantilista, las artes de calle sobramos. Nuestra aportación no es industrial, sino intelectual, artística, formativa o lúdica. Los artistas salen a la calle buscando al público que nunca irá al teatro, a la gente más manipulable de nuestra sociedad. Por eso las artes de calle aportan varios valores añadidos a la simple representación artística: llegan a muchísimos espectadores, llegan a una gran variedad ideológica, de raza, económica, de creencias religiosas, de edad… y eso sirve para unir a la ciudadanía y para despertar intereses o plantearse preguntas. Son un tesoro en bruto que hay que apoyar.

“Si el único concepto es mercantilista, las artes de calle sobramos. Nuestra aportación no es industrial, sino intelectual, artística, formativa o lúdica”

>El teatro ha perdido su carácter subversivo, de buscar la reflexión y la reacción. Ahora se busca no molestar y divertir, implantándose la autocensura.
Disiento en que uses la palabra "subversivo", ya que tiene un valor partidista, peyorativo. Ese concepto proviene de las grandes dictaduras del siglo XX. Prefiero el término teatro de compromiso o reflexivo. Una obra de arte puede ser bella por sí misma y transmitir estados emocionales a los espectadores que la estén viendo, aunque esa afirmación no niega que el arte también puede entrar por las entrañas, por el sudor, por el juego, por el rito. He de reconocer que el arte más potente es aquel que además de la calidad estética transmite preguntas, ayuda a reflexionar y activa a la gente.

“Actualmente es más fácil que se contrate un espectáculo de animación cuyo mensaje se limite a generar una estética novedosa y simpática que a un espectáculo que te ayude a hacer pensar. Y eso facilita la autocensura.”

El Gernika de Picasso fue una obra denigrada por el arte ortodoxo, no obstante si estudias cuáles han sido las pinturas más relevantes del siglo XX, hay unanimidad de que se trata en una de las grandes obras. Incluso gente que no le gusta el cubismo entiende el grito desesperado de una mujer bajo las bombas, el quejido insonoro de un caballo agonizante y todas las mutaciones corporales que allí se contemplan, y eso provoca un rechazo inmediato. No ha hecho falta transmitirlo de una manera clásica, comprensible a primera vista. Su fuerza radica en haber sabido expresar ese dolor tremendo que genera una guerra. Cualquier guerra. Obviamente se hizo pensando en la guerra civil española, pero una inmensa cantidad de otras ciudades del mundo se sienten identificadas con el ansia de paz de la pintura.

Es verdad que actualmente es más fácil que se contrate un espectáculo de animación cuyo mensaje se limite a generar una estética novedosa y simpática que a un espectáculo que te ayude a hacer pensar. Y eso facilita la autocensura. No importa que el arte saliese a la calle para aumentar el nivel cultural de la gente y, desgraciadamente, en la actualidad mucho de lo que se programa tiende a disminuirlo, a que se pase un rato divertido, aunque sea intrascendente. Yo me inclino por el arte que conlleva un mensaje humanista y que mueve a la gente a la reflexión.

El libro que acaba de publicar repasa toda la historia de las artes de calle, hasta le llegada de la covid-19. Foto: Carme Ripollès.

>A la hora de programar se busca la novedad del estreno, por encima de la calidad… y que sea barato, de pequeño formato.
Efectivamente, tras la crisis del 2008 el mercado se encogió. Casi todas las empresas grandes valencianas han desaparecido y los autónomos han brotado como setas en otoño. Eso se debe a una errónea política institucional, o quién sabe, a lo mejor es lo que quieren los políticos. Un espectáculo de tres o más años es viejo, ni bueno, ni malo, viejo, por lo que las obras de mayor calidad desaparecen del mercado rápidamente en detrimento de obritas facilonas que se renuevan anualmente. La innovación no importa nada, aquello que atrae es lo novedoso. Y lo más curioso es que pese a que los espectadores no suelen viajar a otras localidades a ver obras teatrales muchos programadores consideran que como ya se ha programado en una localidad vecina, mis ciudadanos no han de ver un buen espectáculo, ya que yo no voy a repetir la programación del vecino, pese a que los espectadores son diferentes. No obstante, el programador intenta diferenciarse de los otros y por eso no programa en su ciudad un espectáculo de gran calidad. Es muy triste, pero esta reflexión la he oído muchas veces en boca de los programadores para justificar porque no programaban un buen espectáculo.

“Un espectáculo de tres o más años es viejo, ni bueno, ni malo, viejo, por lo que las obras de mayor calidad desaparecen del mercado rápidamente en detrimento de obritas facilonas que se renuevan anualmente”

>Normativas que hacen más difícil hacer uso de la calle.
Efectivamente, las normativas del uso de espacios públicos emanadas desde la Unión Europea en lugar de unirnos nos están separando cada día más. Cada estado las adapta a sus características propias y todo aquello que no se ha incluido en la normativa queda prohibido. La Unión Europea va camino de un fracaso sonado. Las leyes europeas se hicieron para facilitar la fluidez de productos industriales y financieros. Por el contrario, llevar una fiesta mediterránea a Alemania puede estar completamente prohibido. Y, además, cada día se hace más difícil cumplir las normativas de facturación internacional. Las grandes empresas pueden hacerlo fácilmente; una compañía de teatro que a lo mejor actúa una o dos veces al año en un país no puede cumplir con la gran complexidad administrativa que se le pide. La burocracia se ha simplificado para los grandes holdings y se ha decuplicado para las pequeñas empresas escénicas. O las normativas se hacen más liquidas o va a ser muy difícil que los artistas escénicos puedan salir a actuar por el mundo como sucedía hasta hace diez años.

“La Unión Europea va camino de un fracaso sonado. Las leyes europeas se hicieron para facilitar la fluidez de productos industriales y financieros. Por el contrario, llevar una fiesta mediterránea a Alemania puede estar completamente prohibido”

El Brexit es un claro ejemplo de que en la construcción de Europa se ha olvidado facilitar el conocimiento mutuo de los ciudadanos. No todo radica en la exportación de productos industriales, ni en la libertad de transferir dinero, ni en la movilidad interna de la gente. Se ha fracasado rotundamente en dar a conocer las diferentes maneras de ser y pensar de los ciudadanos.

>Eventos con bajo presupuesto y actuaciones sin cobrar.
Esto sucede también en otros países europeos, aunque en España nos hemos convertido en auténticos maestros. A las compañías les llegan ofertas deprimentes. Te proponen ir a actuar sin cobrar, ya que te ofrecen la posibilidad de confrontar tu arte con el público. Son microfestivales, con microcompañías que ofrecen un premio metálico para la compañía ganadora. Las demás no perciben nada. España se ha convertido en el país europeo, y puede que del mundo, en el que se otorgan más premios al arte escénico. Ya hace tiempo definí a España como “premiolandia”. Hay premios por doquier, que casi nunca conllevan una aportación económica. Incluso hay empresas que te exigen que les regales un bolo para entregarte el premio. Me parece indignante. Y reconozco que muchos artistas están dispuestos a vender su alma al diablo para ganar un premio.

“A las compañías les llegan ofertas deprimentes. Te proponen ir a actuar sin cobrar, ya que te ofrecen la posibilidad de confrontar tu arte con el público”

>Falta de unión en el gremio.
Eso es lo peor de todo. Y por eso nos han hecho lo que nos han hecho. Las artes de calle hemos sido incapaces de formar un colectivo que defienda nuestros intereses. Las artes de calle valencianas aún no disponen de ninguna asociación que pueda ir a hablar con los políticos. Sus componentes están asociados a otras asociaciones que nunca han defendido las artes de calle. En el País Vasco existe una activa y organizada asociación, Artekale, y junto a Cataluña, donde hay otra asociación de Festivales de Artes de Calle, son las únicas autonomías donde han conseguido organizarse. Y curiosamente son las dos comunidades autónomas con una ayuda más firme y decidida a la creación artística al aire libre. A nivel estatal hace cuatro años se creó PATEA, la asociación estatal de los profesionales de las artes de calle, y desde hace dos años tenemos a un representante en el consejo asesor del INAEM. Tras más de cincuenta años exportando el trabajo artístico en espacios abiertos por todo el mundo, por fin hemos conseguido organizarnos y que haya un representante en el ministerio.

El sector escénico que ha sabido exportar mejor el arte español por el mundo no tenía representantes en las instituciones. Y la culpa hay que atribuírnosla a la incapacidad de los artistas en asociarnos para defender nuestros intereses profesionales. Por eso no ha de extrañarnos el cambio radical que hizo el programa Platea del INAEM, que potencia el intercambio teatral entre las comunidades autónomas. Inicialmente los programadores podían escoger cualquier especialidad escénica. Y los artistas callejeros estaban bien presentes. Ahora un teatro debe programar siete compañías de sala antes de poder programar una de calle, flagrante discriminación que hay que abolir. Y si no nos quejamos los profesionales de artes de calle, ninguna de las otras asociaciones escénicas lo hará.  Y tampoco se conseguirá cambiar las normas para la coproducción con el INAEM. Te piden seis bolos en tres comunidades autónomas diferentes para poder ayudarte en la producción. Dieciocho bolos en total.

“El sector escénico que ha sabido exportar mejor el arte español por el mundo no tenía representantes en las instituciones. Y la culpa hay que atribuírnosla a la incapacidad de los artistas en asociarnos”

O eres una compañía unipersonal con micro espectáculos fáciles de programar o no puedes cumplir las normas que supuestamente son iguales para todos. Nadie te puede garantizar seis bolos por comunidad autónoma. Sin embargo, aquellas compañías que disponen de una sala, por pequeña que sea, pueden reunir fácilmente esos requisitos. El Ministerio corre con los gastos de programación y ellos se intercambian sus espectáculos con otras empresas que dispongan de micro salas. Nadie controla que haya más o menos público. Todo radica en el número de bolos. Por eso la práctica totalidad de ayudas a la producción las consiguen ese perfil de salas-compañías.

Las artes de calle deberían regirse por otras varas de medir. No se puede competir en igualdad de condiciones cuando las normas favorecen a unos y perjudican a otros. El funcionamiento actual terminará por generar conflictos como no se distingan los caminos para optar a las ayudas, ya que es totalmente injusto. Y esas reivindicaciones solo se pueden realizar con asociaciones fuertes que se planten ante las autoridades y les tiren en cara lo deleznable que son las normativas que defienden a ciertos lobbies artísticos e ignoran a otro perfil de empresas. Desgraciadamente los grandes lobbies de antaño se han apropiado de la ayuda de las instituciones al arte escénico.

Aferrarse a la esperanza de un futuro mejor dentro de un presente negro. Foto: Carme Ripollès.

>Sin embargo, en el epílogo sorprendes con esta afirmación: “No obstante, yo soy totalmente optimista en el futuro de la actividad artística callejera en Europa”.
Por supuesto. Piensa que el nivel artístico ha crecido mucho. El arte que se muestra por las calles hoy en día tiene una gran calidad y originalidad. Hay obras tan buenas como las que se representan en salas, aunque otras son tan flojas como las que también se representan en salas. El futuro actual es muy negro, pero si miramos la historia todos sabemos que tras la gripe del 18 emergieron unas ganas tremendas de vivir. Fueron los felices años 20. La historia se balancea y si ahora predominan las limitaciones a la libertad de expresión (España es el país democrático con más escritores, cantantes, políticos o gente que se reúne en un bar encarcelados o exiliados), la justicia, aunque sea la europea, terminará imponiéndose. Se recuperarán las ansias de vivir, de compartir, de bailar, besarse, hacer vida social libremente, expresarse con libertad... Y en esos momentos los artistas de calle podrán mostrar el excelente nivel artístico del que disponen.

Cuando los responsables (técnicos y políticos) pierdan el miedo a llevar buenos espectáculos por si son conflictivos, estos volverán a triunfar en nuestras plazas. Ahora todo se ve negro. No obstante, la esperanza por recuperar el terreno perdido en todo el planeta es muy grande. Democráticamente hablando nuestra sociedad es muy triste, pero estoy seguro de que el futuro inmediato será esperanzador.

“Se recuperarán las ansias de vivir, de compartir, de bailar, besarse, hacer vida social libremente, expresarse con libertad... Y en esos momentos los artistas de calle podrán mostrar el excelente nivel artístico del que disponen”