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Miguel Ríos: "Lo de ser famoso era para gente como Raphael, yo era rockero"

Miguel Ríos presentó su libro en Castellón. Foto: Carme Ripollès (ACF).

Miguel Ríos era uno de los personajes más esperados dentro de la programación que la Fundació Caixa Castelló incluía en su agenda de otoño, en el tradicional ciclo De hombres y Razones. El rockero español por excelencia, que dejó los escenarios en 2011, no se conformó con una jubilación relajada, y se ha dedicado desde entonces a escribir sus memorias, Cosas que siempre quise contarte (Planeta, 2013). En ellas se acuerda de muchas anécdotas personales pero también de muchas personas, para las que tiene alguna última cosa que decir. No defraudó en su visita a La Plana.

La sala estaba a rebosar cuando el cantante apareció por la puerta. Aplausos y aplausos, y hasta algunos jóvenes se levantaron para darle la bienvenida. Miguel, Mike, se mostró tan agradecido como lúcido, durante todo el coloquio que pareció más un monólogo (también por las sonrisas que arrancó a menudo entre sus fans). “Se le ve mayor”, comentaban algunas asistentes. Es mayor, en realidad. Setenta añazos cumple en apenas unos meses. Sin embargo, se alegra cuando le califican como padre del rock & roll español, y no abuelo.

Miguel Ríos puso hasta los topes el edificio Cavallers de Castellón. Foto: Carme Ripollès (ACF)

Para él los abuelos del rock nacional, entre otros, fueron los componentes del Dúo Dinámico. Se acordó de ellos y de otros muchísimos músicos. Desde Los Beatles, Elvis Presley o  Eric Clapton, hasta Lagartija Nick o Emilio ‘El Moro’.  Muchas historias cruzadas y muchos altos en el camino que relata en su libro y que, casi sin querer, narró sin más parada que la necesaria para beber agua. Con buen humor, mucha calma de esa que uno se encuentra a cierta edad cuando sabe que ha hecho las cosas bien, y muchísima humildad regaló a sus fans un trocito de él. Quizás alguno esperaría que cantara algo, pero no fue así.

Ríos descarta de momento (“nunca diré de esta agua no voy a beber”) volver a los escenarios, en parte porque no se lo pide el cuerpo, además de que necesita “mucha gente para hacer la faena”, comenta en el coloquio que tuvo lugar en el Edificio Cavallers. Los años le pesan, dice. Y se considera un “artista analógico” no digital. No quiere enfrentarse a una “aventura musical” porque internet no tiene usuarios “respetuosos” con la herramienta y con los artistas. En este sentido, Ríos habló sobre la piratería, “el gran desprecio por la creación” y que hay “mucha gente poco interesada en el desarrollo espiritual del artista”. Se lamentó mucho por la importancia que han adquirido los intereses en el mundo del arte, y que ”la música, sea de usar y tirar, solo para un ocio trascendente”. Así que, dijo, prefiere escribir.

Y lo hace; muy bien además. Su libro ha recibido críticas muy buenas respecto a la frescura de su prosa, y el cantante lo prefiere porque “puede hacerlo solo” Un Miguel Ríos muy maduro, sensato y relajado que se quedó después del coloquio firmando ejemplares de Cosas que siempre quise contarte pero también vinilos y CDs a todos los castellonenses con alma de rockeros que acudieron a la cita.

El artista tuvo tiempo para hablar de todo, como en su libro. De la importancia de su madre en su vida, de sus orígenes en la maravillosa Granada y la llegada a Madrid, Los Relámpagos, de los años de pensiones, del Himno de la Alegría, la cárcel, los sindicatos y hasta del aborto. El eterno inconformista tenía palabras para todos. Habló de España, y también de las biografías de Aznar y su “ex-adorado” Felipe González, de las que señaló su sorpresa al comprobar que ninguno de los dos se arrepentía de nada de lo que había hecho en su vida, “estos dos nunca han roto un plato”. A ambos políticos les recomendó leer la biografía de Eric Clapton. Un atormentado que, como él, se lamenta de todo eso que  “podría haber hecho mejor”.

Miguel Ríos también tuvo tiempo de responder algunas preguntas de sus fans castellonenses, para los que solo tuvo palabras de gratitud. Como buen granadino, tiene algo de humanidad que le impide creerse famoso en el mal sentido de la palabra. Nunca ha buscado la fama, dijo, “los famosos eran gente como Raphael, yo era rockero”. Con esta filosofía  y una férrea ideología que nunca le dejó despegar los pies de la tierra, Miguel Ríos dedicó su vida al rock, y a hacer de ella una forma de ganarse el pan.

Foto: Carme Ripollès

Después de 29 LP's y 16 recopilatorios que han sido el fruto de 50 años de trabajo, Miguel Ríos se mostró gratificado y también reticente a dejar de oír aplausos, que son “lo más bonico que hay”. Su despedida en 2011, si bien fue definitiva de los escenarios y los grandes shows (fue el primero en llevar el rock en España a los estadios de fútbol), no ha sido una despedida completa. Ríos sigue estando, canta de vez en cuando, aunque solo, y sobre todo escribe. Oyéndole hablar, este libro no es el último que regalará a sus lectores. A muchos les tranquilizará saber que, de alguna manera, queda Ríos para rato.

“Es de bien nacido ser agradecido”, cuenta que le decía su madre. Y cuando le veía llegar a Granada con la chupa de cuero, se reía y le decía ‘Miguelín, que te quiten lo bailao’. Pues sí, que le quiten lo bailao. Los campos de fútbol no se llenarán con el cartel de ‘Miguel Ríos’, pero a buen seguro no es la última vez que se sube a un escenario o escribe un libro. Este artista aún tiene cosas que decir, y esperamos que cantar.