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Los Oscar 2021: duelo y hedonismo

'Nomadland' se reivindica como la triunfadora de la edición con tres premios: mejor película, mejor dirección (Chloé Zhao) y mejor actriz protagonista (Frances MacDormand).

Aunque en primer término nos pueda parecer una consideración algo rancia, 2020 y 2021 están siendo años históricos y, pese a que poco podamos vaticinar de su influencia en los años venideros, ya podemos empezar a percibir cuáles van a ser las repercusiones de sus seísmos. A la altura del alborotado contexto mundial han estado las últimas ediciones de los Premios Oscar, punto de inflexión en la historia del cine reciente. En febrero del año pasado (cuando la ilusión aún no había sido cercenada de nuestro abanico de emociones), la Academia otorgó el mayor galardón a Parásitos (Bong Joon-Ho, 2019), convirtiéndola en la primera película de habla no inglesa ganadora de tal distinción. Parece que tal arriesgada decisión se gestó en la edición de 2019, con una merecida doble nominación de Roma (Alfonso Cuarón, 2018) a ambas categorías a mejor película. En cambio, el castellano de México que articulaba su metraje y su producción por una enemiga del sistema de majors tradicional (la nueva contendiente Netflix) dieron lugar que el principal reconocimiento fuera otorgado a una mucho menos interesante Greenbook (Peter Farrelly, 2018).

Parece que un año más la Academia del cine estadounidense ha decidido ofrecer un palmarés memorable con su reconocimiento a Chloé Zhao con el Oscar a Mejor dirección, segunda mujer en ganar tal galardón tras Kathryn Bigelow (En tierra hostil) en 2009. El premio a Zhao legitima un cambio de paradigma en una industria cinematográfica monopolizada tradicionalmente por los hombres. En sus 93 ediciones, tan solo siete mujeres han estado nominadas a la categoría de mejor dirección: Lina Wertmüller (Siete bellezas, 1976), Jane Campion (El piano, 1993), Sofia Coppola (Lost in Translation, 2003), Kathryn Bigelow, Greta Gerwig (Lady Bird, 2017), Emerald Fennell (Una joven prometedora, 2020) y la propia Zhao. La doble presencia de realizadoras en dicha categoría en la edición de 2021 hace patente la necesaria mirada femenina en el séptimo arte, aportada en la actualidad por una nueva generación de directoras que por fin empieza a conseguir su merecido reconocimiento en instituciones y palmareses. Prueba de ello fue también el reciente Premio Goya a Las niñas (2020), de Pilar Palomero; muestra del impecable estado de forma de las nuevas autoras en el cine patrio como Lucía Alemany (La innocència, 2019), Belén Funes (La hija de un ladrón, 2019), Celia Rico (Viaje al cuarto de una madre, 2018), Arantxa Echevarría (Carmen y Lola, 2018) o Carla Simón (Estiu 1993, 2017). Entre muchas otras.

Sin embargo (y como no parecía ser de otra manera en un momento tan marcado por la situación sanitaria) la película de Chloé Zhao también se convierte en una interesante aportación al tema central de la edición de este año: las enfermedades y la resiliente lucha contra el deterioro de nuestro propio cuerpo. En los filmes de la edición de 2021 hemos visto muchos personajes afrontándose a las imperfecciones corpóreas y su necesaria adaptación, así como la de sus allegados en la gran pantalla. Desde las dolencias seniles como la demencia y el alzhéimer en la excelente El padre (Florian Zeller, 2020) o los daños irreparables de la vejez en Minari. Historia de mi familia (Lee Isaac Chung, 2020) a la irrupción de un cáncer terminal que promete arrasar con todo en pocos meses en Nomadland (Chloé Zhao, 2020) o la pérdida irremediable de la audición para el protagonista de la intensa Sound of Metal (Darius Marder, 2019). Convivencias forzosas con anomalías indeseadas que, en el caso de Nomadland, invitan al renacimiento y nos llegan a proporcionar el instante más bello del séptimo arte en mucho, mucho tiempo.

Y es que Nomadland, encumbrada como Mejor película en la 93ª edición de los Premios Oscar, consigue ganarse tal distinción por méritos propios. Tras su despido como consecuencia de los efectos tardíos de la crisis financiera de 2008 y la imposibilidad de encontrar nuevamente trabajo por su avanzada edad, Fern (una inmejorable Frances McDormand) se decide a convertirse en una nómada moderna: un fenómeno social de Estados Unidos cuyos practicantes se deciden a vivir en sus caravanas, viajando por el territorio estadounidense a lo largo del año y encadenando trabajos temporales. Esta vida más alejada del mundanal ruido permitirá a Fern encontrar su paz interior y superar la pérdida de su marido, fallecido tras sus años de trabajo en una ciudad factoría en Nevada.

La contundente crítica al sistema económico y social estadounidense se abre paso en la película de Zhao de manera magistral por su sutileza (con qué ingenio están seleccionadas sus imágenes en una alienante fábrica de Amazon en la que Fern encontrará trabajo en varios compases del filme). Sin embargo, a diferencia de otros trabajos de sus compañeros de generación (como Sean Baker o los hermanos Safdie), la gracia de Nomadland radica en su ubicación del punto de mira en el plantel de personajes que pueblan su metraje. Nomadland se siente tan humana y acogedora porque se detiene a escuchar las motivaciones, sueños, ilusiones, miedos, duelos y ambiciones de aquellos hedonistas que deciden convertir las carreteras infinitas en sus hogares. Chloé Zhao convierte su denuncia en un ejercicio bello, íntimo como solo pocos han sabido hacer hasta ahora, y eso la convierte en una película imprescindible en estos tiempos de los que somos testigos.

PaLMARÉS PREMIOS OSCAR 2021