Higinio Mateu lo ha vuelto a hacer. Rodeado de un aura de misticismo ha logrado eclipsar de nuevo la undécima edición de la Valencia Fashion Week. Su séptima propuesta, es cuando menos, especial. A través de una colección mágica, ha perseguido hacer partícipe a todo el público de la espiritualidad que acompaña a esa cifra.
El número siete tiene desde épocas ancestrales un poderoso simbolismo mágico, que aúna lo divino y lo humano, en numerosas culturas. Siete son los días de la semana, las maravillas del mundo y las notas musicales. Siete son los pecados capitales y los colores del arcoiris. Y es 7 de Septiembre, a las 19:00 cuando, gracias a siete tonos protagonistas, Mateu vuelve a demostrar su talento para convertir la pasarela en lugar de culto.
"Una colección muy femenina y muy ponible, y sobre todo muy vendible", es así como describe el propio Higinio su nueva propuesta. Queda atrás “Flores Negras”, con la que desató el éxtasis en un Ágora abarrotado de amigos y seguidores. “7” marca un antes y un después a través de gasas estampadas, sedas y tejidos vaporosos, que invitan a la elegancia y la sencillez. En esta ocasión, viste a una mujer primaveral de heterogéneos matices.
La flamante colección del diseñador castellonense ha llenado de luz la pasarela valenciana y subraya la persistencia del cromatismo como tendencia dentro de la próxima temporada Primavera-Verano 2012. El color salmón o coral ha sido, junto al verde o fucsia, uno de los grandes protagonistas. Presente en mayor o menor medida en la mayoría de sus prendas, confiere un atractivo innato a cualquier tejido estival. Este pigmento resulta muy favorecedor a cualquier tipo de piel, en especial a la bronceada, y además aporta un aire fresco y juvenil.
No podemos dejar de destacar la importancia que el diseñador confiere a las transparencias y la pedrería. Este último elemento resulta un clásico unido firmemente a cualquiera de sus colecciones. Mateu juega con el concepto de lo natural, la flora en esencia, evocando a través de sus diseños el más bello de los paisajes. Pigmentos de acuarela, colores contenidos, sutiles, pero a su vez sumamente atractivos y delicados.
El desfile arranca con diversos vestidos vaporosos y ligeros, de diferentes largos y patrones, que aluden al confort. Inmediatamente la colección evoluciona a un tono solemne que ilustra la nocturnidad, lo festivo, trayendo consigo prendas de sastrería y tejidos brillantes. Escotes geométricos y espaldas al descubierto, que potencian la feminidad y frescura de cada singular diseño.
De nuevo, la colección presentada por el diseñador castellonense se convierte en una de las más aclamadas. La undécima edición de la VFW, sinónimo de reclamo turístico, ha vuelto a ser un completo éxito. Las miles de personas asistentes corroboran la importancia de este acontecimiento para la Comunitat Valenciana, que lucha en cada edición por fortalecer su presencia en la moda española y brindar, cada año, una nueva oportunidad a los jóvenes diseñadores de casa.