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Josh Rouse. De puntillas para intentar acariciar el cielo

Con su aspecto de adolescente y cara de pillo, bromeó con componer una canción de tintes bluseros para Castellón. Ojalá se pareciese mucho más a la “Quiet Town” que dedicó a Altea que a la “Valencia” que dedicó a la ciudad en la que reside desde hace unos años. Lo de Josh Rouse no fue un aperitivo; fue un festín. Un inicio inmejorable para la Fiesta de quinto aniversario de Nomepierdoniuna.

Nos trasladó a una feliz tarde de domingo, en la que miras la ciudad a través de cristales mojados por la lluvia. Y sonríes. Porque sus canciones destilan una feliz melancolía que te reconcilian con el mundo. Aunque sea éste. No, sus canciones no son para echarse a llorar. Son para ponerse a vivir. Subidón vital merced al buen hacer de un gran músico y mejor compositor, acompañado por una polifacética banda.

También sabe manejar los tiempos sobre el escenario. Con apenas tres temas ya se había metido en el bolsillo a las más de 150 personas que prácticamente llenaban el Four Seasons. Nunca pidió silencio. Provocó hasta que el aire acondicionado enmudeciese cuando, a mitad concierto, se calzó la acústica y, sentado desde el taburete de la batería, mostró su lado más íntimo.

Guitarras arpegiadas o tocadas con las yemas, con poca púa, siempre al servicio de la intensidad que requería cada instante. Su último trabajo, titulado The Hapiness Waltz, es toda una declaración de intenciones y el motivo por el que estuvo en Castellón, con temas como la dulce “Julie” o las poperas “A Lot Like Magic” o “Simple Pleasure”. Todas sonaron en el cumpleaños de NMPNU.

Rouse también revisó trabajos anteriores, como 1972, con la enorme “Love Vibration”, “Flight Attendant” o “Come Back”. Y de El Turista sonaron “Lemmon Tree” o “Las Voces”, tema este último en el que evidenció la influencia de su patria de adopción, con regusto flamenco en el ritmo y el único que cantó en español. Un ejemplo de la peculiar mezcla de una banda en la que el pie de charles de la batería era de marca Gibraltar. Y es que le arroparon en el escenario Xema Fuertes (a la batería, guitarra acústica y el banjo) y Caio Bellveser, al bajo, multiplicando las notas que caben en un compás.

Qué mejor manera que empezar este quinto aniversario con una música que te pone de puntillas para intentar acariciar el cielo. Un cielo que, aun con lluvia, siempre es azul y radiante.