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House of Wolves. Canciones que llegan y vino que sabe a uva

House of Wolves, el lunes en el Casino Antiguo de Castellón. Fotos: Ángel Sánchez/ACF.

Dependiendo de tu estado de ánimo, del día que hayas tenido en el trabajo, del sitio donde se celebre el concierto, de la compañía… la fuerza expresiva de un tipo cantando canciones de amor y de avatares personales, solo, con su guitarra o al piano, puede resultar sencillamente arrebatadora. Por desconocido que sea. Y así ocurrió ayer lunes por la noche con House of Wolves, nombre artístico del californiano Rey Villalobos, en el salón de la chimenea del Casino Antiguo de Castellón. La segunda jornada del ciclo Días de vino y folk registró un lleno prácticamente absoluto, al igual que el domingo con Daniel Martin Moore & Joan Shelley, y el maridaje de música en directo con el sello Born!-Septiembre Recuerdos y la degustación de Vinya Natura funcionó.

Y eso que House of Wolves sólo esbozó sus canciones. Susurrando las melodías, rasgando y marcando las cejillas de su guitarra acústica con delicadeza, como si fuera de cristal de Bohemia. Reduciéndolos a su mínima expresión, logró que temas como “50’s” o “Love Labored Lost” terminaran dando luz como un faro en medio de una espesa niebla. Canciones de belleza sencilla y discreta; esas que en su disco de debut, Fold in the Wind, aparecen sutilmente arregladas y con apuntes de color, pero que el lunes pudimos disfrutar completamente desnudas, crudas, en blanco y negro. Breves, incluso titubeantes, aparentemente simples y hasta candorosas, pero finalmente directas y certeras. Aunque su actitud pusilánime y tímida –alegó varias veces que estaba muy cansado de la gira europea- no remó a su favor, el californiano logró momentos de mucha intensidad cuando se sentó al piano, del que no se debería de haber levantado en toda la noche. El piano de cola, la sonoridad del salón de la chimenea del Casino Antiguo y “Acres of Fire”, la mejor con diferencia, la única que sonó exactamente como se escucha en Fold in the Wind, se aliaron para dejar un dulce regusto final.

Una sensación que reforzó la degustación del vino Barranc de l’Infern de la bodega Vinya Natura, cultivado en Les Useres y Benlloch con la variedad francesa Merlot. Conforme explicó uno de sus responsables, Esteban Martinavarro, “un vino con algunos tonos afrutados, que tiene algo de barrica pero que sabe a uva, siguiendo nuestra filosofía: la barrica ha de ser el vestido, no el cuerpo principal del vino”. Un vino que sabe a uva, después de escuchar un buen puñado de canciones que expresan sentimientos con sinceridad, para terminar charlando con amigos. Aunque sea de lo mal que va todo y de cómo nos están tomando el pelo. Ya nos gustaría poder hablar de otra cosa.

Con la entrada a los conciertos de Días de vino y folk había una botella de regalo, Quatre Vents, y también un flyer con descuento para la próxima cita con el Ciclo Sons, el sábado 13 de octubre a las 19.00 en la sala Veneno Stereo de Castellón, con la actuación de la norteamericana Devon Sproule, acompañada de Thomas Gill. De nuevo, folk de calidad, con entrada a 7 euros (5 € con el citado flyer).