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El 'sounder' prefiere bailar a partir de la medianoche

Eñaut Gaztañaga, voz y guitarra de Grises, le comentaba el pasado martes al público durante la primera parte de su actuación (antes del problema de luces y sonido): “Estáis muy quietos, sounders. Estáis esperando al sábado, ¿verdad?”. Una referencia hipotética a que los asistentes al Arenal Sound  de Burriana esperaban a platos fuertes como Placebo para responder con fuerza y ganas a las actuaciones. Tenia una parte de razón, pero la explicación no es exactamente ésa. En realidad, el Arenal Sound, desde su arranque hace cinco años, es una ciudad que hasta mitad de la tarde disfruta del agua del mar y de la piscina, que hasta el principio de la noche vive en la zona del camping y que a partir de las 22:00 comienza a ocupar el recinto de conciertos. Poco a poco, pero progresivamente, sus eventuales habitantes van situándose frente a los escenarios y es con la cercanía de la medianoche cuando ya llenan toda esa zona y empiezan a bailar, porque el sounder medio busca bailar/botar y es un porcentaje muy pequeño el que prefiere la opción de escuchar  con calma la música; menos de 500 espectadores –bastantes menos en algunos casos- entre 30.000 ya acreditados- es un porcentaje revelador.

Tremendos contrastes de asistencia a conciertos de grupos como Tachenko o Exsonvaldes, o los del Red Bull Tour Bus –con la excepción de Carlos Sadness- y los llenazos de Satellite Stories o La Raíz. El tipo de música y los horarios, todo influye. Pero por lo visto en estos dos días previos al inicio del Arenal Sound oficial, al sounder le gusta bailar a partir de la medianoche. Habrá que ver si con la aparición desde el jueves de La Pegatina (19:45), los hábitos empiezan a transformarse en la ciudad del Arenal Sound, a la vez que formaciones como Mishima (18:45) se benefician de la proximidad entre los dos escenarios principales: Desperados y Negrita.

MARTES 29 DE JULIO (DÍA 1 DE LA FIESTA PREVIA): LA MÚSICA CON MUELLES DE SATELLITE STORIES

Curioso el fenómeno de Satellite Stories. Los finlandeses llegaron el pasado verano al Arenal Sound siendo unos desconocidos que estaban en su primera gira española, con un solo disco editado. Gustaron y mucho, hasta el punto de ser una de las revelaciones de la cuarta edición. Desde entonces, y con un disco más, Pine Trails, han multiplicado su poder de convocatoria hasta un punto que llega a sorprender. En el primer día del festival, eran bastantes los que querían ver sobre todo a los Satellite Stories. Los nuevos en este evento esperaban contemplarles en uno de los escenarios principales –hasta el jueves no se abren- y una vez orientados, se dirigieron hacia el Inside –en la arena de la playa- ya con los muelles puestos, porque desde el mismo momento en que el cuarteto asomó por un lateral de la gran tarima, la mayoría de los presentes ya adoptó la postura del impulso del salto y ya no paró de brincar hasta que una hora y cuarto después acabaron su actuación, redoblando el esfuerzo a cada inicio de canción, a cada cambio de ritmo... Su pop con fuerza suena fresco, bailable,  de aire británico… y la activa actitud de su cantante, Esa Mankinen, también ayuda a contagiar a los asistentes.

Un efecto similar es el conseguido por Grises, el grupo con peor fortuna hasta el momento, debido al problema de sonido y, sobre todo, de luz en el escenario, que obligó a que  la segunda mitad de su concierto se desarrollase casi a oscuras. Los guipuzcoanos llegaron a preguntar al público si seguían adelante o no, pero el arreglo sobre la marcha del sonido y la buena predisposición de grupo y espectadores hicieron que se completase la actuación… y con una mejor respuesta desde la arena. Y es que esta vez a Grises le costó un poco más de lo habitual convertir el lugar en una pista de baile (hay que tener en cuenta que a las 22:00 es cuando el Arenal Sound empieza a desperezarse), pero tras reanudar el concierto con “Wendy” todo cambió para mejor, logrando un gran efecto de empatía entre público y grupo, que en su nuevo Animal suena más maduro y duro. Sin embargo, son temas más simples, como Parfait, los que siguen activando al bailarín espectador, con los movimientos, a veces sensuales a veces dinámicos, de Amancay como constante punto de atención.

El punto de vista de Grises:  “Ha habido un montón de problemas técnicos ajenos al grupo. Se ha ido la luz, luego el sonido. Cuando han vuelto las luces, la mitad ya no funcionaban. Pero bueno, nos hemos sentido super bien con el público, que ha estado de puta madre, y gracias a eso hemos disfrutado mucho”.

Incómoda la posición de Polock en el horario del escenario Inside: entre Grises y Satellite Stories. Los valencianos presentan una propuesta de pop también apta para el baile pero más relajada que la de sus circundantes compañeros de cartel, con canciones menos directas, sobre todo las de su más reciente disco, Rising up, donde no buscan el efecto primera escucha. Mostraron piezas como su single, "Everlasting", que les puede seguir haciendo subir peldaños a nivel nacional e internacional (porque Polock es uno de los pocos grupos que parece interesar en el extranjero). En el Arenal, fue como un descanso entre baile y baile.

Polock, respiro entre dos sesiones de saltos. Foto: Carme Ripollès (ACF).

El resto de la jornada en el escenario de la arena de la playa arrancó con los castellonenses deBigote, con su pop elegante y- esta vez- accidentado. La suya era una hora (18:00) de paso entre la zona de la playa y la piscina y el camping. Aun así captaron la atención de un buen número de espectadores –para ser el concierto inaugural de esta quinta edición-, más fans del grupo, llegando a reunir a unas 500 personas. Buen sonido y buena desenvoltura sobre el escenario. A partir de ahí bajó el número de asistentes. The Noises, que llegaron al recinto más tarde de lo previsto a causa de una retención de vehículos por Valencia a causa de un accidente, pusieron muchas ganas a su pop bailable y sencillo. Los madrileños repartieron abanicos y se lo pasaron muy bien a ritmo de su Pacífico. No muchos, pero los más jóvenes, y sobre todo chicas, lo disfrutaron. “Es martes y estamos de festival. Esto no se lo cree mi madre”, comentó un ocurrente Sergio Vinadé, cantante de Tachenko, que se encontró con un público escaso al que casi se tuvo que ganar uno a uno. “Si llegas a saber que estaba tan bien, vienes antes, ¿verdad?”, le comentó entre sonrisas a un espectador llegado a mitad de la actuación. Pop bien trabajado que busca la melodía perfecta. “Nataciones”, la anunciada versión de Teenage FanClub “Vaya diamante” (“He’d be a diamond”), aunque el original es de Bevis Frond… Buenos temas para pocos degustadores, aunque en la parte final se acercaron –sin llegar- al medio millar. Las dos primeras canciones apenas se escucharon por problemas de sonido; a partir del tercero se normalizó.

El punto de vista de The Noises: "Ha sido intensísimo. Nos ha pillado un atasco debido a un accidente en la A-7 y hemos estados parados dos horas. Hemos llegado justo para probar líneas y tocar. El equipo del Arenal lo ha tenido todo preparado para cuando hemos llegado y queremos agradecer ese trabajo y el trato. El concierto se nos ha hecho corto, y eso es siempre buena señal. Nos lo hemos pasado genial viendo a tanta gente cantando y bailando con nosotros a primeras horas del festival".

Conciertos para los íntimos en el Red Bull Bus Tour… salvo el de Carlos Sadness, cuya tardanza enfadó al público, que aguantó en buen número, a pesar de que ese retraso de casi una hora y media provocó la coincidencia con el de Satellite Stories. Y no sólo el retraso, el sonido tampoco les acompañó. La voz de Sadness en ocasiones parecía perderse, y probablemente lo que salvó su concierto fue la facilidad con la que Ciencias Celestes es capaz de hechizar. No fue el mejor viaje a “Monteperdido” de Carlos Sadness, pero sí consiguió llevarse con él a todos aquellos que aguantaron la espera –que fueron bastantes- y que el martes fuese el día de los zorros, las serpientes, los ciervos, los cazadores… y la purpurina. Probablemente no fue el mejor directo, pero cuando suenan canciones como “Amores flacos” o “El día que hizo más viento que nunca”, todo se arregla.

Antes, el trío valenciano Gatomidi exhibió esa rabia y contundencia mostradas dos semanas atrás en el Rock This Town del FIB. Deudores del post-punk, del noise, de la Velvet Underground…  llegaron con su nuevo Enclosed spaces. Fueron pocos los asistentes, pero muy fieles, tanto que prácticamente todos les pidieron una foto personalizada.  Y de la contundencia al dance,  tanto con los valencianos Fast Forward, que pusieron a bailar a casi todos los presentes –pocos pero buenos, como se suele decir- con su electro rock de su Notes from the East, como con los barceloneses Verkeren con su Miss Mundo.

El punto de vista de Gatomidi: “Un concierto genial. Nuestro segundo Arenal Sound en cinco años. Hemos tenido muy buen feedback. Unos seguidores de primera fila han venido desde Cádiz!!! Por supuesto, vienen a ver a más grupos, pero nos quedamos con el detalle que nos toca. Y tocar en un autobús es toda una experiencia a lo Magical Mistery Tour Bus (referencia beatleiana)”.

El punto de vista de Fast Forward: “Es una sensación diferente el subir a un escenario por una escalera. Una vez arriba y dado que a nosotros por nuestro estilo nos gusta movernos en el escenario, hemos medido bien las distancias al ser un espacio reducido y hemos tenido la experiencía de vivir otra visión de la música en directo desde lo alto de un bus. Ha sido todo genial, nos lo hemos pasado de puta madre y hemos tenido la sensación de que a la gente le ha gustado bastante. Se han acercado bastantes para darnos la enhorabuena y para que les firmásemos unos discos. Nuestro objetivo es que la gente se venga arriba con nuestra música y creemos que lo conseguimos ¡El año que viene, al escenario grande!”.

Espectadoras en los conciertos de tarde del escenario Inside. Foto: Carme Ripollès (ACF).

 

MIÉRCOLES 30 DE JULIO (DÍA 2 DE LA FIESTA PREVIA): EL PÚBLICO SE VUELCA CON LA RAÍZ, MIENTRAS QUE LA SONRISA DE JULIA OFRECE EL CONCIERTO MÁS EMOTIVO

Le faltó escenario a La Raíz, un concierto que probablemente se tendría que haber programado en uno de los escenarios grandes y no en la programación Party (el pre-festival). El Inside se les quedó –muy- pequeño (por fin parecía que la gente sí va al Arenal Sound por los conciertos). Su directo es distinto al espectáculo-fiesta de grupos similares como La Pegatina, tanto su música como sus directos son más serios, pero parece que provocan el mismo éxito y ya son apuesta segura para los festivales. Mezcla de rock, ska, rap y fusión, con letras comprometidas que pusieron en pie al Arenal Sound, que se convirtió en algo así como una maraña de pogos (para los que se podían mover, claro) que arrancaron, entre otros, temas como “A la sombra de la sierra”. Cumplieron y consiguieron mover a la gente de sus tiendas de campaña, por fin.

El escenario Inside se le quedó pequeño a La Raíz. Foto: Carme Ripollès (ACF).

Y es que en el Arenal hay ganas de baile del público y si el grupo les anima a hacerlo, aún más. Otra prueba: We Are Standard. Con ganas de bailar, y acabando con la camisa literalmente empapada, con los vizcaínos aumentó considerablemente la cantidad de público en la arena. Su sonido, algo así como indie-rock con toques electrónicos, fue una combinación maestra entre teclado, guitarras y batería, y todo ello con la única preocupación de que todo el mundo se moviese. Y poco a poco consiguieron contagiar ese deseo al público del Inside.

Noche del miércoles, noche de emociones. Foto: Carme Ripollès (ACF).

Unos momentos antes, La Sonrisa de Julia había ofrecido una actuación de emociones. Suponía su última actuación en festivales después de doce años y el sentimiento se trasladó del escenario a la arena. Pop rock melódico, de corazón, de formato estándar pero bien trabajado. Su cantante, Marcos, recordó cuando dos años atrás, en el Arenal Sound, un problema de sonido hizo que acabase la actuación con su voz, su guitarra y los coros de miles de personas. Parecía emocionado, al tiempo que iban cayendo “Dejà vú”, “El hombre que olvidó su nombre” o un “Puedo” en el que gritó varias veces con mucha fuerza “Podemos. Ahora más que nunca. Podemos”. Agradeció también a las personas que se han gastado y se siguen gastando el dinero en acudir a los conciertos, la base para que la música en directo se mantenga viva.

Antes, en el escenario Inside, más de lo mismo del día anterior: más buenas canciones que asistentes. Se abrió la jornada con los acordes de The Parrots, que con mucha voluntad trataron de animar a un público frío y poco entregado. Con una calidad acústica bastante mejorable, el encuentro fue a más en la segunda parte: quince minutos que les permitireron cerrar la actuación con una interpretación sólida. Más cuidada en el aspecto sonoro fue la propuesta de Jack Knife, grupo madrileño que conectó inmediatamente con un power rock muy bailable. El bajo, en calidad de maestro de ceremonias, animó con sus interacciones con el público un ambiente que no decayó en los 45 minutos de concierto y que finalizó de manera abrupta al haber excedido el tiempo fijado.

A las 20:30 llegó el turno de Exsonvaldes, grupo francés que ha programado seis conciertos en España este verano. Se topó con el problema de que durante la media hora respecto al concierto anterior se desperdigaron los sounders que se habían reunido en el Inside de forma que comenzó su espectáculo ante unas escasas tres filas de espectadores. Con su ritmo de calmada cadencia y un piano muy inspirador, consiguieron despertar una reacción destacable del público cuando Simon, voz del grupo, salió del escenario y paseó amablemente entre los pocos presentes. Muy elegantes, dentro de un pop comedido de impecable ejecución y con algún furibundo ataque rockero, incluyeron una referencia a “Enamorado de la moda juvenil” de cuando Radio Futura era un grupo distinto al ya comandado por los Auserón. Mucha clase para pocos.

La programación del Red Bull Tour Bus resultó sorprendente por la excepcionalidad de sonidos dentro del cartel general. Para empezar sonó un joven grupo de hard rock de aire norteamericano, el valenciano Rock’N Wolves. Solos de guitarra, teclas (dos), pequeños lucimientos de batería, baladas… Empezaron ante 40 y acabaron frente a 100… eso sí, muy activos. Parece que a los hardrockeros valencianos les gusta California. Y más contundencia, la de Los News, con su sonido más grunge y algunas palmas flamencas (que se note que son de Sevilla). Se lo pasaron bien y hicieron pasar un buen rato al sector más rockero del festival, con paseo incluido el cantante -pandereta en mano- entre los presentes.

Si en la noche del primer día Carlos Sadness pudo hacer frente al competencia del Inside, en este segundo no hubo pulso alguno, lo que no restó actitud a  Los Nastys. Su actitud garagera y pasota hace que su rock ochentero convenza. Estos jóvenes empezaron invadiendo los garitos de Madrid, y escucharles sobre el Red Bull Tour Bus era como transportarse al local más oscuro, dejado y con más encanto punk-rock de Malasaña, aunque estuviésemos en la playa de Burriana. Su marca radica en esa puesta en escena en la que simplemente hacen lo primero que se les pasa por la cabeza; como el saltar la valla del escenario y caminar sobre el logo de Red Bull, con el correspondiente empujón brusco por parte de la seguridad del mismo –dejándole sentado en el suelo de la plataforma-: “Gracias seguridad, por cuidarnos con tanto cariño siempre”, espetó uno de ellos. Acabaron diciendo adiós, tirados en el suelo y dando las gracias por el que les había dado el porro.

Los madrileños Niño Burbuja soltaron su música electrónica de baile con percusión y algunos sones brasileños ante 50 fieles que aguantaron desde la prueba de sonido hasta la final “Arden playas”. Ni el final del concierto de We Are Standard y la momentánea desbandada desde el Inside ayudó en exceso a llenar la explanada frontal al bus, aunque sí se incrementó… moderadamente.

El punto de vista de Niño Burbuja: “Nos ha encantado poder hacer bailar a la gente que se acercó a vernos a pesar de la dificultad al solaparse con We Are Standard y La Raiz. Un concierto in crescendo, con gente sumándose conforme avanzaba. Queremos repetir pronto...y en escenario”.

Era un poco extraña la inclusión de los londinenses Vienna in Love en el autobús –el único grupo extranjero en actuar allí- y sufrieron el éxito de La Raíz. Muy poco público para ver a los ingleses, y la mayoría alejados del escenario y sentados descansando. Y, es que, el Red Bull Tour Bus a esas horas -cuando La Raíz entonaba las últimas canciones- parecía más un lugar de paso que un escenario en sí. Y gran parte de la culpa la tuvo también el drum’n’bass y el dubstep de la terreta, con Waweekends y Saltim Bang Kids -que estuvieron pinchando en la carpa de Hawkers Co.-, consiguiendo que las riadas de gente que pasaba de un escenario a otro acabasen quedándose a medio camino, acompañando a los castellonenses (que repetirán el sábado, a partir de las 00.30). Punto para Castellón.

Representación de la 'terreta' a los platos: Waweekends. Foto: Carme Ripollès (ACF).