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El FIB recupera el pulso pese al cartel

El escenario Maravillas del FIB registró anoche su mayor afluencia de público en esta edición; pero lejos de sus años más populosos. Arctic Monkeys hicieron vibrar con sus hits; pero no llegaron a la altura de su conciertazo de 2011. Sí, pero no. Aunque, teniendo en cuenta que los días previos al montaje se estaba discutiendo si había FIB o no, la verdad es que el mayor mérito de la decimonovena edición del Festival Internacional de Benicàssim es que está asegurada su continuidad y que se vuelve a hablar de música. Bandas y conciertos más estimulantes los podremos disfrutar –¡esperemos!- en el 20º aniversario, pero lo primero era corroborar que el festival está vivo. Y lo está. Vivito y coleando: la organización dice que se han registrado alrededor de 35.000 asistentes diarios de media de viernes a domingo, cerca de 140.000 visitas en total. Teniendo en cuenta el crudo invierno que ha sufrido la empresa organizadora, Maraworld, eso se puede considerar algo cercano al éxito.

Al éxito de asistencia. Porque el cartel del sábado, de nuevo, no rindió a la altura de la historia del festival. En 2011 Arctic Monkeys soltaron un concierto descollante, pero incluso así siempre serán más recordados los que ofrecieron esa misma edición Portishead y Arcade Fire, sencillamente apoteósicos. Anoche, los de Sheffield protagonizaron la actuación con mayor seguimiento de público en lo que va de FIB 2013. Sus hits -tienen un carro lleno- volvieron a funcionar, Alex Turner demostró de nuevo que puede hacer casi lo que le dé la gana con su voz y con su guitarra, todo apuntaba a que sería el punto de inflexión del festival… pero el concierto no acabó de cuajar. Hubo valles, dispersión y también la sensación de que su próximo disco, AM, del que adelantaron pocas canciones pero anunciaron con letras gigantes en el escenario, no va a estar entre lo mejor de su carrera.

Arctic Monkeys demostrando tirón en el FIB 2013. Foto: Paco Poyato.

El termómetro de la montaña extramuros del FIB no falla: se pobló de gente para ver a Arctic Monkeys. Nadie se los quería perder. Alex Turner ya no parece aquel imberbe adolescente de 2007; ahora podría confundirse con el joven Sean Penn. La actuación comenzó a todo trapo, con “Library Pictures”, “Brianstorm” y “This house is a circus”. Pero la cosa se empezó a enfriar y a calentar de forma sucesiva, a golpe de hit, hasta que el ajoaceite se terminó por desligar sin remedio. Especialmente cuando el líder de la banda se colgó la guitarra acústica; y eso que “Mardy Bum”, por ejemplo, sonó de cine. Al final, apuestas seguras como “When the sun goes down” y “Fluorescent Adolescent” para despedirse dejando buen sabor. Y un bis con sorpresa: sale Miles Kane, quien le precedió en el escenario Maravillas y con el que comparte aventura en The Last Shadow Puppets, para cerrar con “505”.

Miles Kane, por su parte, volvió a dejar un gran concierto en el FIB, mejor que el de 2012, que ya es decir. Un sonido contundente, cada vez más acerado, un repertorio solvente y mucho estilo; con una nota media muy alta, aunque sin terminar de sobresalir. El ex The Rascals repasó su excelente Colour of the trap y tiró de temas nuevos. Su power pop de raíz mod fue subiendo enteros progresivamente hasta terminar con el coro colectivo de “Como Closer”, justo igual que el año pasado.

Miles Kane exhibiendo estilazo. Foto: Paco Poyato.

Emparedado entre los británicos, se coló Bigott, con banda al completo y un repertorio rodadísimo en salas de todo el país durante el último año, como el Four Seasons de Castellón, donde nos arregló a todos los asistentes un jueves de noviembre. Presentó las canciones de Blue Jeans y también se apoyó en los anteriores, especialmente The Orinal Soundtrack. Con su inglés personal e intransferible y su heterodoxa forma de moverse sobre el escenario, el zaragozano fue ganándose al público, en su mayoría español. Hasta que empezó el concierto de Arctic Monkeys. A ver si en el Arenal Sound lo podemos disfrutar de principio a fin sin gente atravesando a la carrera el escenario como si fuera invisible.

Bigott haciendo de Bigott en el FIB. Foto: Paco Poyato.

Después de Arctic Monkeys, Kaiser Chiefs estuvieron mejor de lo que cabría pronosticar, teniendo en cuenta que muchos los hacíamos desaparecidos en combate, pero bastante desnortados. Su líder, Ricky Wilson, pasado de vueltas, se subió literalmente por las paredes del escenario y corrió los 200 metros lisos sobre el escenario cantando “Na na na na naa”. El concierto salió adelante con canciones como “Ruby”, “Everyday I love you less and less” o la citada “Na na na na naa”. De repente te das cuenta de que, a pesar de que los tenías prácticamente olvidados, resulta que la banda de Leeds tiene un buen puñado de canciones reconocibles a primera vista, resultonas, que funcionan en directo. Eso sí, de hace unos cuantos años todas; quizás por eso lo último que han editado es un recopilatorio de singles publicados entre 2004 y 2012. Al final, un concierto más que no será recordado.

Probablemente a todos los que le gusta la electrónica se preguntaban: ¿A quién se le ocurre programar a la misma hora al dj italiano Benny Benassi y a Knife Party casi a la misma hora? Los amantes del electro house al Maravillas; los del drum’n’bass y dubstep al Trident Senses. El nombre del italiano en el cartel prometía más de lo que al final fue. Conexión cero por parte del dj con el público, que sólo se animó al final a dirigir unas palabras al público, y cortes un tanto bruscos entre canción y canción que en ocasiones rompían con la progresión del set. Aún así, es Benny Benassi y, sus producciones propias y remezclas con toques de electrónica fuerte y house, hicieron que la gente que se encontraba en el Maravillas disfrutase de su sesión. Se trataba de saltar hasta no poder más. Suena Red Hot Chili Peppers y el italiano desaparece. Así, tal cual. Mientras, Knife Party –ex Pendulum- inundaba el Trident Senses de locura electrónica y dubstep.

El líder de Kaiser Chiefs, Ricky Wilson, dando brincos sobre el escenario Maravillas. Foto: Paco Poyato.

Por la tarde, el grupo vasco liderado por el británico John Franks, Smile, dieron el pistoletazo de salida al penúltimo día abriendo el Maravillas. En el escenario Trident Senses Soledad Vélez, acompañada por la guitarra de Jesús de Santos y el batería Dani García. Complicado conseguir público a primera hora tras dos días de festival, cuando probablemente más de uno acaba de despertar. La chilena afincada en Valencia aporta a su sonido de estirpe folk una voz muy característica y un tono oscuro que la convierten en algo único. Una lástima que cada vez que intentara comunicarse con el público se escuchase el concierto de Smile de fondo. Suena “Johnnie” y parece que Soledad consigue que las personas que estaban sentadas se levanten y se acerquen al escenario. Para la chilena el concierto es el final perfecto a la gira de presentación de Wild Fishing, combinándolo con la grabación del que será su próximo álbum. Cambio de instrumentos –y de registro-, la chilena se hace con una guitarra española y Jesús de Santos con el bajo; aparece una Soledad Vélez un poco más salvaje. “Gràcies per vindre”, se despide.

Soledad Vélez con sus gafas oscuras. Foto: Paco Poyato.