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El (des)orden altera el producto en el Arenal Sound

Lourdes Hernández, en el Arenal Sound, a plena noche. Fotos: Galcerán de Born.

Segunda edición del Arenal Sound y seguimos intentando cogerle el tranquillo. Es un éxito de público, los conciertos suenan mejor que el año pasado (aunque a un volumen muy bajo) y el cartel es más compacto, más homogéneo (con menos extravagancias, vamos), pero algo le falta. Tal vez sea que afectó el pateo de media hora hasta llegar a la zona de conciertos (más otra media hora de atasco para llegar al lejanísimo parking sin atisbar un solo policía) o las interminables colas para que te pongan la pulsera. Pero el caso es que da la sensación de que intentan más de lo que pueden, de que quieren crecer demasiado rápido. ¿El resultado? un descomunal caos para acceder al recinto, mal acondicionado -sin mejorar lo del año pasado-, que te hace muy cuesta arriba ponerte en situación para centrarte en lo que vas buscando: buena música en directo.

Pero hay más. Encontramos algunos desenfoques, por ejemplo, en la distribución de horarios. Russian Red fue la cabeza de cartel en la primera jornada del festival, la del jueves. “Es la primera vez que lo somos y nunca hemos tocado ante tanta gente”, llegó a decir Lourdes, al igual que hiciera en el FIB. Eran las 00.30 horas y el escenario principal estaba repleto. Con cuentagotas, pero fue vaciándose. Tal vez hubiera sido más coherente situar a Russian Red a las 22.30 y a The Charlatans a las 00.30; habríamos acabado todos con mejor cuerpo. Ambos fueron buenos conciertos, aunque el resultado hubiese cambiado (esta vez sí) alterando el orden de los productos.

Tim Burgess, vocalista de The Charlatans.

Tim Burgess, vocalista de The Charlatans.

Lo primero que sorprende es la enorme ampliación del recinto, aunque con un criterio al menos discutible. Hasta cuatro escenarios distintos, dos en la zona del pasado año (ampliada de por sí) y otros dos en una especie de zona chill out, el llamado Beach Club, donde se van fogueando las bandas más cercanas y minoritarias (ayer, por ejemplo, unos aún verdes pero muy dignos los burrianenses Cheese and Onions o Crimentales). Además, hay una piscina en esta segunda mitad del recinto e incluso un pequeño pasadizo a una miniplaya. Mientras, en la zona noble conviven dos escenarios, el Legendario y el DAS, que coinciden en espacio sonoro, por lo que no pueden coincidir dos conciertos a la vez. Algo que, incomprensiblemente, dejó la actuación de Polock reducida a solo media hora.

A su vez, sorprende que el camino entre los escenarios grandes y pequeños tenga que recorrerse con escasa luz y junto a una amplia y peligrosa acequia. O que sólo un murito separe el Beach Club de los espigones del puerto. O que no se aprecien (al menos a simple vista) las salidas de emergencia. Si unimos el caos del acceso y todos estos detalles se hace complicado hablar exclusivamente de música, sobre todo teniendo en cuenta que el Arenal Sound cuenta este año con 29.000 acampados y una afluencia diaria de entre 35.000 y 40.000 asistentes -más del doble que el año pasado-, la inmensa mayoría de ellos, españoles y muy jóvenes. El Arenal vende playa y fiesta, además de música.

Pero música la hay y durante 22 horas seguidas cada día. Del jueves nos quedamos con los temas clásicos de The Charlatans, esos que -para qué engañarnos- sonaban mucho más turgentes cuando la banda británica visitaba Benicàssim con motivo de los primeros FIBs pero que siguen desprendiendo una energía contagiosa: "The Only One I Want", "Can't Get Out of Bed", "Weirdo", "North Coungry Boy"... con los que fueron salpicando toda su actuación. Con altibajos, algo dispersos y con un Tim Burgess casi irreconocible sobre el escenario -en su actitud y hasta en su peinado-, The Charlatans estiraron la goma del sonido Madchester para empezar a poner al público en situación. Antes, durante ese eterno acceso al recinto, habíamos podido intuir que Dorian ofrecía uno de sus ya característicos recitales de hits techno-pop encadenados y coreados por el público, como también pudimos comprobar en Benicàssim hace unas pocas semanas.

El viento más fresco de la noche lo pusieron los valencianos Polock, un grupo que lleva una meteórica carrera internacional desde que ficharan por Mushroom Pillow (gira británica y americana incluida con un solo disco largo), pero que ha arrastrado algo de lastre por la transparencia de sus referencias (lo penúltimo de NYC) y su exceso de pose. Pero, al final, lo que cuentan de verdad son las canciones. Y su disco, Getting Down From The Trees, tiene unas cuantas con melodías irresistibles. "Sometimes", "Fireworks" o "Tangerines & Unicons" sonaron a gloria en el Arenal y que tuvieran que terminar cuando llevaban menos de 30 minutos tocando fue una cortada de rollo. Me quedo con las ganas de verlos en sala y con repertorio completo.

Los valencianos Polock precedieron a Russian Red en un breve concierto.

Los valencianos Polock precedieron a Russian Red en un breve concierto.

También destacar la sobreactuación de un grupo con marca festivalera llamado The Noises y, por último, el candor de Russian Red. Lourdes Hernández reunió a casi todo el festival en el Escenario DAS para repasar su último trabajo y rescatar temas obligados como "Cigarettes". Acompañada por una banda de grandes músicos capitaneada por Charlie Bautista, cuajaron un buen recital, pero eran las horas que eran... casi las dos de la mañana cuando acabó. Destacó una particular y bastante fiel (dentro de su estilo) versión de Johnny and Mary, de Robert Palmer. Aunque no pudimos verlos, varios lectores de nomepierdoniuna nos cuentan que las actuaciones de Hurts y The Leadings rayaron a gran altura.

Para hoy viernes, la organización del festival ha informado de que Tulsa cancelan su actuación, prevista a las 22.00 en el Escenario Legendario, debido a que uno de los miembros del grupo ha sufrido una trombosis. En su lugar, actuará otra banda todavía por confirmar. Y a armarse de paciencia para acceder, claro.