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Bidi Festival. Conexión en el Pinar

La imagen de Aaron Thomas entregándose a sus canciones por última vez en nuestro país, solo con su guitarra, su armónica, su extraordinaria voz y un castillo de fuegos de fondo como colorido decorado accidental, resume a la perfección lo que se vivió el pasado sábado en la primera edición del Bidi Festival, celebrado en el Anfiteatro del Pinar del Grao de Castellón ante un público amplio y animado: la conexión. La conexión y la congruencia -¡ya era hora!- entre el cartel, el esfuerzo de músicos –especialmente los locales, siempre generosos- y organización –puro y honesto DIY-, la respuesta de la gente, la idoneidad del entorno y hasta de la temperatura. Todo encajó. Después de llevar meses a vueltas con la escasez de asistentes a este tipo de conciertos todos los implicados se merecían una tarde-noche así. Repleta de complicidad y buena música en directo.

El Bidi Festival funcionó y eso no se explica sólo por la gratuidad de la entrada. Ni tampoco por ninguna de las citadas circunstancias por separado, sino que confluyeron varios ingredientes clave de forma proporcionada el mismo día: desde el acierto de concebir un festival mayoritariamente diurno hasta el momento dulce de la mayoría de las bandas, pasando por la predisposición del público y, sobre todo, el sitio. Vamos a explicarlo por partes.

>El Pinar, ese viejo anfitrión

Una de las gradas del Anfiteatro del Pinar. Foto: Carme Ripollès (ACF).

Muchos castellonenses tienen una extraña relación con El Pinar del Grao, una especie de amigo de toda la vida al que no sueles llamar pero sabes que siempre está ahí. Y, cuando vuelves, te preguntas con cara de imbécil por qué no lo frecuentas más. El concierto benéfico de Acción Contra el Hambre lleva ocho años mostrando el camino: el Anfiteatro del Pinar es un sitio perfecto para celebrar conciertos al aire libre cuando hace buen tiempo, de día y de noche. También se pudo comprobar en el Femic (Festival de la Escena Musical Indie de Castellón) en 2010, el precedente del primer Bidi Festival celebrado el pasado sábado. Y ese fue el primer gran acierto de la cita: ubicarla allí, desnudar el escenario para que los pinos, las barbacoas y las fiestas del Grao fueran el espontáneo telón de fondo. Para que el festival, y hasta el sonido, fueran permeables al extraordinario entorno natural. También al público casual que estaba de picnic que, de hecho, pobló las gradas y alrededores del anfiteatro en los primeros conciertos de la tarde. El Pinar, en definitiva, ejerció de perfecto anfitrión para reunir en el Bidi a las respectivas parroquias de los grupos locales, al público atraídos por los cabezas de cartel, a sus visitantes habituales e incluso algún despistado.

>El momento dulce de Pleasant Dreams y Montefuji

Montefuji. Foto: Carme Ripollès (ACF).

"Queríamos destacar a los grandes héroes de la jornada, Loplop y No Soy Gente, que hicieron la prueba de sonido y abrieron el festival para el resto, bajo un sol de justicia y delante de poca gente. Gracias chicos, los que estábamos lo disfrutamos”. Con estas palabras describían Pleasant Dreams en su muro de Facebook lo que ocurrió en los primeros compases del Bidi Festival, que arrancó a las 17.00 para poder cumplir con el extenso programa de ocho actuaciones. Palabras que también hablan de la complicidad que ha germinado entre las bandas y los músicos de pop independiente de Castellón, acostumbrados a compartir escenarios y estudios de grabación con múltiples colaboraciones cruzadas; buenos momentos como el del sábado y no sólo penas. Lo que realmente se entiende por escena, vaya. Y precisamente Pleasant Dreams y Montefuji, ya con bastante público, fueron los exponentes del excelente momento que vive esa escena local. El trío formado por Juanjo Clausell, Pere Mendo y José Gahs sacó a pasear con frescura un repertorio rodadísimo durante toda la temporada: una versión minimalista de las preciosas canciones de Hacia los bosques del sur, el disco castellonense que más está sonando a nivel estatal desde hace años. Un formato que saben hacer funcionar con total solvencia; con el que abrieron para Dominique A, con el que se presentaron en Los conciertos de Radio 3, con el que han girado hasta por Alemania y llevarán al FIB dentro de 15 días. Pero que seguramente ganaría enteros respaldada con un bajo y algunos de los arreglos del disco, como esa hermosa flauta que nunca dejo de escuchar a mitad de “Próxima parada”. Lo de Montefuji fue la segunda demostración en el plazo de siete días –hace una semana abriendo para L.A. en la Sala Opal- de que están a punto de nieve, listos para rodar con sus nuevas canciones por todas partes. Una rocosa sección rítmica, un muro de guitarras entrelazadas, una voz potentísima, melodías que se quedan adheridas y letras que dicen cosas. Y encima, ahora, todo eso parece haber cuajado ya de forma definitiva en canciones y en un directo sencillamente arrebatador. Pleasant Dreams y Montefuji llevaron el Bidi Festival muy arriba.

>La brillante despedida de Aaron Thomas

Aaron Thomas. Foto: Carme Ripollès (ACF).

El músico australiano se subía al escenario del Anfiteatro del Pinar para enfrentarse solo a su concierto de despedida final en España, tras el cierre en la que ha sido su ciudad durante la última década, en la sala El Sol de Madrid el pasado jueves. Tras tomar la decisión de regresar a casa, en las antípodas, ante la imposibilidad de seguir abriéndose camino aquí como músico. Era una despedida con una peligrosa atmósfera melodramática. Pero realmente no estaba solo. Tenía un buen puñado de fans de Castellón y Valencia. Tenía su guitarra acústica, su voz, su armónica. Y, sobre todo, tenía sus canciones. Sus pequeñas grandes canciones. Llenas de alma. Las de The Blues and Greens, su último disco, y las anteriores. Esas que hablan de encuentros, de la amistad, de demonios y desamores. De despedidas. Y de quedarse de piedra. O de madera. Como nos quedamos todos cuando interpretó “Made of Wood”, el momento álgido de la noche. Aaron Thomas cerró los ojos para meterse por completo en la canción mientras, de fondo, disparaban fuegos artificiales en el Grao, en plenas celebraciones de Sant Pere. No sólo fue una hermosa foto. Fue un capricho del destino para dibujarnos a todos una sonrisa en el momento de mayor afluencia de público. Hasta el punto que uno de los organizadores del festival, Miguel Ángel Borja, se arrancó, saltándose el guión para subirse al escenario y hacer un breve y pertinente alegato a favor de la música en directo, también en las salas y en temporada regular. Aaron Thomas terminó recibiendo del público todo el calor que merecen sus canciones. Con una mirada algo melancólica, pero sin reproches, mirando adelante. Algún día volverá. Seguro.

>The DuBarrys (con cameo de Omar) y Jupiter Lion encienden la noche

The DuBarrys. Foto: Carme Ripollès (ACF).

Y, para rematar la jugada, un joven cuarteto llegado de Brighton para empezar a agitarlo todo. The DuBarrys, que en mayo de 2012 ya deslumbraron en el Auditori dentro del ciclo Camden Club (concierto que fue elegido como el mejor del año por los lectores de Nomepierdoniuna), volvieron a salirse con la suya: ganarnos a todos haciendo cosas que diríamos haber escuchado un montón de veces pero destiladas con una sensibilidad que las convierte en especiales. Para entenderlo lo mejor es verlos en directo o escuchar temones como “Better than You Think”, que en el Bidi Festival sonó a gloria. Los británicos, además, se acordaron de su anterior batería, el almazorense Omar Ballester, quien después de haber actuado por la tarde con Loplop, les acompañó en una canción. El viernes también aprovecharon el viaje para grabar en el estudio Rockaway de Castellón con Alberto Lucendo, guitarrista de Montefuji. Por último, antes de acudir a la pinchada de Obtuso DJ en la Sala Rocket, Jupiter Lion sacaron todo el jugo a su maquinaria para abrasar a los presentes con su incendiario e hipnótico kraut-rock instrumental.

Jupiter Lion. Foto: Carme Ripollès (ACF).