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Ara Malikian. Casi tres horas de exquisito "Ravioli"

Ara Malikian, en una imagen de archivo.

Llenar en dos noches consecutivas el Teatre Payà de Burriana, con una capacidad para unos 800 espectadores, no es sencillo. Que al final de dos actuaciones de cerca de dos horas y 45 minutos sea comentario generalizado que se han hecho cortas también tiene mucho mérito. Es lo que consiguió el jueves 8 y el viernes 9 de junio Ara Malikian con  La increíble historia de Violín, un espectáculo que arranca con Jimi Hendrix y acaba con Bach. Una mezcla de dos conceptos musicales entre los que el violinista libanés -afincando en Madrid desde finales del pasado siglo- ha crecido: la clásica y el rock de bandas como Led Zeppelin, con póster en su habitación incluido. Y en su actual universo sonoro los combina sin chirriar. Considerado violinista de clásica, siempre huye del concepto más clasicista  y serio del género, que bajo su punto de vista lo aleja de un amplio sector de la población. El método que encuentra es hacerlo accesible para todos -amantes de la clásica o no-, con espectáculos llamativos en los que el aficionado al rock también encuentra sus referentes.

De entrada, el espectador se encuentra con ocho músicos que, por apariencia, tienen bastante más de rockeros que de clásicos. Sus movimientos coreográficos también sitúan la puesta en escena mucho más cerca del rock que de la clásica. Tony Carmona, todo un veterano que ha puesto su guitarra al servicio de la Orquesta Mondragón, Serrat, Sabina... arranca con el famoso "Voodoo child" de Hendrix y por su recorrido hace paradas en "La campanella" de su admirado Pagagnini, "Life on Mars?" de David Bowie, algunos temas propios, "Kashmir" de Led Zeppelin, la melodía griega de "Misirlou" que Dick Dale convirtió en surf rock y a la que Quentin Tarantino dio una importante dosis de popularidad al incluirla en la banda sonora de la película Pulp fiction, el alborotado "Vuelo del moscardón" de Rimksy-Korsakov... y  varias piezas de autoría propia entre las que destaca la sobrecogedora "1915", título que hace referencia al año en el que comenzó el genocidio armenio, y en la que realiza punteos con los dedos, a la manera de una guitarra.

Ara Malikian y los siete músicos que le acompañan saludan desde el escenario del Teatre Payà, el jueves 8 de junio. Foto: Manolo Bosch.

Justo en la explicación de "1915", Ara Malikian se pone serio por primera y única vez. Recuerda las muertes en masa, la huída de su abuelo gracias a un violín que no sabía tocar y los millones de refugiados en el planeta en busca de un futuro. Ese violín es precisamente el protagonista que enlaza la historia, desarrollada a través de divertidos monólogos. Un instrumento de modesta paternidad fabricado por un tal Alfredo Ravioli que ha acompañado al músico libanés en los momentos de aprendizaje y de estrellato. No se le da nada mal tampoco el arte del monólogo. El público, puesto en pie, reconoce las maestrías disfrutadas en este espectáculo traído a Burriana por Sueños Musicales, con la colaboración de la concejalía de Cultura.