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'Antología' de Shock Treatment. 10 años, 74 canciones y una historia llena de honestidad

Coky Ordóñez, José Dolz e Israel Adelantado: Shock Treatment. Foto: Pau Bellido.

La memoria suele tener una tendencia natural e irrefrenable a idealizar el pasado. A maquillar, cuando no directamente sepultar, los recuerdos oscuros con los episodios más luminosos. La Antonología de Shock Treatment, en cambio, no es un plácido paseo por una época gloriosa. Lejos de la empalagosa e intrascendente hagiografía en la que suelen caer la mayoría de biografías -sobre todo cuando participan los protagonistas-, el disco-libro de la banda castellonense es un ejercicio de honestidad, casi de purga, crudo pero divertido. Un interesante y entretenido relato de una época, entre 1990 y 1999, que pasó y nunca volverá, con sus virtudes y sus defectos, sin autocomplacencias. Teniendo en cuenta que José Dolz (voz y bajo), Coky Ordóñez (guitarra) e Israel Adelantado (batería y coros) lo cuentan sin resquemores y además acaban de reunirse de nuevo para realizar una pequeña gira de presentación del artefacto en cuestión, este es el principal valor de su Antología. El otro, la currada que se ha pegado Coky Ordóñez en su estudio Rockaway para remasterizar y sacar lustre a las 74 canciones que aparecen repartidas en los 3 cedés, cinco de ellas inéditas. Si te molaban Shock Treatment en los 90 has de tenerlo sí o sí. Si te gustan ahora, también. Si estuviste allí, ni te cuento. Y si te gusta la música rock y su trastienda, pese a que ni te rozaran, igualmente te merecerá la pena leerlo y escucharlo.

Aunque se presenta como “La historia más pequeña jamás contada”, las 83 páginas dedicadas a repasar los 10 años de trayectoria de Shock Treatment tienen mucha miga. Explicada en primera persona por sus tres componentes y narrada por Javi Ordóñez, dueño de No Tomorrow Records –el sello que nació en 1993 para editar el primer LP de la banda y todos los que vinieron después-, con Sergio Villamarín de certero escribano; fotos de Ana Soler, Pau Bellido y de archivo del grupo y del sello y diseño e ilustraciones de Guillermo Urdanibia. “No inventaron el sonido del que se convirtieron en bandera: una especie de pop urgente, melódico y distorsionado a partes iguales, en castellano y de letras lúdico-festivas (…). Y tampoco fueron los mejores haciéndolo (…). Pero sus canciones han pervivido en la memoria de muchos lo suficiente para que, transcurridos 20 años de su bautismo discográfico y 13 de su funeral, tanto el grupo como el editor (…) hayan creído que existe interés por algo como esto”. Una justificación inicial que marca el tono iconoclasta del librillo para abrir un relato trepidante, empezando por los estertores de los años 80 con sus primeras influencias musicales a través de los míticos mezcladillos en casete. Cuando cayeron en sus oídos el It’s Alive de los Ramones o canciones como “Sha-La-La”, “I Wanna Live” o “R’n’R High School” aquello se convirtió –en palabras de Coky- en una “obsesión”. Un cuelgue que les llevó a pillarse toda la discografía de la banda neoyorquina casi de golpe y a acudir a algunos de sus conciertos en España siendo aún menores de edad.

Y, simultáneamente, a colgarse por primera vez las guitarras para intentar emularlos. En un primer momento, por separado. Coky enchufaba su primera guitarra a la cadena de música Aiwa de casa para tocar encima del “R’n’R Animal” de Lou Reed hasta formar Living Eyes-Los Perdidos con su primo Benjamín y Lorenzo Millo (hoy en The BorderBounds y antes en Chaflans). Israel empezaba a “tocar al aire” sobre los discos de los Ramones en casa hasta que Papá Noel le trajo la batería en 1989 y empezó sus primeros escarceos ensayando con Lorenzo (hoy en Altercado Espiritual) e Isaac G. Sidro (ahora reputado fotógrafo publicitario) como Los Destornilladores Asesinos. Y José montaba con sólo 13 años su primer grupo con su primo Fernando y Sisco, Los Difuntos, tocando una guitarra española con una pastilla eléctrica que le costó 2.000 pesetas.

Portada de 'Shock Treatment. Antología (1990-1999)'.

El primer capítulo del libro también sirve para poner en evidencia la gran influencia que tuvo en esas primeras formaciones el sonido garaje-revivalista-sesentero, al que con el tiempo se sobrepondría el punk, el hardcore, el soul y hasta el heavy, pero siempre con Ramones y Los Vegetales como coordenadas fijas. Los miembros de Shock Treatment reconocen el ascendente de gente como Javier Ordóñez, Vicente Ordóñez (entonces en Los Fossiles, después en Malconsejo y Vincent Von Reverb y ahora en Grup d’Autoajuda con Rauelsson), Paco Roca, Sergio Villamarín, Miguel Ángel Villanueva (a través del programa de radio Extraños en la noche), Rafa Lahuerta (ahora en No Soy Gente), Quique Fossil, Lorenzo Millo o El Goma (dj y propietario del Ricoamor y ahora de Spoonful) en sus primeros gustos musicales. También de la revista Ruta 66.

En el Instituto sus caminos se cruzaron y formaron Shock Treatment partiendo de su primer gran punto en común, esto es, versionando a los Ramones. A partir de ahí se relatan las fiestas soul en garajes y almacenes (la primera con Juan de Pablos de invitado de honor coincidiendo con el bautismo de la banda) y los primeros conciertos en garitos como L’Espigol, Vil-Blues, Trahskensetein o Chaplin. Y es entonces cuando se describe un panorama desolador en la escena musical en Castellón (denominada “La Pamplina”) hacia los primeros 90, que después vuelve a protagonizar el final de librillo para contextualizar la disolución del trío.

A partir de ahí, sus primeras salidas, su primer contacto con los Pleasure Fuckers de Kike Turmix (uno de sus primeros grandes valedores a nivel estatal), sus primeras composiciones propias como “Taxi Killer”, su primera maqueta grabada con Javi Moliner de Goma 2, otra en directo en un concierto en La Nave de Vila-real… Y sus primeros discos: su EP de debut, Masacre en el Burguer King, grabado en el estudio Waves de Almassora con Juanma Mas y editado por Subterfuge Records en 1992; y el primer LP homónimo, en el mismo estudio pero editado ya por No Tomorrow Records en 1993. Los dos en los que más se nota el repasón que le ha dado Coky a su discografía en Rockaway durante los últimos meses.

Canciones como “Zona negativa” y “Warriors” (en el vídeo de arriba grabado ahora por Adam Brenes y el equipo de Micrea en Rockaway) funcionaban a las mil maravillas en directo y, aunque el estudio no les hizo justicia y sufrieron un parón de ensayos, les abrieron las puertas a dos conciertos muy importantes: en la Granja Margarita de Madrid y en Euskadi, de la mano de Nuevo Catecismo Católico –los hermanos Gonzalo y Arturo Ibáñez ejercieron sobre ellos una influencia clave a partir de entonces-, donde empezaban a hacerse con parroquianos que han sido fieles hasta hoy. La fórmula: tres tipos con las ideas bien claras y muy compenetrados sobre el escenario, una máquina perfectamente engrasada de punk-rock. De ahí al EP Adiós, tú (1994), una joya con la que Javi Ordóñez les dio un toque de atención sobre su informalidad como si fuera un despido, y al segundo disco largo, Punk Party (1995), producido por Jorge Reboredo (NCC), el mejor en opinión de los protagonistas y sin duda el más fiel a su sonido en directo. Repiten visitas a Madrid, Euskadi, Galicia, giran con Depressing Claim, lo petan en Ponferrada y se hacen asiduos al Ricoamor.

Es ahí donde encontramos lo mejor y lo peor de Shock Treatment, dicho por ellos mismos. Un trío arrollador en directo, sólidos y divertidos, pero poco perseverante en el local de ensayo y con algunas lagunas que nunca terminaron de remediar: “Con las letras éramos unos desastres, siempre he pensado que podíamos haberlas hecho mejor, lástima darse cuenta veinte años más tarde”, asume Coky. Pero como explican Javi y Sergio, en 1995 y 1996 estaban en su punto: actúan con más constancia que nunca, publican singles compartidos con bandas internacionales (Beatnik Termites, Fifi and The Match III, Deh Pills o The Chromosomes) que les llevan a publicar hasta en Japón, aparecen en múltiples recopilatorios y en la banda sonora de Killer Barbies de Jesús Franco.

Hasta que en 1996 graban su tercer y último LP, Operación Dragón, influenciado por el rock setentero que Coky se gastaba con Vicent Von Reverb & Los Vaqueros Eléctricos en aquella época y con Jorge Reboredo de nuevo de productor, pero en los estudios D3 de Juan Carlos Tomás (hoy dueño de La Seta Azul). Shock Treatment reconoce que el disco estuvo lastrado por la precipitación, ya que no tenían las canciones suficientemente trabajadas. Pero lo peor llegó después: al mes de grabarlo Israel cae enfermo y no puede estar en la gira de presentación. Le sustituye a la batería Jorge Carod, que debuta con el trío castellonense en la sala El Sol de Madrid, “con una cola que daba la vuelta a la manzana”, según relata el propio Jorge tras una sola semana de ensayos.

Portada de 'Punk Party' (No Tomorrow Records, 1995).

Israel se recupera pronto y en 1997 llegan los conciertos ante más público en la trayectoria de Shock Treatment, empezando por el festival Festimad con Luis Sánchez de Depressing Claim (ahora en Los Reactivos) de segundo guitarra. En verano giran con Aerobitch y en otoño sacan un EP de versiones con Surfin’ Lungs. En 1998 ya solo ofrecerían dos conciertos más antes de su disolución, “pasando del hiperespacio al agujero negro en dos nanosegundos sin razón aparente”, según el narrador. Aunque después se aportan varias causas: “Los años estudiantiles se acaban, hay que buscar curro, el grupo se ha convertido casi en una obligación, entre sus fanes castelloneros hay unas tremendas ganas de trascender personal y musicalmente y les van dejando de lado…”.

En las últimas páginas hay disparidad de opiniones sobre las causas exactas de la disolución del grupo, aunque coinciden en que “en la última época ya no había el feeling de antes, (…) poco a poco se apagó la llama”, en palabras de Coky. Aún así se sacaron de la manga “Están vivos”, el último EP, con Jorge de batería, grabado en Rockaway por Coky y publicado en 1999. Una canción que en realidad es un grito (“Lucharás por que todo siga igual”) que José explica sin rodeos: “En nuestra última época acabé asqueado con la gente de Castellón, que se mostraba muy apática con nosotros, cuando luego íbamos a Madrid y llenábamos El Sol”.

Después siguieron caminos diferentes. Coky continuó un tiempo con Vincent Von Reverb & Los Vaqueros Eléctricos, pasó por Suzzy & Los Quattro y ahora está en Los Reactivos con Luis Sánchez y Tomás Ramos y, sobre todo, al frente de su estudio Rockaway. José e Israel se enrolaron en 2003 en Prototipes, el proyecto de Luis Sánchez tras Depressing Claim, y después formaron Telepath Boys, su actual grupo con el que han sacado ya dos discos, acompañados de Nacho Colom y Fede Trillo. “Cuando empezábamos (…) Coky respondió en una entrevista (…) que se veía con 40 años tocando música y grabando. Yo pensé “menudo friki está hecho”… y míranos, con casi 40 (…) y los tres seguimos tocando y sacando discos”, remacha Isreal al final del librillo.

Como dice la letra de “Adiós, tú”, una de las canciones inéditas compuesta por José Dolz para cerrar el tercer disco a modo de epílogo de la antología, “si tuviera 16 y pudiera elegir, elegiría volverlo a repetir (…) no estuvo mal hacer tratamiento de shock”. Antes, aparecen más temas que no habían sido publicados antes, entre los que destacan “Only you can do it” (de Charles Blackwell, en el vídeo de abajo) o “Al final de la escalera”, en la que también participa Adolfo Díaz de Airbag, una de las bandas actuales que reconocen abiertamente la influencia que ejerció sobre ellos Shock Treatment.

Aunque se eche en falta más desarrollo de la época en la que giraron más y llegaron a más gente (el capítulo “(Not so) Pleasant Dreams” tiene un tono más de retirada y de decadencia que de cénit); aunque no se recuerdan los nombres de fanzines o medios pequeños que sí les hacían caso; aunque pasan olímpicamente de las tildes; y aunque alguna jerga necesitaría casi de un glosario final para ayudar a la lectura, el relato de la historia de Shock Treatment es fetén. Y, además, Sergio Villamarín consigue una cosa muy difícil de hacer: escribir con el divertidísimo lenguaje oral que se gasta y lograr que se lea todo de un tirón. Recomendamos abiertamente su lectura y su escucha. Puedes conseguir la caja Shock Treatment. Antología 1990-1999 en la web de No Tomorrow o en tiendas como Discos Medicinales al precio de 27 euros. Un estupendo regalo de Reyes. Todavía llegas a tiempo.

Como Shock Treatment, después de 1999, solo habían tocado en citas señaladas como el concierto benéfico de Kike Turmix tras su desaparición, la fiesta de despedida del Ricoamor o unas pocas celebraciones privadas. El trío castellonense reapareció el pasado mes de noviembre en el festival Tualmente Yoalmar en la sala Playa Club de A Coruña y será los próximos viernes 25 y sábado 26 de enero a las 19.00 cuando presenten la Antología en la sala Four Seasons de Castellón con entradas a 8 euros (anticipadas en Spoonful, Four Seasons y aquí). El sábado 16 de marzo harán lo propio en la sala El Sol de Madrid acompañados de Sugus. Nos dicen que las entradas de Castellón están volando. No te duermas porque es muy probable que no haya más oportunidades. Como dice José en la nueva “Adiós, tú”, “todas aquellas canciones volverán a sonar; quedaron cuentas pendientes antes de terminar”.

El programa Cannonball de Vox UJI Ràdio ha dedicado su última emisión al regreso de Shock Treatment, con entrevistas a José Dolz y Javi y Coky Ordóñez:

Foto de portada del post: Ana Soler.