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Sergio Mendoza (Los Hijos de la Montaña), en el Paranimf: "Hasta los 23 no escuché música en inglés"

Los Hijos de la Montaña, mexicanos crecidos en Estados Unidos vinculados a Calexico, pisan por primera vez España con este proyecto y la XXV Mostra de Teatre Reclam los trae al Paranimf de la UJI. Música latina, folk mexicano, psicodelia, rock y todo lo que han traído estos músicos afincados en Arizona al otro lado del charco.
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Los Hijos de la Montaña, el sábado 25 a las 20:00 en el Paranimf de la UJI.

La montaña, vista de frente, tiene dos laderas; es indudable. Los Hijos de la Montaña contemplan ambas laderas y, ajenos a una decisión binaria, se deciden por la cumbre, donde se unen. Y, en una analogía básica, esas laderas podrían ser la música tradicional mexicana y algo parecido al rock, junto a sus múltiples variaciones. Tan preciada es la conquista de esa cima -hay una buena cantidad de ellas-, que un mito como Steve Berlin (de Los Lobos) se interesó e instó repetidamente a Sergio Mendoza a montar Los Hijos de la Montaña para poder producirles un disco personalmente. "¿Puedes en julio?", le preguntó cuando recibió la primera demo. "No, estoy hasta arriba". "¿Y ahora en agosto?", volvía a repetir al mes siguiente. "Todavía no", se veía obligado a responder Sergio. Hasta que Berlin y Mendoza cuadraron las agendas y fructificó el primer disco, homónimo, de Los Hijos de la Montaña, en 2015.

Norteamericanos por burocracia, originarios de Nogales (Sonora, México), y con su pasión por la música de raíces mexicana y latina, la banda liderada por Sergio Mendoza, con kilómetros en Calexico y Orkesta Mendoza, pasa por el Paranimf de la Universidad Jaume I en las primeras fechas programadas por Los Hijos de la Montaña en la Península. Será el sábado 25 de noviembre a las 20:00, por 10 euros (8 euros con tarifa reducida), de la mano de la Mostra de Teatre Reclam.

>¿Qué tal las primeras horas en España? ¿Cuál es el recorrido que vais a hacer aquí?
Vamos llegando, tenemos un día de descanso aquí en Madrid. Vamos luego a Burgos, Castellón, Zaragoza, Orense y Vitoria, donde tocamos también con la universidad. Nos falta Madrid y Barcelona.

>¿Habíais tocado por España anteriormente?
Sí, girando con otras bandas, con la Orkesta Mendoza en Madrid, en Cáceres y en la Apolo de Barcelona este año. Y también con Calexico. Con Los Hijos de la Montaña estamos en nuestra primera gira, venimos de Bélgica, y con la Orkesta Mendoza también hemos estado las últimas semanas por Francia, Holanda, República Checa… Y les gusta el folklore mexicano, pero como este proyecto es en español, en España va a ser más interesante la respuesta. Aquí entienden todas las palabras.

>Sois norteamericanos, pero vuestras raíces son lo que más os identifican, lo que más presente está. Vuestra música tiene elementos de música latina o de la cumbia, además del folk, y sonidos más cercanos al rock. ¿Qué música se escuchaba en vuestra casa? ¿Con qué habéis crecido?
Yo crecí en Nogales Sonora [México], que es la frontera con Estados Unidos, con Nogales, Arizona. Ahí se escuchaba mucho la música mexicana, las rancheras, las cumbias, los mariachis. Ramón Ayala, Chico Che, Los Tigres del Norte… Y Carlos Santana, también.

>¿Santana no sería un poco el punto de unión de ambas cosas?
Sí, Santana es música chicana, y tuvo mucho éxito en todo el mundo. Y así, con el paso de Nogales Sonora a Arizona comencé a escuchar música en inglés y la mezcla musical.

«A los quince años tuve una banda de ska, y a los 24 empecé a regresar al rollo latino»

>¿Qué recuerdas de esos primeros contactos, más adolescente, de esas nuevas bandas que te llegaban?
Pues durante mucho tiempo, como de los 11 o 12 hasta los 23, no escuché nada en inglés. Luego empecé, con los ’50, ’60, ’70: The Beatles, Led Zeppelin, Buddy Holly. Y por ese tiempo, paré de escuchar la música latina. A los 15 años tuve una banda de ska… Y luego, a los 24, empecé a regresar al rollo latino. Empecé a tocar en una banda de salsa, y el director de la banda me enseñó un disco de Pablo Milanés, La vida no vale nada, y me interesó tanto ese disco que, con todo lo que aprendí, tanta música nueva y regresando a las raíces fue como empecé a grabar música.

>¿Qué fue lo que encontraste en ese disco de Pablo Milanés?
Pues la producción era muy psicodélica, pero muy musical. Me gustaron mucho los sonidos, los efectos de los instrumentos, y también la letra me interesó mucho. Era en español y, obvio, era muy buena letra -¡Pablo Milanés!-. Pero la combinación de ambas cosas fue lo que me interesó.

>Yo escucho en vuestro disco como que habéis trasladado algunos sonidos de ese folk a unas nuevas texturas, como sintetizadores y guitarras distorsionadas, y que se acerca a una reinterpretación de esos instrumentos clásicos del folk.
Fíjate, el que le metió las guitarras más distorsionadas al disco fue Jairo Zavala, de DePedro. Y fue mucha colaboración con músicos rockeros, porque los pilares ya estaban construidos como un proyecto de folk mexicano.

>Claro, músicos que no tienen tanta tradición al escuchar música mexicana y que piensen “a ver cómo adapto esto a lo que yo sé hacer”.
Metimos los músicos que estaban disponibles en Tucson, que es la parte chida de vivir en Tucson, que hay músicos que tocan padre instrumentos como la guitarra hawaiana. También invitamos a Joey Burns de Calexico a cantar una canción, y ahí hay otra mezcla también.

«En Arizona se han hecho otras escenas, como tocar en galerías de arte, en restaurantes o en casas»

>¿Y cómo se queda la instrumentación del disco, entonces?
Pues está basado en lo sencillo de una banda de rock: bajo, batería, guitarra eléctrica. No metimos mucho metal, que siempre acostumbro a usar mucha trompeta, saxofón y trombón, y ahora estamos girando tres músicos. Yo hago un poco la percusión con los pies y guitarra, Raúl Marques está tocando guitarra y bajo, y María Jiménez está cantando y usando la percusión colombiana. Entre los tres llenamos lo máximo posible.

>¿Cómo describirías la escena musical en la que os desenvolvéis en Tucson?
Ha cambiado mucho Arizona en los últimos seis o siete años. Antes era como un ghost town, veías las mismas treinta personas, los conocías a todos. Y ahora hay mucho negocio nuevo, dormitorios de la universidad, caras nuevas, que es bueno para la ciudad, pero muchos lugares que había para tocar música han cerrado, y es más difícil para los músicos con un proyecto nuevo que nos vean. Se han hecho otras escenas, como tocar en galerías de arte, en restaurantes o en casas. Pero hay mucha música, y hay mucho latino, mucho mexicano, mariachis, músicos de rock, indie, cumbia, como los Xixa Dust, que hacen cumbia psicodélica.

>¿Y allí soléis tocar en teatros? Porque a Castellón, al menos, venís a un teatro, a un auditorio.
Sí, en Alemania o en Tucson hemos tocado en teatros. Pero para Los Hijos de la Montaña, que es nuestra primera gira, puede sonar muy bien en un teatro.

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