Raül Fuentes no es músico, sino paisajista; no es compositor, sino explorador de sonidos. Y con Heezen no crea canciones, sino atmósferas, casi estados de ánimo. Fragmentos de tiempo que atrapa, tirando de sonidos encontrados (y buscados), como si fueran fotografías sonoras. Abandoned Memory, su nuevo disco editado en 2015 -aunque grabado entre 2009 y 2013- con su propio sello, Feutlab, está repleto e ellas; "Trajectories" es un buen ejemplo. Nos alegramos mucho de que el jurado de Nomepierdoniuna lo haya seleccionado entre los 10 mejores del año editados en Castellón. Porque a pesar de su absoluta discreción, de andar siempre en la retaguardia, en segundo o tercer plano, el compositor de Onda es uno de los talentos más brillantes de la escena local.

A Heezen lo conocimos hacia 2009 con motivo de la muestra de arte contemporáneo Solstici de Vila-real (a la que después relevaría el actual Test) y con una de sus primeras referencias, Tesla; aunque él ya llevaba desde 2003 propagando su cacharrería sonora, siempre experimentando con sonidos digitales y analógicos, en artefactos como su debut, Secret Speech. Ligado al Grup d'Autoajuda desde sus inicios, acompañó a Rauelsson en distintos directos con sus atmósferas, entre otros, el de Els altres canten Les Deesses Mortes en el Paranimf de la UJI; y también mantiene en paralelo el proyecto de música electrónica improvisada con juguetes Toyselektor, junto a Juanjo Clausell de Pleasant Dreams. Además, fue uno de los organizadores durante años del festival de música y cine Cinetone de Onda.

La "memoria abandonada" que da título al álbum se refiere, según explica el propio Raül Fuentes, a una grabadora de cinta de origen checo que encontró con unas grabaciones caseras realizadas en los años 60: "Los recuerdos de sus antiguos propietarios, que se supone que eran emigrantes españoles que a finales de los años 60 vivían en algún lugar de Alemania, nos lleva a la actual Europa meridional". Algunas de estas grabaciones -presentes en temas como "Gastarbeiter"- y otros sonidos producidos por este artefacto salpican todo el disco con un hipnótico crepitar, entre acordes de guitarras sueltos, sintetizadores y ecos, que componen un collage ambiental. Siempre mezclando atmósferas que fluctúan entre lo evanescente y lo inquietante, con contornos muy difusos, ideal para montarte tu propia banda sonora en la cabeza, como sucede con "Trajectories".